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La cultura, una tarea difícil Opinión Manuel Lema Olguín/AgenciaUno

La cultura, una tarea difícil

Mauricio Electorat
Por : Mauricio Electorat Escritor y académico chileno. Autor de "El paraíso tres veces al día", "La burla del tiempo", "Las islas que van quedando" y "No hay que mirar a los muertos", entre otros textos.
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La lectura debería ser una cruzada nacional, encabezada por el Ministerio de Educación, porque revertir esta verdadera enfermedad social, que no hace sino aumentar la desigualdad, supone un trabajo de varias generaciones, que debe comenzar desde la educación primaria. No basta con políticas de fomento de la lectura, que es como se ha abordado hasta ahora. Eso es como darle una aspirina a un enfermo que necesita años de tratamiento. Esta incomprensión lectora nacional es lo que explica, por ejemplo, que la cancillería promueva, con la mejor intención del mundo, un video dedicado al poeta Gonzalo Rojas lleno de errores e inexactitudes. Un bochorno más.


Encabezar el Ministerio de las Culturas es probablemente una de las tareas más difíciles que existen en el Chile de hoy. No seré yo quien cuestione las competencias de Carolina Arredondo para desempeñarse como ministra, eso me parecería de una mala leche y poco compatible con el necesario diálogo del que más o menos todo el mundo se declara partidario. Pero hay varios hechos significativos que sí se pueden señalar. En primer lugar, el más obvio: parece que nuestros políticos tienen una tendencia a considerar al gremio de los actores como una cantera de futuros ministros de cultura: Luciano Cruz-Coke, Paulina Urrutia y ahora Carolina Arredondo.

No quiero insinuar que los actores estén incapacitados para ser ministros –de cultura o de cualquier otra cosa–, pero la pregunta obvia es: ¿Qué significa la cultura para nuestra clase política? ¿Será que consideran que para encargarse de ese complejo ámbito es políticamente más redituable tener lo que se llama “un rostro”? No sé. ¿O será que los actores están mejor preparados que otros profesionales para lidiar con realidades muy crudas, por no decir crueles, y demandas sectoriales muchas veces imposibles de satisfacer? Tampoco sé. Lo que sí es un hecho es que no carecemos en este país de profesionales que han dirigido centros culturales complejos con gran competencia, como el GAM, el Centro Cultural de La Moneda, Matucana 100, Balmaceda 1215 y muchos otros. Pero en fin, supongamos que para ser Ministro de Culturas sea necesario “algo más” que una impecable trayectoria en la gestión cultural. Después de todo, la vida es así, usted estudió teatro y le tocó ser ministro o ministra de Culturas, qué se le va a hacer, como se dice en buen chileno, hay que puro apechugar…

Ahora, en este momento, el de Ministra de Culturas sea quizás el papel más difícil en la vida de una actriz, porque el Ministerio de las culturas y las artes está en el suelo. En primer lugar, el desastre de Frankfurt terminó de derribar al ministerio en la percepción de muchos. Si a usted lo invitan como país a la feria literaria más importante del mundo y rechaza acudir porque carece de presupuesto y de personal –como adujo el ministro saliente– la pregunta es obvia: ¿para qué tener un ministerio de cultura? Algunos agregaron que para ir como invitado de honor había que tener mucho que mostrar. O sea, no hay personal, ni presupuesto y a la cultura chilena le queda grande esa vitrina…

No es lo único: el ministerio ha enfrentado, y enfrenta aún, huelgas larguísimas, como la del Bafona, que los dos predecesores de la actual administración no pudieron resolver del todo. Pero hay algo mucho más crucial: Chile es un país aquejado de un analfabetismo funcional que ronda casi el 50%. Esto quiere decir que prácticamente la mitad de la población, siendo alfabetizada, no lee nunca y tiene, por consiguiente, dificultades de comprensión de mensajes simples. Este es un drama del que ningún gobierno se ha hecho cargo hasta ahora. Un país que ha olvidado leer es un país en el que la cultura sencillamente no prende. Si casi la mitad del país no lee el desarrollo tampoco prenderá, es inútil hablar de desarrollo sustentable.

La lectura debería ser una cruzada nacional, encabezada por el Ministerio de Educación, porque revertir esta verdadera enfermedad social, que no hace sino aumentar la desigualdad, supone un trabajo de varias generaciones, que debe comenzar desde la educación primaria. No basta con políticas de fomento de la lectura, que es como se ha abordado hasta ahora. Eso es como darle una aspirina a un enfermo que necesita años de tratamiento. Esta incomprensión lectora nacional es lo que explica, por ejemplo, que la cancillería promueva, con la mejor intención del mundo, un video dedicado al poeta Gonzalo Rojas lleno de errores e inexactitudes. Un bochorno más.

Por último, uno esperaría que la izquierda se tomara en serio este problema, porque la cultura es tradicionalmente “de izquierda”. Los intelectuales, los artistas, las personas cultas que entienden el mundo como algo más complejo que unas transacciones de bienes y servicios, en general no han sido ni son de derecha. Por eso la cultura debería ser una de las grandes batallas de este gobierno. Y también, al revés, porque es necesario que este gobierno muestre que la cultura, entendida como un camino al desarrollo, sigue siendo crucial para la izquierda. Sería, pues, indispensable que el gobierno propusiera una política cultural para Chile.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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