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Género y salud en el trabajo: una brecha que todavía persiste Opinión

Género y salud en el trabajo: una brecha que todavía persiste

Al analizar en qué rubros de actividades económicas laboran las mujeres y hombres, vemos diferencias que claramente obedecen a construcciones de género, pudiendo ver sectores claramente feminizados como salud (73% mujeres) y enseñanza (71,9% mujeres) y, por otro lado, hay rubros masculinizados como construcción (91,5% hombres), minería (87% hombres) y el suministro de electricidad, gas, vapor y aire acondicionado (84,6%). Se suma a lo anterior, que las mujeres mantienen la mayor proporción del trabajo doméstico y de cuidados dentro del hogar, como lo demuestra la Encuesta del Uso del Tiempo del año 2015 desarrollada por el INE que encontró que las mujeres dedican en un día tipo 5,8 horas al trabajo no remunerado, mientras que los hombres 2,59 horas.


A pesar de los avances logrados a lo largo de los años, siguen persistiendo brechas de género en el ámbito de la salud laboral que deben ser visibilizadas con el objetivo de trabajar en ellas para disminuir esas desigualdades.

Por razones de género, la incorporación de las mujeres al trabajo remunerado no se ha producido en igualdad de condiciones en comparación con los hombres. Así, las mujeres ocupan en general puestos de trabajo más precarios, están menos representadas en cargos ejecutivos (segregación vertical) y laboran mayoritariamente en sectores económicos ligados a los cuidados y atención de público (segregación horizontal).

A las mujeres les resulta más difícil acceder a un empleo formal, es así como la tasa de desempleo en mujeres es mayor que la de los hombres, 8,7% vs 7,4% en el trimestre septiembre – noviembre (INE, 2022). Por otro lado, las mujeres tienen una mayor proporción de empleos informales (28,3% vs 26,5% para el mismo trimestre) y su principal causa de inactividad es por responsabilidades familiares permanentes (32,7% vs 2,8% para el caso de los hombres).

Al analizar en qué rubros de actividades económicas laboran las mujeres y hombres, vemos diferencias que claramente obedecen a construcciones de género, pudiendo ver sectores claramente feminizados como salud (73% mujeres) y enseñanza (71,9% mujeres) y, por otro lado, hay rubros masculinizados como construcción (91,5% hombres), minería (87% hombres) y el suministro de electricidad, gas, vapor y aire acondicionado (84,6%).

Se suma a lo anterior, que las mujeres mantienen la mayor proporción del trabajo doméstico y de cuidados dentro del hogar, como lo demuestra la Encuesta del Uso del Tiempo del año 2015 desarrollada por el INE que encontró que las mujeres dedican en un día tipo 5,8 horas al trabajo no remunerado, mientras que los hombres 2,59 horas.

Lo anterior genera, entre otros problemas, diferentes resultados en el ámbito de la seguridad y salud laboral; por ejemplo, los hombres laboran en sectores económicos y en puestos de trabajos en los que están expuestos a riesgos de accidentes, por lo que presentan más accidentabilidad (72% vs 28%) y mortalidad (97% vs 3%) que las mujeres, pero que ha sido la preocupación durante muchos años de la actividad de prevención de riesgo. Por el contrario, las mujeres trabajan en rubros y puestos de trabajo en los que hay menos visibilidad de sus riesgos, como es el caso de los riesgos psicosociales y que generan mayor cantidad de enfermedades profesionales. En tanto, si analizamos las enfermedades de salud mental vemos que el 65% de los casos calificados como laboral se producen en mujeres.

En consecuencia, existe una brecha importante de género en el mundo laboral, tanto a nivel de condiciones de empleo, como en la exposición a riesgos y en los resultados de salud de las trabajadoras, por lo que es importante incorporar la perspectiva de género en todo el quehacer de la seguridad y salud en el trabajo.

Asimismo, se debe fortalecer la investigación en la materia para evidenciar con datos nacionales la magnitud en las mujeres de la exposición a riesgos específicos y los daños a la salud secundarios a estas exposiciones. Énfasis especial debe darse a proyectos que busquen indagar respecto a la subnotificación de casos, subdiagnósticos y subcalificación (proceso mediante el cual se otorga el carácter laboral a la patología en estudio).

Dentro de la formación de especialistas, tanto en salud laboral como en prevención de riesgos, debe incorporarse temas de género, de tal forma que profesionales del área sean sensibles a las inequidades y establezcan programas que incorporen esta mirada.

Por último, es fundamental incentivar la participación de las trabajadoras en las instancias formales, sindicatos y comités paritarios para que su voz sea escuchada, tanto desde el relato de su situación como de las propuestas de mejoras.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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