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«Me dijeron que cuando Lavín pierda el 2005, mi veto enTVN será histórico»

Para este representante de los sectores más liberales, no fue un dato más el veto que sufrió por parte de los duros para integrar el directorio de Televisión Nacional. Ello denotó, a su juicio, la falta de cultura democrática que existe en la derecha y que deberá resolverse dentro del proyecto de la Alianza Popular.


El año del ex director del Instituto de Ciencia Política de la Universidad Católica, Oscar Godoy, empezó un poco agitado cuando La Moneda lo propuso para formar parte del directorio de TVN en representación de las sensibilidades de derecha. Sin embargo, su postulación no prosperó luego de que el sector al que se suponía representaba rechazó su nombre por las reiteradas críticas contra la manera en que era dirigida la Alianza por Chile.



Con ese momento ya en el pasado, el cientista político realiza un crudo análisis del actual momento de la Alianza por Chile y si bien valora los esfuerzos por convertirla en un sector que puede integrar a más gente, sostiene que un proceso de esta naturaleza debe ser evaluado en el largo plazo y no por lo que ocurra con las elecciones presidenciales y parlamentarias del próximo año.



-¿Qué le parece la idea de una alianza popular?
-Dejando a un lado el nombre, ya que no dice mucho, es un tanto cosmético y no sé si es oportuno colocarle popular por el Partido Popular -incluso dejaría el nombre Alianza por Chile para darle tradición-, la verdad yo he planteado hace mucho, antes de que surgiera esta idea, la necesidad de que la derecha se reordene y se dé contenido. Ya que como está ahora no es suficiente para dar identidad a un sector muy complejo y variado. Además, la Alianza tampoco sirve -hasta ahora no he visto cambios concretos- para que haya sobre los partidos una autoridad, una jurisdicción no en sus cuestiones internas, sino para armonizar intereses la candidatura de Lavín y los partidos que deben necesariamente, de algún modo, competir con la coalición de gobierno e incluso entre ellos en las próximas parlamentarias.



-¿Este rol de autoridad no lo tiene Lavín?
-En un artículo mío que molestó a mucha gente dije que la Alianza carece de una capacidad de gobierno sobre los partidos y había que establecerla. Carece de un sistema para construir ideas y plantear políticas, carece de una instancia de resolución de conflictos. Lo dije antes de que Lavín interviniera (cuando pidió a Pablo Longueira y Sebastián Piñera que dejaran la presidencia de la UDI y RN, en marzo pasado). Decía que todo eso podía ser suplido con un fuerte liderazgo y ese liderazgo, en ese momento en que yo escribía, no existía, puesto que Lavín no lo ejercía. Él solamente lo viene a ejercer en marzo. La crítica que hice es que el liderazgo de Lavín era discontinuo, intermitente y que no tenía las características de ser un factor ordenador. En consecuencia, a falta de un liderazgo, era necesaria una estructura.



-¿Después de marzo pasado, el liderazgo de Lavín siguió siendo discontinuo?
-Entiendo que ha tenido más continuidad, pero es un liderazgo que me parece insuficiente, por eso que corresponde crear esta nueva estructura.



«Liderazgo débil»



-¿Estas faltas se reflejaron en las elecciones municipales?
-Lógico. Con un liderazgo débil los resultados están a la vista. Todos los hechos confirman mi hipótesis. El resultado de la elección municipal, como antepresidenciales, demuestra que liderazgo débil y la carencia de estructuras de la alianza llevó a cometer gravísimos errores. Es difícil que un candidato cosista, como Lavín en las elecciones presidenciales del 99, ejerza este liderazgo. Ese cosismo era insuficiente y la asignatura pendiente de Lavín era plantear ideas, programas, algo sustantivo y medular. Es justamente lo que está haciendo ahora. Todas las cosas que le imputé como déficit, están siendo adoptadas como política de campaña, de lo cual me congratulo. Pero yo pagué un costo por haberlo dicho.



