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La intolerancia de la derecha y el autoritarismo chileno

Una investigación de la Universidad de Chile, que cuenta con el apoyo de la Secretaría General de Gobierno, constata que las personas que se identifican con la derecha tienen mayor propensión a ser intolerantes y que, actualmente, entre los chilenos predomina una actitud autoritaria que queda reflejada en el 67% que cree que los «militares deben ocupar el gobierno cuando los políticos no se ponen de acuerdo».


"Chile abierto al mundo". Esa consigna -tratados económicos internacionales mediante- se ha hecho recurrente los últimos años. Se dice con orgullo, haciendo un guiño no poco soberbio mientras se mira al vecindario. Pero tras la imagen de un país cada vez más desarrollado que se incorpora con éxito a la economía mundial, se oculta a una sociedad que dista bastante de ser abierta.



Lo que se está planteando no es otro prejuicio más, pues hoy la Universidad de Chile dará a conocer públicamente el estudio Tolerancia y No Discriminación, donde queda graficado que lo de abierto solo tiene sustento en lo económico, pues en lo valórico somos bastantes cerrados en comparación a otras sociedades.



La investigación, que contempló Santiago (600 entrevistas), Iquique (399) y Temuco (399) contó con el apoyo de Subsecretaría General de Gobierno, el Ministerio del Trabajo y el Sernam. Una de las conclusiones generales más interesantes que arrojó el estudio, fue la constatación de que los jóvenes y los grupos socioeconómicos altos tienen actitudes más tolerantes, lo que se puede entender en el último caso por el nivel educacional.



Lo mismo ocurre con quienes en términos religiosos se definen como ateos o indiferentes, contraponiéndose con aquellos que tienen creencias evangélicas y protestantes, que se asocian más a la intolerancia. De uno u otro modo, estos resultados podrían suponerse a priori pero tienen el valor de estar sustentados en una investigación académica respaldada por tres ministerios y una universidad.



Hasta acá, entonces, nada sorprendente. Pero lo que de seguro incomodará a think thank como el Centro de Estudios Públicos (CEP) o la Fundación Futuro, es que se confirmó uno de los estigmas que más pesan a la derecha chilena: su sesgo intolerante. Textualmente, la investigación expresa: "mientras más a la derecha se situé una persona, más probabilidades de que sea intolerante. Y mientras más se acerque a la izquierda, más probabilidades de que sea tolerante".



Para Jaime Aymerich, sociólogo que estuvo a cargo del estudio, esta tendencia "es específica de la sociedad chilena y de algunos otros países de la región, pero no es válida para otras culturas en que hay derechas que sí son democráticas. Esto puede caer mal, pero es muy fácil de argumentar: en la derecha chilena aún no consolida una cultura democrática y aún no se libera del autoritarismo de que es heredera".



Como el mismo Aymerich explica, tener una actitud intolerante implica negar o restringir la posibilidad de expresar opiniones o creencias y no respetar la libertad de las personas de elegir su propia forma de vida, mientras que la discriminación promueve o acepta realizar distinciones que implican dar trato de inferioridad o restringir los derechos de algunas personas sobre la base de su pertenencia a categorías sociales o naturales.



Intolerancia y discriminación



En términos generales, los encuestados en Santiago se mostraron en un 52 por ciento como tolerantes y un 76,6 como no discriminatorio. Sin embargo, un 16 manifestó actitudes muy intolerantes y un 18,8 como altamente discriminatoria.




"La intolerancia aparece divida en Chile, pero además polarizada y con cierta correlación a lo que son las actitudes discriminatorias. Esto quiere decir que si bien hay casi un equilibrio en términos porcentuales entre personas que son y no tolerantes (50-50), es sumamente preocupante que en algunos casos tienda hacia los extremos, porque finalmente tanto la discriminación como la intolerancia, que son altos, se traducen en comportamientos", comenta Jaime Aymerich.



Esto se traduce, por ejemplo, en los altos niveles de homofobia, donde un 57 por ciento se declaró contrario a que haya profesores homosexuales en los colegios, en tanto que un 48 está de acuerdo con que los médicos deben investigar las causas de la homosexualidad para evitar que sigan naciendo más.



Lo que no deja de llamar la atención, es que en el tema del aborto hay una evidente abertura. Esto se comprueba por el abrumador 69 por ciento que ante la cita ya que siempre han existido abortos y que siempre existirán, debe legislarse para que se realicen en mejores condiciones dice aprobar en Santiago.



Autoritarismo y patriocentrismo



Uno de los aspectos más preocupantes que revela la investigación, es el marcado autoritarismo de los chilenos, que queda reflejado en la afirmación: Cuando los políticos no se ponen de acuerdo y dividen al país, los militares deben ocupar el gobierno, en la que en el caso de Santiago un 67 por ciento se manifiesta tolerante a esta información, contra un 29 de intolerantes, es decir, que están en desacuerdo con ella.



A la frase Los jóvenes de hoy necesitan mano dura ya que le han perdido el respeto a todo, un 40 por ciento se mostró tolerante, versus un 60 que se declaró intolerante.



Para Jaime Aymerich, estos elevados índices fueron una "sorpresa", ya que dramáticamente constatan un "comportamiento autoritario de las personas desde su sistema de personalidad y tiene una actitud de sumisión hacia el poder y agresividad y desconfianza hacia los mandos medios".



Esa necesidad de control exógeno queda también expresado en el 51 por ciento que está a favor de que se censura lo que aparece en televisión para que no se difundan valores equivocados, o el 50 que estima los libros que contengan ideas políticas erróneas deben ser retirados de las librerías.



Aymerich cree que estos altos porcentajes se deben a "las debilidades de la democracia cultural y política de Chile. Por otra parte, la nuestra es una sociedad muy jerarquizada, donde la empresa privada y el Estado están fundados estructuras muy verticales y poco participativas. En modelos de países más tolerantes, los sindicatos tienen participación en la gestión de la empresa, por ejemplo".



Otra de las herencia de la dictadura es el patriocentrismo, que en la investigación se define como una "adhesión ciega e irracional a símbolos y valores etnonacionales". Los guarismos en este punto son particularmente altos y polarizados, y quedan de manifiesto en sentencias como a pesar de que hay excepciones, está claro que los chilenos somos más capaces que los habitantes de los países vecinos, a la que 24 por ciento de los santiaguinos dijo estar totalmente de acuerdo y un apenas un 16 totalmente en desacuerdo.



Al respecto, el sociólogo dice que "no es que antes de la dictadura no existiera identidad nacional, pero durante gran parte del siglo 20 estaba asociada más bien a la democracia. Eso empezó a cambiar con lo la doctrina de seguridad nacional bajo el régimen militar. Por eso cuando hablamos de patriocentrismo hacemos referencia a una dimensión vacía, irracional frente al otro "no nacional", que se manifiesta en actitudes xenofóbicas como también en una reacción contraria hacia los grupos indígenas".



VEA ESTUDIO COMPLETO



Precisiones del coordinador del informe




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