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Fundaciones basadas en la Filantropía Social Opinión

Fundaciones basadas en la Filantropía Social

Pedro Sariego P.
Por : Pedro Sariego P. Académico Departamento Ingeniería Mecánica, Universidad Técnica Federico Santa María.
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Por lo general, el Estado requiere de las fundaciones cuando estas, en el ejercicio de su propósito, han desarrollado un alto grado de experticia de la que el Estado carece. Tal es el caso de “Techo para Chile”, que ha trabajado por años con el Minvu y, si vamos más atrás, las fundaciones y corporaciones creadas por el Dr. Fernando Monckeberg, un adelantado a su tiempo, para eliminar la desnutrición infantil en el país, logro que constituye uno de los éxitos más grandes de Chile, a escala planetaria, y donde las fundaciones y el Estado trabajaron juntos, con pleno éxito. De eso se trata, ese es el espíritu de fundaciones basadas en la Filantropía Social. Es bueno tenerlo siempre presente, en especial en este momento aciago para quienes dan cuenta de su entrega generosa a los demás. Esperemos pase rápido este viento malo y sea posible que se restauren las confianzas a la brevedad.


Mucho se ha escrito y se dirá de la molestia ciudadana y en especial de quienes participamos en fundaciones legítimas, que, producto de la acción escandalosamente irresponsable de un grupo de jóvenes políticos, han sufrido un enorme daño en su credibilidad pública, manchando su buen nombre, su historia y su quehacer, pues se siente ya en las calles cómo late y se ha instalado la desconfianza, y todos sabemos que costará años superarla.

Como testimonio personal, señalar que participo de dos nuevas fundaciones sin ánimo de lucro, ambas apuntan al bien común, en una de las cuales soy el tesorero. Quienes participamos damos lo que tenemos, un poco de dinero para iniciar actividades, pero principalmente ideas y tiempo para causas que considero nobles. En una de ellas, “Fundación Futurum et Vita”, el objetivo es ayudar desde la técnica, la ingeniería, a discapacitados y ancianos, a mejorar su autonomía y su integración mediante el diseño y desarrollo de dispositivos que mejoren su movilidad, entre otros; en otra, “Fundación P 100”, esto es, 100 planetarios pequeños e integrales distribuidos a lo largo de Chile, se busca que los niños de nuestro país descubran las estrellas, el cosmos, pues vivimos bajo los mejores cielos del mundo para la observación astronómica. Trabajamos en silencio, de manera eficiente y eficaz, para cumplir los objetivos trazados.

Esto se llama Filantropía Social, creemos en ella quienes participamos en esto y la reivindicamos, como la totalidad de las fundaciones creadas con espíritu altruista, basado en el logro del bien común, del bien al otro, en distintos rincones de Chile. Quienes participamos de las fundaciones sin ánimo de lucro ponemos nuestros talentos a disposición y afirmamos que ayudar al otro está en el ADN humano. Es un buen instrumento y lo reivindicamos, porque es una forma ágil, fluida y ordenada de canalizar este querer ir en ayuda del otro.

Lejos estamos todos de lo grotesco, del trágico espectáculo de fundaciones espurias, creadas por militantes de partidos políticos para hacerse de manera miserable de recursos del Estado destinados a los más pobres entre los pobres, para el uso partidario y/o para sí. Este “ánimo de lucro” de estos noveles abusadores de la fe pública los hunde en un mundo de contradicciones personales, de las que tendrán tiempo de meditar. Por cierto, si todo esto va más allá de la mera codicia personal, y todo esto es parte de un ardid político planificado, se requiere y urge la respuesta contundente de los organismos del Estado que corresponda.

Confieso mi indignación, la de todos. Las fundaciones son entidades serias que canalizan el espíritu de las personas hacia los desvalidos dentro de sus comunidades, especialmente cuando el Estado falta, cuando no llega y no alcanza, cuando y donde está literalmente ausente.

La mayoría de las fundaciones no apela al Estado, no pide al Estado. Es amiga de la fraternidad de las personas, impulsada primero por la participación ad honorem de los miembros de las mismas. Por cierto, busca canalizar donaciones personales, donde es posible encontrar a personas que aportan parte importante de lo que han logrado en vida, como asimismo los aportes de las empresas privadas en el marco de la responsabilidad social empresarial.

Las que se vinculan al Estado participan de sus licitaciones públicas, siempre por montos muy acotados, todas cumplen las reglas y rinden minuciosas cuentas. Dicho eso, hay situaciones en que algunas fundaciones se asocian con el Estado cuando es necesario enfrentar un problema mayor.

Por lo general, el Estado requiere de las fundaciones cuando estas, en el ejercicio de su propósito, han desarrollado un alto grado de experticia de la el Estado carece. Tal es el caso de “Techo para Chile”, que ha trabajado por años con el Minvu y, si vamos más atrás, las fundaciones y corporaciones creadas por el Dr. Fernando Monckeberg, un adelantado a su tiempo, para eliminar la desnutrición infantil en el país, logro que constituye uno de los éxitos más grandes de Chile, a escala planetaria, y donde las fundaciones y el Estado trabajaron juntos, con pleno éxito.

De eso se trata, ese es el espíritu de fundaciones basadas en la Filantropía Social. Es bueno tenerlo siempre presente, en especial en este momento aciago para quienes dan cuenta de su entrega generosa a los demás. Esperemos pase rápido este viento malo y sea posible que se restauren las confianzas a la brevedad.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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