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Pacto municipal: el riesgo de multiplicar el «efecto Paredes»

En las parlamentarias del 2001, Iván Paredes no se conformó con que su partido le pidiera no ser candidato a diputado por Arica. Así es que renunció al PS y se presentó por fuera de la Concertación…y ganó, en perjuicio de los postulantes del pacto. Ahora, para las municipales del 2004, una serie de factores muy concretos -elecciones separadas, directivas partidarias novatas y otros- puede significar que el síndrome Paredes se multiplique.


Más allá de lo poco avanzado que esté aún el acuerdo de los partidos de la Concertación para las elecciones municipales del 2004, todo indica que los criterios en que se basará ya están bastante definidos y que la presión de la alianza oficialista por no perder la mayoría frente a la derecha será determinante para que sea el esquema electoral se ordene fácil y fluidamente.



Sin embargo, y dejando fuera el planteamiento consensuado que en las 40 comunas más importantes se elegirá al mejor candidato, el criterio que los cupos de las 301 comunas restantes, tanto para la elección de alcaldes como de concejales, se repartan propendiendo a que cada uno de los subpactos tenga el 50 por ciento de los candidatos, determina que ésta vaya a ser una elección de alta complejidad para la Concertación.



Es lo que explicaron a El Mostrador.cl algunos dirigentes de los partidos de la alianza que han estado revisando la fórmula en que se trabaja. El acuerdo que deben sellar la DC, el PS, el PPD y el PRSD encierra tal cantidad de conflictos latentes que hace que pueda ser uno de los trances electorales más difíciles.



La concatenación de dificultades no es menor: se trata de dos elecciones separadas: alcalde y concejales. Además, deberán entenderse dos directivas nuevas -la del PS y el PPD- y una tercera -la DC- presionada por recuperar votación perdida. Y por último, no pocos dirigentes y militantes de la Concertación creen que el gobierno vive sus dos años finales y siendo así, pocas promesas pueden hacer los partidos para convencer a un potencial candidato que no se presente y le deje su cupo a otro.



La combinación de estos factores multiplican el riesgo de que en todas aquellas comunas en que un pacto deba omitirse a favor del otro no haya manera de evitar que los candidatos frustrados decidan hacer lo mismo que en su momento hizo Iván Paredes y presentarse por cuenta propia.



Las dificultades del nuevo sistema



Parte importante de las complejidades detectadas por algunos veteranos negociadores tiene que ver con el sistema electoral. Este, es el elemento que determina en buena parte al sistema político y de partidos: en Chile, doce años de sistema binominal llevaron a un sistema bipartidista que antes no existía, pero que ahora está instalado. El binominalismo sui generis que se ha arraigado es efecto del sistema binominal mayoritario vigente, que exige listas de estrictos dos cupos y cerradas, pero que por otro lado permite subpactos.



En esta realidad de "bipartidismo" inducido, las elecciones municipales hasta ahora, eran una elección de concejales en la que uno de ellos, si cumplía ciertos requisitos, se transformaba vía indirecta en el concejal/alcalde. Eran unos comicios plurinominales (varios candidatos), que permitían subpactos, y con un sistema proporcional.



Todo este escenario conocido cambiará el 2004. El nuevo modelo de elecciones separadas significará que habrá dos cédulas, una para alcalde y otra para concejales. La de alcaldes será una especie de elección presidencial pero a nivel de comuna: cada subpacto puede presentar sólo un candidato para ser edil. Todos los otros aspirantes del mismo partido deberían conformarse con postular para concejales. Como la idea es que la DC pueda tener cerca del 50 por ciento de los cupos para alcalde (o poco menos) eso significa que en esas comunas el PS, el PPD y los radicales NO llevarán candidatos. Y vicerversa.



Y aquí es donde pueden empezar los problemas. El escenario está más complicado que nunca para garantizar la enorme disciplina partidaria que el nuevo sistema de elecciones exigirá a la Concertación.



Ya en la municipal pasada el tema del desorden partidario significó costos importantes: buena parte de las alcaldías que la Concertación perdió fue porque no pudo exigir a sus militantes electos respetar los acuerdos adoptados a nivel nacional. En una elección municipal, los factores políticos locales -simpatías, odios, parentescos, relaciones de amistad y comerciales- son poco manejables desde las direcciones centrales de los partidos.



Por otra parte, este problema deberá ser controlado por tres directivas en situación "especial". Adolfo Zaldívar y su mesa tienen muchísima presión sobre sí para subir su porcentaje electoral nacional, y no son pocos los discursos en que Adolfo menciona el desincentivo en que ha entrado la militancia regional debido a que han tenido que votar por candidatos de la izquierda. Su contraparte en el PS y el PPD serán mesas directivas prácticamente "en estreno": ni Gonzalo Martner ni Víctor Barrueto tienen gran experiencia en cargos de dirección nacional de sus colectividades.



Fuera de estos "factores ambientales" están los impone el esquema electoral: en cada comuna deberán ponerse de acuerdo cuatro partidos para un solo cupo de alcalde, lo que puede llevar a que por cada candidato haya por lo menos tres frustrados.



También se deberá contar con la carga de frustración que derive del criterio "el que tiene, mantiene" que contempla el acuerdo municipal en que ha avanzado hasta ahora la Concertación. Hay alcaldes que llevan tres periodos, y este criterio deja fuera aspirantes -incluso de sus mismos partidos- que llevan lustros esperando su oportunidad.



Esto tiene relación, por cierto, con el hecho que tampoco hay "moneda de cambio" para los frustrados: por primera vez la Concertación no tiene la certeza de gobernar después del 2005 y, por lo tanto, difícilmente puede convencer a un buen candidato de no ir bajo la promesa de ser en el futuro cercano seremi o gobernador o cualquier alto cargo en la administración (los que con las nuevas leyes de transparencia, tampoco tendrán remuneraciones atractivas).



Estando bastante instalada la sensación de vivir las postrimerías del gobierno, tampoco es descartable la influencia que puedan ejercer los parlamentarios en sus zonas para alentar aventuras extra Concertación. Mal que mal, estos aspiran a seguir en su cargo aunque el gobierno se acabe, y para ello necesitan fortalecer a "sus hombres en la región".



Así pues, son numerosos los obstáculos que llevan a pensar que este sistema uninominal se estrellará contra el bipartidismo vigente y que el sistema de pactos puede enredar aun mas las cosas.



Por eso es que, según fuentes del PS y del PPD, tanto Barrueto como Martner piensan que no es mala idea no hacer subpactos en las elecciones de los concejales. Que cada partido lleve sus candidatos abre las posibilidades de juego y de acuerdo entre los partidos. Otros dirigentes piensan que, en realidad, sería mejor modificar la ley y eliminar los subpactos en el caso de la elección de alcaldes, porque eso sí que descomprimiría unos comicios tan complejos.



Aunque todos estos análisis pueden parecer prematuros y banales estando recién en junio del 2003, hay dirigentes preocupados porque el tema no les parece menor: en el resultado de la elección del 2004 radica la unidad futura de la Concertación y, en enorme medida, el resultado de la presidencial 2005.



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