-Algunos de sus asesores dicen que debe volver a su perfil cosista.
-Hay un punto de no retorno. El cosismo está descartado, como está descartada la tesis del cambio, porque todo ello obedeció a una circunstancia concreta del país. En 1999 el producto tuvo una regresión, el desempleo se había desatado, existía la sensación de un mal gobierno, había descontento, la situación en general era mala. En esas condiciones, un candidato populista, que plantea cosas por hacer -el programa de Lavín eran puntos, como las medidas de Allende- bastaba para suscitar un enorme interés y una adhesión fuerte. Hoy las cosas han cambiado. En estos cinco años la sociedad civil ha cambiado profundamente.



-¿En estos cinco años ha habido más cambios que en los anteriores diez?
-Exacto. Es una cosa prodigiosa, de la que no se han percatado los políticos en general. Los que trabajamos en ciencia política nos damos cuenta, estamos estudiándolo. Los extranjeros que visitan Chile y que tienen expertise para darse cuenta, quedan asombrados. Los índices de tolerancia han aumentado enormemente, la sociedad es más liberal en su modo de pensar, en la libertad para adoptar un modo de vida. La sociedad ha tomado conciencia de los aspectos más oscuros del régimen militar y ha adoptado una posición crítica enérgica y muy fuerte. Y en consecuencia, no se ha producido un olvido, sino una reconstitución del pasado, que le ha permitido a la opinión pública emitir juicios muy negativos y eso incidió también en la elección municipal. La Operación Cóndor, el asunto Riggs y la inminencia del informe Valech estaban en el subconsciente de los chilenos, estaba subyacente el tema y el contraste de ese lado negro de la dictadura y las posibilidades que ofrece la democracia, han fortalecido la democracia. Influyó porque además ello lleva necesariamente -aunque no se quiera- a un juicio negativo acerca de agentes civiles del gobierno militar, que ciertamente tienen responsabilidad en todo aquello.



-¿Cuando se refiere a agentes civiles, se trata de -por ejemplo- los actuales presidentes de la UDI y RN?
-En las transiciones de un régimen autoritario a una democracia hay un gran porcentaje de los agentes del antiguo régimen que se van a sus casas, pero hay otros que, sin embargo, por su vocación y espíritu público, quieren proseguir una vida pública siendo que a medida que la democracia toma conciencia de sí misma y se fortalece, cada vez más son vulnerables de la crítica. Lo más sano y lo mejor para la sociedad civil sería que se recluyeran pacíficamente en la vida privada. Cuando hablé del tema de la reingeniería de la derecha, hablé que estas dos personas que están dirigiendo a los partidos, Jovino Novoa en la UDI y Sergio Díez en RN, por el simple expediente de que les fue mal en las elecciones municipales debían haber dejado la cabeza de sus partidos. Para la campaña de Lavín son un lastre.



-¿Entonces para que la reingeniería de la alianza sea más creíble, debería excluirse a estas personas?
-RN debería crear una nueva directiva. Coincido con el diagnóstico de Andrés Allamand, porque el diagnóstico lo hice mucho antes; o sea, él coincide conmigo, con toda modestia. Intentar crear una alianza con una identidad más abierta, tolerante, incluyente, es necesario. Porque hay que recordar que este año hubo actitudes de los partidos de derecha altamente contradictorias con el dinamismo de sumar voluntades, de agrandar a la alianza. Lo que se hizo fue un operativo de resta sistemática, acusación, persecución y vetos a personas. Una amiga, una persona de derecha, me dijo: »Cuando Lavín sea derrotado el 2005, el capítulo del veto tuyo al consejo de TVN va a pesar como histórico. Va a ser importante».



