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Litio: ¿oportunidad de comercio justo, verde, inclusivo y diversificado? Opinión

Litio: ¿oportunidad de comercio justo, verde, inclusivo y diversificado?

Eduardo A. Santos Fuenzalida
Por : Eduardo A. Santos Fuenzalida Experto internacional en asuntos de comercio
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Me temo que, si los países que se proponen “postular” para explotar nuestro litio no se ponen a la altura de las actuales necesidades globales –una vez más–, terminaremos entregando el control del litio, como lo hicimos con nuestras autopistas y carreteras, y diversos servicios, así como con el salitre y el cobre, en otras oportunidades. De ahora en más, los que liciten para la explotación de nuestros recursos naturales –el litio, por ejemplo– deberían demostrar su capacidad de transferir tecnologías limpias, ofrecer y financiar capacitación de alto nivel y apoyarnos en el desarrollo de la institucionalidad (incluyendo empresas del Estado) y la infraestructura necesaria para procesar y exportar el litio, diversificando nuestra economía y así potenciando nuestro desarrollo.


¿Seguiremos repitiendo los errores del pasado? Espero que no. Hoy, la posibilidad de exportar derivados del litio con alto valor agregado nos ofrece la oportunidad –en el marco de enormes desafíos– de diseñar y poner en marcha una política de relaciones económicas internacionales y comerciales que nos permita dar un nuevo impulso a un desarrollo productivo y económico vigoroso, diversificado, inclusivo, enmarcado por el desarrollo de los recursos naturales y la protección de la biodiversidad y del medioambiente, y con una perspectiva de largo plazo. En medida importante, los desafíos que hoy enfrentamos son el resultado de las prácticas comerciales y de inversión seguidas en el pasado por los países avanzados y de nuestras respuestas a dichas prácticas. Ciertamente, responsabilidades compartidas. Hoy, la “globalización” está “bajo la lupa” y los equilibrios de poder se modifican rápidamente. Nuestra propuesta para la extracción y exportación de productos del litio –la Estrategia Nacional del Litio no puede ignorar estos “desafíos” y desconocer sus conexiones globales. No bastará con una propuesta acelerada y de corto plazo.

Hoy, los flujos de comercio e inversión en América Latina se modifican rápidamente y –como lo destaca un reciente artículo de la publicación en línea de Foreign Affairs (“China’s Latin American Power Play”, 16 de enero, 2023)– las “huellas” de China en Latinoamérica son grandes y están creciendo. Las cifras del ITC / ONU son categóricas. Las importaciones totales del bloque ALADI desde China crecieron de 26.122 millones de dólares a 195.360 millones de dólares, promedio anual, durante el período 2003-2005 a 2019 -2021, y la participación de China subió de solo 7% al 21%, en desmedro de –principalmente– los Estados Unidos (que declinó de 39% a 31%) y de la Unión Europea, cuya participación bajó del 14% al 13%. A su vez, las exportaciones de la ALADI a China muestran una tendencia similar, subiendo durante el mismo período de solo 14.550 millones de dólares a un promedio de más de 140.683 millones de dólares. Así, la participación de las exportaciones a China subió de solo un 3% al 14%. En Chile, las cifras son mucho más marcadas.

Pero las “huellas” de China crecen y van más allá del segundo lugar logrado como socio comercial de América Latina –detrás de Estados Unidos– y el primer lugar en Sudamérica. Las “huellas” también alcanzan a la apertura de gigantescas líneas de crédito y financiamiento, iniciativas y actividades que están llevando a China a ejercer un control creciente de áreas estratégicas de la economía, servicios y de la infraestructura regional, garantizando el acceso a recursos mineros, productos agrícolas y alimentos, que “alimentan” sus planes de desarrollo futuro. Bloomberg Línea destaca que, entre el 2005 y 2020, China habría otorgado a Latinoamérica y el Caribe “99 préstamos por un monto de US $137.000 millones”, concentrados en su gran mayoría en Venezuela, Brasil, Ecuador y Argentina, y realizados a través del Banco de Desarrollo de China y el Banco de Importación y Exportación de China, opacando la acción del Banco Mundial y del BID en la Región (Bloomberg Línea, 29 de septiembre, 2021).

A su vez, en su último informe de “La Inversión Extranjera Directa en América Latina y el Caribe”, CEPAL señala que “en las estadísticas de cuentas nacionales de América Latina y el Caribe no es posible por el momento la identificación del origen último de las entradas de IED. Por este motivo, y porque son pocos los países que publican sus datos por origen, el análisis del origen de las inversiones que ingresan en la región se debe complementar con estadísticas de fuentes no oficiales, como las de anuncios de nuevos proyectos de IED o de fusiones y adquisiciones transfronterizas”. A este respecto agrega que la mayor operación realizada en 2022 fue la compra de CGE en Chile (empresa de energía eléctrica) por parte de la estatal State Grid Corporation of China, por 3.025 millones de dólares. Destaca que es una “… operación que muestra el sostenido interés de las empresas transnacionales, y en particular de las empresas de China, en el mercado energético de la región” (CEPAL, 2022, página 38 y Cuadro I.3).

