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Gilberto Gil: «No quería que Lula me llamara para ser ministro»

No hubo ni que preguntárselo. Definitivamente, venir a nuestro país en calidad de Ministro y músico le generó una confusión en su agenda que más de un mal entendido provocó entre la productora que lo trae a Chile y el Mineduc. Gajes de su nuevo oficio, que de todos modos, Gil se toma con simpatía bahiana pero con la seriedad de un Secretario de Estado que vino a firmar un acuerdo de intercambio cultural con nuestro país.


Ser Ministro de Cultura y al mismo tiempo un músico de trayectoria como Gilberto Gil pareciera ser un complemento perfecto, una armonía fantástica. Sin embargo, congeniar las agendas como Secretario de Estado y artista en algunos casos puede desafinar hasta a los mejores intencionados.



Es que es raro también encontrarse con un Ministro que canta y que, por si fuera poco, es además ícono de uno de los movimientos estéticos latinoamericanos más particulares y prolíficos, el tropicalia o tropicalista, que Gil generó junto con su inseparable compañero Caetano Veloso.



Pero como buen bahiano, este hombre de casi 40 años de carrera artística, militante del Partido Verde y que no es un novato en las lides políticas, puesto que fue secretario de Cultura en su ciudad natal, Salvador, en el estado de Bahía, de 1987 a 1988 y concejal municipal de 1989 a 1992, se lo toma con tranquilidad.



De paso por nuestro país en medio de la gira Kaya N’ Gan Daya, que además es el título de su último disco tributo a Bob Marley, Gil aprovechó de reunirse con el Ministro de Educación, Sergio Bitar, con quien firmó un acuerdo de intercambio cultural.



¡Lula no es burro!



Antes de aceptar su cargo como Ministro de Cultura del actual gobierno de Lula, Gilberto Gil exigió sólo una cosa: que se le permitiera realizar conciertos. ¿La razón? Los 8 mil reales (algo así como 2 mil 200 dólares) que le corresponden por su actual cargo no le alcanzan para mantener a su productora y los músicos que trabajan con él. Fue entonces cuando se desató la polémica en Brasil, que el Ministro-Cantante enfrentó y justificó sin dar pie atrás.



Las críticas, sin embargo, no quedaron ahí. Su designación alarmó, incluso, a sus propios pares, como el escritor Deonísio da Silva, quien a pesar de valorar a Gil como artista, cuestionó sus capacidades como administrador.



"Yo tampoco estaba seguro de estar a la altura de las circunstancias, porque yo mismo me cuestiono mis capacidades", bromea junto a El Mostrador.cl, medio que tuvo acceso a una entrevista personal con Gil.



"En una gira por Brasil en la primera semana luego de que Lula asumiera – agrega – , hubo un lienzo que decía "todo lo que queremos es dedicación". Cuando lo vi, me dije bueno, yo tengo dedicación, por lo que debo estar tranquilo. Además, eso no depende de haber estudiado en la Universidad o de tener experiencias anteriores en la vida, nada de eso, sino que depende sólo del amor que se tenga por lo que se hace. Por eso asumo mi nuevo trabajo como Ministro con una dedicación profunda al límite de mis posibilidades. Ese es mi gran compromiso."



– Las quejas le llegaron también por el PT, pues a muchos les molestó que asumiera usted, militante del Partido Verde, en un cargo visto pro la sociedad brasileña como crucial.
– Esa crítica jamás la acepté, porque fue la intención del propio Presidente realizar un gobierno plural, que no fuera de sólo de su partido. Por lo mismo, las críticas las devolví a todos diciendo que a quien debían formulárselas era a Lula, porque él es el responsable que me haya elegido a mí a pesar de no ser de su partido. No es un problema mío sino del Presidente.



– Junto con ser músico, ¿qué otros aspectos de su personalidad cree que los hacer ser idóneo para ser el Ministro de Cultura?
– Tengo una personalidad muy común de gente que se mezcla la dimensión espiritual y la dimensión simbólica-subjetiva, con el mundo práctico. Mucha gente en el mundo trabaja con esos criterios y yo soy uno de ellos. A mí me gusta hacer música, crear sueños, aportar al simbolismo del arte, pero también disfruto haciendo cosas prácticas con la gente, como proyectos y actividades que me permitan trabajar con y en la materialidad y no sólo la abstracción de la vida. Eso me gusta, porque son complementarios y necesarias unas de las otras.



– ¿Ve como una consecuencia lógica el llegar a ser Ministro en un Gobierno de izquierda luego de haber encabezado el tropicalia, claramente marcado por canciones de contenido social y protesta?
– Llevo 40 años de actividad musical y de defender la cultura brasileña. Tengo una vida política anterior y he apoyado abiertamente las campañas de Lula…no estaba fuera de las perspectivas la posibilidad que me llamara para ser Ministro. ¡No quería que me llamara, no quería!, porque es una responsabilidad enorme y un cambio de vida muy grande, pero acepté porque es un desafío personal y porque creo en Lula.



-La izquierda más dura de Brasil ha criticado que el Gobierno de Lula en estos meses ha mostrado ser bastante más ponderado de lo que se esperaba en cuanto a políticas sociales y económicas.
-Soy un defensor de la orientación que le ha dado Lula a su Gobierno, porque me gusta seguir el camino del medio. Mis colegas no querían y se mostraban reticentes a la candidatura de Lula, porque pensaban que podría tener una orientación más a la izquierda y que caería en un dirigismo cultural. Yo sabía que no sería así, pues Lula estaba seguro que sería ponderado y suficientemente racional y generoso para hacer lo mejor posible y lo menos traumático para el país. ¡Si no es burro!, les decía. Ustedes piensan que el es loco, pero sé que no lo es. Por eso no me ha sorprendido que haya constituido el Gobierno en la forma que lo hizo y que intente enfrentar la política como lo está haciendo.



-Además de su concierto, viene a firmar un acuerdo de intercambio cultural. En Chile se conoce mucho de la cultura brasilera, gracias en parte a las teleseries y a la música. ¿Pero qué producto artístico chileno que conozca podría quizás introducirse en su país?
-Hay un grupo, los Inti Illimani, que invité hace cuatro o cinco años a participar en un festival que hacemos en Bahía y que es de percusión. Es un grupo interesante y hay otros, pero ése es el problema, que no sabemos las manifestaciones artísticas que se producen acá. A mi país no llegan discos, ni libros ni películas chilenas diferencia de hace 40 años atrás, cuando, por ejemplo, Gatica era popular en Brasil. Ahora ya no tenemos artistas chilenos, ni argentinos, ni colombianos que sean populares allá a diferencia de lo que ocurría en el pasado.



– ¿Cómo explica ese fenómeno?
– Hubo una externalización favorable a la música de Norteamérica y de Europa. La televisión y los medios modernos de comunicación han hecho que todo sea igual en el mundo.



– ¿Qué proyectos específicos podrían ayudar a reactivar un intercambio cultural más fluido entre Chile y Brasil?
-Tenemos que mejorar, primero, lo que ocurre en Brasil. Es por eso que el actual presupuesto destinado para la cultura que es de 0,2 por ciento del PIB queremos que llegue a un punto por lo menos. Junto con ello, tenemos que hacer, por ejemplo, un intercambio de lo que se hace en cine tanto en Chile como en Brasil haciendo ciclos en cruzados en cada país.

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