¿Cuáles otros hechos?
-La lógica de los últimos dos años, especialmente de la UDI, ha sido de fortalecimiento de su identidad más dura. Eso ha afectado tanto a RN como a sectores liberales que están fuera del partido. Esa dialéctica es contradictoria con los procesos democráticos de agregación de voluntades. Alguien dijo »Estos liberales son el 0,01 por ciento». Resulta que el 0,01 por ciento es relevante para ganar una elección. El mero hecho de que la derecha haya aceptado que ha cometido grandes errores, que haya aceptado que sufrió una muy gran derrota en las municipales -eso está consolidado- y quiera crear una estructura para ampliar la extensión del electorado al que quiere llegar, es importante. Ahora, si eso va a ser la causa por la cual se gane la Presidencia de la República, es otro problema. Pero es altamente positivo lo que están haciendo.



-¿Usted se siente considerado en un planteamiento como éste, de una nueva Alianza
-No, yo no soy considerado. Soy un marginado sistemáticamente, pero no me importa ni me quejo. Lo que me importa son las ideas y estoy impactado gratamente de que las ideas que he propuesto hace muchos años, hoy se estén aplicando. Por ello fui muy criticado: dije que la derecha debía reencontrarse con su identidad democrática y romper sus vínculos con el régimen militar. Bueno, eso fue terrible para algunos. Hoy está casi consumado. También propuse que RN se autoidentificara como un partido liberal y que si es necesario pasar por una división del partido, que se pasara por eso. Nunca se ha hecho y es un error gravísimo, porque se ha ido postergando. Esa postergación da como resultado que un partido que fue mal parido difícilmente podrá refundarse.



«Tengo serias dudas de la refundación de RN. Eso como diagnóstico, porque lo que se hizo al crear RN fue reunir gente de orígenes disímiles e incluso contradictorios y eso se demuestra en la historia del partido. En una primera fase cuando predominó el sector liberal, hubo un enorme eco en la sociedad civil, pero a medida que la gente fue advirtiendo que el sector liberal era ineficaz para tomar decisiones, porque estaba controlado o neutralizado por sectores conservadores, RN empezó a declinar. Ahí llegamos concluimos que la ineficacia o decadencia de RN se debe a una falla estructural. Esa falla -me pregunto- es salvable con la refundación que está en curso. Tengo mis dudas, porque hasta la fecha ello no se ha dado y porque se perdieron las mejores oportunidades en el pasado. Se quiso salvar la unidad del vinagre con el aceite».



-Volviendo a la Alianza, ¿por qué debe tener una estructura fuera de los partidos? La Concertación parece no tenerla.
-La Concertación es una subcultura política bastante articulada y coherente y eso no se da al otro lado. Esto denota una falta de cultura política de alianza. Esa cultura no se crea con darle estructura política a la Alianza, es un error fuerte, pues los fenómenos de creación de subculturas dentro de un marco nacional es algo que pasa espontáneamente y se da a partir de ciertos valores.



«La derecha sigue con su alma dividida entre democracia y autoritarismo. La derecha no tiene con la misma fuerza del ideal democrático que tiene la Concertación. Es más pragmática y se mueve por estrategias y planteamientos con los que maximizar su beneficio electoral. Eso hace que sea muy difícil crear una cultura política de la derecha. Si indaga en el mundo intelectual, el gran mundo de la cultura, la derecha no tiene arraigo ahí, no hinca el diente, porque no tiene nada que decir. Es el punto más débil del proyecto de la alianza, porque surge de una derrota. Puede ser una voluntad auténtica, pero es insuficiente, porque los procesos de creación de cultura son fenómenos muy complejos y de más largo aliento. No se crean en vista de una elección».



Derecha monárquica



-Los partidos de la derecha chilena se parecen a la derecha de la III República de Francia, inclinada por la monarquía pese a que ésta había desaparecido.
-Claro, el legitimismo francés de fines del Siglo XIX y comienzos del Siglo XX era un gran anacronismo y ellos se adaptaban a la democracia como decían »A pesar de…, porque pensamos otra cosa». Eso crea un espíritu democrático débil.



