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El anecdotario desconocido del caso Inverlink

Conozca al interventor y al síndico de malas pulgas, el abogado pillado en falta y el testigo tapado. Una fauna que pulula por los pasillos de tribunales en torno a la investigación judicial del caso que mayor número de damnificados ha dejado en los últimos tiempos. Sepa los detalles.


¿Quién es el testigo de conducta de Eduardo Monasterio?, preguntó en voz alta, el pasado miércoles, un funcionario del Segundo Juzgado del Crimen de Santiago donde se lleva el caso Inverlink. Su consulta resonó en el amplio espacio que alberga a dos tribunales, provocando la agitación de los periodistas y gráficos que barrieron el recinto en búsqueda de quién sería el elegido para tan difícil misión.



Al poco rato un «¡ah, chucha, me equivoqué!», frustró las expectativas que tamaño golpe noticioso provocó entre los profesionales de la prensa y los abogados que suelen pulular por el lugar. Después de las risas, todos volvieron a la compostura habitual que suelen adoptar cuando ingresan a los tribunales.



Este no ha sido el única anécdota que se ha vivido en el caso Inverlink, también las hay vinculadas al magistrado que lleva el proceso, Patricio Villarroel.



El viernes pasado, el ministro suspendió todas las audiencias que tenía fijadas con semanas de antelación entre las 13 y 14 horas, tiempo que destina a recibir a los abogados que defienden a las partes en los casos que lleva Villarroel. Esa mañana corrió el rumor entre los periodistas, de que el magistrado había roto su tradición para constituirse en «lugar, a eso de las 2 de la tarde".



Cerca de la hora clave, se le vio salir acompañado por el jefe de la Brigada de Lavado de Activos de Investigaciones (Brilac), Juan Francisco Hernández y su actuario Orlando Vásquez.



La diligencia consistía de una reunión de "coordinar" que se realizó en el Club de Investigaciones. Allí, el magistrado junto a Hernández, Vásquez y otros funcionarios de la Brilac analizó las nuevas vías que ha tomado la indagatoria, pero en torno a una mesa que vio desfilar platos de carnes rojas y mariscos, amén de vinos acorde a cada ronda.



Fuentes vinculadas al casino policial comentaron que el magistrado es un gran «degustador», como también un inspirado sommelier.



Durante toda la semana los periodistas han tenido más de una dificultad para hacer su trabajo. A veces, debido a la cantidad de personas que han declarado en el proceso y la amplia planta de ejecutivos y funcionarios que tenía Inverlink antes de caer en desgracia, hacen difícil saber a ciencia cierta quién es quién y su importancia para la indagatoria.



El miércoles pasado, cerca de las 13.30 horas, cuando tras una larga mañana de reporteo, varias llamadas por celular y corridas en falso, trascendió que todavía faltaba que concurriera uno de los citados para ese día. De pronto el actuario llamó a un tal Roberto Villena.



Los reporteros corrieron antes de que la puerta del juzgado fuera cerrada para tratar de obtener una declaración del operador de La Serena de Inverlink, pero fue imposible. Lo insólito es que Villena había estado sentado toda la mañana en medio de todos esperando que lo llamaran.



Los periodistas tampoco olvidan el genio liviano y excesiva asertividad del interventor nombrado por el tribunal, William Jalaff. De hecho, le ha costado más de algún comentario ácido en su contra por su costumbre de llamar la atención de los reporteros en un estilo duro y directo, para decirlo diplomáticamente.



Otro que postula al «premio limón» es el síndico de Inverlink Capitales, Marcos Sánchez, quien tras ser consultado sobre sus actividades en torno a la liquidación de bienes, en tono poco amable respondió al desafortunado reportero que intentó entrevistarlo: «léase la ley quiebras, antes de hacer preguntas».



No más cordial fue la respuesta que dio el abogado de los trabajadores de Inverlink, Luis Severo, quien concurrió el pasado jueves al tribunal en representación de Angélica Martín, una captadora del holding. Un reportero, quiso saber si era efectivo que él figuraba en la lista de personas a quienes su defendida había captado dineros para ponerlos en Inverlink. Algo sorprendido, Severo respondió en tono acorde a su apellido: «no respondo sobre cosas personales».

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