Por su parte, Bloomberg Línea agrega que “… entre 2005 y 2020, las empresas chinas y de Hong Kong realizaron 150 fusiones y adquisiciones en la región, que representaron un total de US$83.000 millones. Así, pasaron de ser 1,7% del total de estos negocios en América Latina a representar 16,3% del total entre 2015 y 2019. Además, anunciaron 652 proyectos de inversión por un monto total estimado de US$75.000 millones … China se ubicó entre los principales inversores de América Latina y el Caribe en la modalidad de fusiones y adquisiciones …”, destacando que la mayor actividad estuvo centrada en Argentina, Brasil, Chile y Perú. Y, citando a CEPAL, destaca que estas inversiones se caracterizan por la “fuerte presencia” de empresas estatales o que tienen su respaldo, concluyendo que “… solo hay una empresa no estatal entre las diez compañías que más participación han tenido en las fusiones y adquisiciones de la región, entre 2002 y 2020 (“Las millonarias inversiones que aumentan la influencia de China en América Latina”, 29 de septiembre, 2021, mi énfasis). A su vez, Portafolio Internacional –citando al CCPIT– informa que “… América Latina y el Caribe es el segundo mayor destino para la inversión extranjera de China, con más de 2.700 empresas de capital chino operando en la región …” (Portafolio Internacional, 18 de febrero, 2022) (Ver: “China’s Growing Influence in Latin America”, Council on Foreign Relations, 12 abril, 2022).

Otros analistas argumentan que para China es crítico incrementar su rol en la conectividad global, a fin de asegurar su acceso a mercados estratégicos, llegar a minerales y alimentos sin restricciones y, al mismo tiempo, vender sus productos sin limitaciones. BBC News, en su publicación electrónica del 21 de octubre de 2021, destaca que “… Las empresas chinas quieren los puertos con la idea de dominar toda la cadena de suministros y así no depender logísticamente de otras compañías”. Según esta publicación, empresas de China controlan alrededor de 100 puertos en más de 60 países. Los mayores puertos operados por empresas china –en especial, Hutchison Ports– en Latinoamérica y el Caribe son Ensenada, Manzanillo, Lázaro Cárdenas y Veracruz en México; Freeport y Kingston en el Caribe; Colón y Balboa en Panamá; Chancay en Perú; Paranaguá en Brasil y Buenos Aires, en Argentina. El artículo de BBC News argumenta que el hecho de que aparentemente los “… objetivos sean principalmente económicos, no los hace menos estratégicos”, destacando que la influencia económica daría poder para tener más influencia política y luego usar esa influencia política para conseguir más ventajas económicas. Bien por China, ¿y nosotros?

Comentaristas internacionales agregan una “arista” adicional que –desde 2019– le ha facilitado a China expandir su influencia en Latinoamérica: la “Diplomacia del COVID” y los planes para la coproducción de vacunas en Argentina, Brasil, Chile y Perú, sobre la base del apoyo estatal a la industria farmacéutica china (BBC News Mundo, 30 de diciembre, 2021; Portafolio Internacional, 18 de febrero, 2022).

Por todo ello, los comentarios de nuestro embajador en los Estados Unidos –casi ignorados y rápidamente “barridos bajo la alfombra”– y la respuesta del embajador de China, adquieren relevancia y no pueden ser pasados por alto. El Embajador J. G. Valdés –en un Foro realizado en los Estado Unidos– habría señalado “… sí, sí queremos inversiones estadounidenses, canadienses, occidentales en Chile, en la industria del litio. Tenemos una excelente relación comercial con China, que es nuestro principal socio comercial, pero queremos que nuestros minerales estratégicos, nuestro desarrollo estratégico, estén asociados con países con los cuales compartimos valores y una larga historia juntos” (Ex-Ante, 30 de marzo, 2023). Comparto en su totalidad lo señalado por nuestro Embajador en los Estados Unidos, dada la trayectoria de nuestro desarrollo, el contexto internacional actual y el “perfil” exhibido por China en materia de relaciones económicas internacionales y comercio. Sí, y lamento que la Cancillería no lo haya respaldado públicamente frente a los comentarios realizados al respecto por el embajador Niu Qingbao, que se mostró “muy sorprendido” por las palabras del embajador Valdés porque no “concordaban” con las políticas y prácticas de Chile. ¿…? (Ex–Ante, 1 de abril, 2023). El embajador Niu Qingbao es muy prolífico en materia de declaraciones y nos ha “rayado la cancha” en más de una ocasión. Ahora no fue diferente y me pregunto qué ocurrirá con las licitaciones y explotación del litio, ante la segura “hiperactividad” de la diplomacia oriental.

No nos pueden “pillar volando bajo nuevamente, pero las presiones económicas y las urgencias que se esgrimirán serán enormes. Históricamente, nuestra relación económica-comercial con parte de los países avanzados no ha sido lo “fructífera” que debería ser, y ahora es el momento de demostrar que están en condiciones de ofrecer una “nueva forma de practicar el comercio y la inversión internacional. Me temo que, si los países que se proponen “postular” para explotar nuestro litio no se ponen a la altura de las actuales necesidades globales –una vez más–, terminaremos entregando el control del litio, como lo hicimos con nuestras autopistas y carreteras, y diversos servicios, así como con el salitre y el cobre, en otras oportunidades.

De ahora en más, los que liciten para la explotación de nuestros recursos naturales –el litio, por ejemplo– deberían demostrar su capacidad de transferir tecnologías limpias, ofrecer y financiar capacitación de alto nivel y apoyarnos en el desarrollo de la institucionalidad (incluyendo empresas del Estado) y la infraestructura necesaria para procesar y exportar el litio, diversificando nuestra economía y así potenciando nuestro desarrollo. Obras son amores y no buenas palabras”. 

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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