-¿Qué elementos revelan esta debilidad en la derecha chilena?
-Recién ahora se interesa por la igualdad de oportunidades. Pero, además, sistemáticamente hasta este año vetó las reformas constitucionales y favoreció la existencia de enclaves que protegían al autoritarismo. Costó mucho que aceptara que debía olvidar esos enclaves y dar un paso hacia delante para perfeccionar la democracia. Recién llega la idea democrática más básica, recién ahora. Aquí ellos se sacan la foto y obtienen el diploma, pero antes en catorce años pusieron obstáculos. En segundo lugar, hay que tomar en consideración que pone un veto muy fuerte a un sistema electoral proporcional.



-¿Y éste es un obstáculo tan importante? La derecha dice que el sistema le da estabilidad al país.
-Es un obstáculo evidente. Tiene el propósito deliberado de marginar a minorías relevantes del país del sistema. Y, en segundo lugar, quiere decir que prefiere un sistema por el cual a través de una »competencia inteligente» o »eficaz», se atribuyan escaños parlamentarios antes de las elecciones. Hay otras maneras de asegurar la estabilidad. Lo que pasa es que quiere mantener el statu quo, que la favorece. Entonces, evidentemente, si en un distrito tengo el 36 por ciento de los votos, es fácil hacer una candidatura inteligente o eficaz a competir con otro, que es lo lógico.



¿La cuestión del voto voluntario también?
-Otra demostración es que hay oposición a la inscripción automática. Tiene miedo a que se amplíe el cuerpo electoral. Prefiere un cuerpo electoral congelado en 1988 y que por estar congelado ha disminuido incluso de tamaño, porque permite mejores cálculos electorales. La derecha es renuente a otro tipo de institucionalidades, como la democracia interna, en la UDI por ejemplo. Una condición necesaria para el funcionamiento de partidos con fuerte arraigo en la sociedad y con una cultura democrática, es que tengan democracia interna. La UDI carece de democracia interna. Es una elites cerrada, a las que se accede por cooptación y no por la voluntad de electores.



Balance del sector



-¿La derecha termina el año mejor o peor de lo que lo empezó?
-La derrota de las municipales significa un giro que es probable que la menoscabe respecto de las elecciones presidenciales y parlamentarias del 2005. Está por verse aún, pero existe una probabilidad de que esto les cause un daño, puesto que esa derrota puede indicar una tendencia a la baja de su candidato presidencial y de los partidos de la alianza. Pero bien podría revertirse, porque la política es muy volátil. Creo que en el sentido del largo plazo, lo que pasó la deja mejor, porque ellos han caído en la cuenta de muchos errores y han llegado a la conclusión de que tienen que cambiar y los signos de cambio que están dando, a mi juicio son tremendamente positivos.



-¿Es efectivo pensar que Lavín debate los grandes temas sólo con Lagos?
-No es así. Es algo que querrían los asesores de Lavín. Lagos está ahora alrededor del 70 por ciento del apoyo público y ha demostrado ser un gran estadista y Lavín es un candidato a la presidencia y punto. Cómo podría estar compitiendo con el presidente. Es una metáfora muy mala. En consecuencia, la plataforma común de Lavín son los otros candidatos y a mi juicio yo creo a Lavín le favorecería que hubiera pronto un candidato, pero no porque haya que sustituir su debate con el Presidente, sino porque siempre el tener un antagonista claro genera un proceso muy activo de intercambio, que pone a las dos personas en debate ante la expectación pública y permite iniciar el escrutinio entre las personas acerca de cuáles son las cualidades de los candidatos. En ese contexto le debería interesar mucho que se plantee pronto. Ahora no lo puede hacer y eso le resta fuerza a su candidatura.



«Él (Lavín) debería ser un gran promotor de que la Concertación designe pronto su candidato único. Ser candidato permanente es una cosa extremadamente audaz, peligrosa y poco inteligente. Porque además es un veto a líderes emergentes, que tienen todo el derecho a una igualdad de oportunidades frente a ese gran premio que es la Presidencia. Es legítimo que haya aspirantes. Es irracional que haya un candidato permanente. Las candidaturas tienen un proceso de despegue y llegan a un peak, entonces cuando se es candidato permanente, siempre se tiene que estar en el peak y obviamente, eso no es posible.

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