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Crisis climática y la amenaza a los derechos humanos desde un enfoque ecofeminista Opinión

Crisis climática y la amenaza a los derechos humanos desde un enfoque ecofeminista

Jessica Rodríguez
Por : Jessica Rodríguez Periodista y máster en comunicación política.
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El informe señala que comunas con menos ingresos, como Quilicura, Renca y Cerrillos serán las más perjudicadas, mientras aquellas con mayores ingresos, como Lo Barnechea, Vitacura y Las Condes, las que menos perjuicios sufrirán.


A 75 años de la Declaración Universal de los Derechos Humanos es necesario reflexionar sobre la urgente necesidad de abordar la actual crisis climática, desde una perspectiva que integre los principios del ecofeminismo, como una amenaza que pone en jaque Derechos Humanos tan esenciales como el derecho a la vida, la salud, la alimentación, el agua, la vivienda, el desarrollo y la autodeterminación.

El ecofeminismo aborda la relación existente entre la subordinación de las mujeres y otros grupos sociales no privilegiados con la sobreexplotación y degradación del ecosistema. Desde ahí es posible señalar que tanto el patriarcado como el actual sistema económico han deteriorado, vulnerado y dañado profundamente nuestro bienestar. Como consecuencia la actual crisis climática es una real amenaza no solo para el medio ambiente y los ecosistemas, sino que también para los derechos humanos.

La crisis climática afecta de manera significativa la vida de niñas, mujeres y personas mayores que viven en sectores vulnerables marginados. Y pese a que las consecuencias afectan a todo el mundo, este sector de la población es el que enfrenta de manera más desproporcionada las consecuencias de los “desastres naturales”, ocasionados por la intervención humana.

El movimiento ecofeminista no solo ha abogado a lo largo de la historia por la equidad de género, sino también por posicionar y destacar  el rol de las mujeres en la toma de decisiones medioambientales, ya que hacerlo posibilita la inclusión de diversas perspectivas que son vitales para generar posibles soluciones y desafiar las prácticas destructivas hacia el ecosistema, instalando un enfoque mucho más equitativo, regenerativo y sostenible en el tiempo.

Reconocer la interconexión entre los Derechos Humanos y el equilibrio de los ecosistemas permite hacernos cargo de las profundas desigualdades. A lo largo de la historia, los derechos humanos se han enfrentado a múltiples desafíos. En 2019, Michelle Bachelet, en su rol de Alta Comisionada de la Organización de Naciones Unidas (ONU) comentaba que “desde la Segunda Guerra Mundial, quizás sea la emergencia climática mundial, la que representa una amenaza de mayor magnitud”.

En 2022, en una decisión histórica, la ONU declaró que el medio ambiente saludable es un Derecho Humano y que el cambio climático y la degradación ambiental integran parte de las amenazas más urgentes para el futuro de las personas, siendo indispensable contar con acceso a un “medio ambiente limpio, saludable y sostenible”.

Fusionar ecología y feminismo permite trascender de manera integral la lucha por la justicia ecosocial. Y si bien la resolución de la ONU no es jurídicamente vinculante para los 193 Estados miembros de las Naciones Unidas, sí logran instalar un precedente para que otros países puedan integrarse.

El ecofeminismo se alinea con la intención de que el Estado deba garantizar un medio ambiente saludable y con condiciones de vida dignas. Objetivo no menor, si tomamos en consideración, por ejemplo, los resultados que arrojó el último estudio de Corporación Ciudades, que identificó cuáles serán los sectores del Gran Santiago más golpeados por las olas de calor producto del cambio climático.

El informe señala que comunas con menos ingresos, como Quilicura, Renca y Cerrillos serán las más perjudicadas, mientras aquellas con mayores ingresos, como Lo Barnechea, Vitacura y Las Condes, las que menos perjuicios sufrirán. El motivo principal de estas diferencias en gran medida se debe al nivel de inversión con que cada municipio cuenta para proveer de zonas verdes a sus vecinos y vecinas, ya que la vegetación puede disminuir entre dos y ocho grados la temperatura ambiental.

Conmemorar el Día Internacional de los Derechos Humanos, que se recuerda cada 10 de diciembre, implica no solo abogar por los derechos individuales, sino también reconocer la responsabilidad colectiva de proteger y garantizar nuestro entorno. En ese punto, el ecofeminismo es un aliado poderoso en este viaje hacia un futuro más justo y sostenible, recordándonos que la defensa de los derechos humanos se vincula con la protección de la justicia social, empezando por la preservación de nuestro único hogar: el planeta Tierra.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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