Publicidad

«Ramón representa la ira contenida de los chilenos frente a la impunidad»

Este sábado se estrena en TVN el filme chileno »La venganza de Ramón Ramón», de Ximena Salazar, una de las cuatro obras que exhibirá el canal público en el marco de la iniciativa DOC TV IB, un acuerdo entre 13 países que busca impulsar la producción y transmisión televisiva de este tipo de realizaciones en Iberoamérica.


El 21 de diciembre de 1907, el general del Ejército Roberto Silva Renard dio la orden de disparar contra los miles de obreros que se agruparon en la Escuela Santa María de Iquique para protestar por la mejora de las condiciones laborales en las salitreras. El crimen quedó impune hasta que, siete años después, el español Antonio Ramón Ramón decidió tomar la justicia en sus manos y vengar a su asesinado hermano Manuel Vaca, atentando contra la vida del oficial.



Bajo esta premisa, Ximena Salazar se propuso la búsqueda casi imposible de la verdadera historia de Antonio Ramón Ramón, un andaluz que dejó España para probar suerte y que en esa empresa se encontró con su hermano Manuel, hijo natural de su padre.



"Antonio tuvo una vida familiar terrible, su papá era loco. En esa época, era muy común emigrar de España a África y para él también tenía un peso porque escapó de esa realidad. Cuando conoce a Manuel, éste es su referente afectivo. Se apegó a este personaje, se aferró a él. Y se hicieron yuntas. Se carteaban muchísimo y de esas cartas hoy no hay registro. Yo pagaría mucha plata o mucho trabajo por conocer esas cartas", cuenta la realizadora.



Juntos emprendieron viaje a América para desembarcar en Brasil. En este lugar se separaron: Manuel Vaca partió a Argentina y llegó hasta las salitreras en Chile. Nunca más volverían a encontrarse. Ximena Salazar cuenta que llegó a esta historia cuando vivía en España. Nunca había escuchado a Quilapayún y un amigo le mostró la Cantata Santa María. "Me quedé con una sensación de vacío", cuenta.



Construyendo el rompecabezas



Al volver a Chile en 2004, se encontró con el libro "Crónicas Veladas" de Mónica Echeverría, texto que la impulsó a planificar la historia y presentar el proyecto del que sería su primer documental al Fondo Audiovisual del Consejo de la Cultura, el que le fue concedido para su trabajo.



"Investigando me encontré con el libro de Igor Goicovic ‘Antonio Ramón Ramón. Entre el dolor y la ira’, basado en el expediente judicial de la época. De a poco fui encontrándome con gente que había visto esta historia también. Dije: bueno, si ellos lo han visto, necesito que me den su ayuda para poderla contar. Los convoqué y estaban todos súper dispuestos, cada uno tenía una fascinación especial por el personaje", narra.



Los entusiastas eran Mónica Echeverría, Sergio Missana (autor de la novela "El Invasor"), la compañía de teatro penquista Del Oráculo y el propio Goicovic.



"A mí me sorprende cómo diferentes personas, de distintas partes de Chile, que no se conocen, tengan la misma inquietud en un momento determinado. Yo creo que Antonio buscó un lugar en cada uno de nosotros para poder contar su historia. Estoy convencida de que uno es un instrumento para contar la historia, al menos en el caso de los documentales", dice Salazar.



La realizadora reconoce que le hizo falta la parte de la historia que involucra a Silva Renard. "Mi gran anhelo en este documental siempre fue que participara la familia de él, y la verdad es que hice todo lo posible pero hasta última hora no se atrevieron. Había un bisnieto con muchas ganas de ayudarme en esto pero se arrepintió a última hora. Me dijo ‘sigo con la intención de ayudarte, pero no puedo’ ", cuenta.



-¿Cómo se encontró con los autores y el grupo de teatro?
– Yo creo que todo esto tiene harto que ver con el tema de la matanza, a todos nos empezó esta inquietud. Mónica se preguntó qué había pasado con este general, Igor estaba buscando otra cosa, se encontró con este expediente y se dio cuenta de que este atentado había sido contra el ejecutor de la matanza. Estos chicos buscaban algo que tuviera que ver con la matanza de Santa María y se encontraron con esta historia. Tiene que ver con el tiempo, los cien años. Yo creo que todo hecho histórico tiene un ciclo. Lamentablemente, en este caso tuvieron que pasar cien años para que se intente hacer algo más digno para la gente que murió. Creo que por este tema del centenario, las energías comienzan a fluir para que se busque contar algo.



-¿Hace falta memoria?
-Mucha. Creo que hace falta muchísima memoria y que no sabemos qué hacer con nuestros cuerpos, con nuestros muertos. En otros países -México, por ejemplo- les hacen fiestas, los levantan. Aquí, algo como lo que pasó en Santa María, que tú ves que hasta el día de hoy se les quitaba la ropa, para identificarlos cada vez menos, tirados en una fosa común. Los sacaron de un lugar a otro, quemaron la ropa para que cupieran más cadáveres. En el momento en que yo grabé, que estuve hasta fines de abril en Iquique, nadie pensaba hacer nada con los cuerpos. En el documental se dice: "no es problema nuestro".



-¿Qué cree que representa el personaje de Antonio Ramón Ramón?
-Creo que representa la ira contenida de todos los chilenos frente a la impunidad. Lo que más me gusta de esta historia es que no era un personaje heroico, no era el Zorro que venía a hacer justicia. Era un personaje tan común y corriente, tan simple, tan sencillo, tan marginal, tan humilde, tan secundario y de bajo perfil, no bebía, nada. Todo eso lo hace más interesante porque a él le pasó esta historia, a él le dolió perder a su hermano, a él le dolió la impunidad. Para mí, simboliza la ira o la impotencia frente a la impunidad que tenemos los chilenos en general. Por eso también es muy decidor que no sea chileno, sino que español. Ramón simboliza también cómo pueden reaccionar los seres humanos frente a una muerte sin resultado, sin cuerpo. El tema de no ver el cuerpo es algo que te genera una psicosis tremenda. No hay un respeto, ni allí ni ahora, porque la gente pudiera tener el cuerpo de su familia.



-¿Hay una deuda histórica con los trabajadores?
-Hay una deuda. El tipo no buscó ser un héroe, pero se convirtió en un héroe. Representó al movimiento obrero de toda esa época, a toda la gente afectada por lo que había pasado. Además sucedió algo muy interesante, que es que este atentado destapó la matanza. Porque en esos siete años, la matanza fue vetada, era un hecho muy desconocido. Cuando explotó mediáticamente fue con "Hijo del Salitre" de Volodia Teitelboim, que fue en 1952. Entonces, eso hizo que la gente supiera, se trató de tapar en parte ese atentado, lo trataron de loco porque precisamente había sido un desastre más grande.



-¿Qué expectativas tiene ante la recepción del documental?
-Lo único que quiero es que llegue el mensaje, sobre todo en el tema de la impunidad. Es lo único a lo que aspiro y sobre lo cual hablamos con Antonio todos los días, porque le tengo una foto y le prendo velas. Si seguimos así, no aclarando las cosas y tapándolas, van a haber más Ramones Ramones. Eso es una moraleja. Nosotros no asumimos las responsabilidades de las cosas. Es un mensaje que no puedo verbalizar muy bien ahora, pero yo quiero que la gente piense en sí misma, se mire y se pregunte ¿hay algún Ramón Ramón en mí?, ¿hemos asimilado bien las cosas?, ¿cómo podemos a futuro asumirlas, ponerles nombre, categoría y darles sepultura y respeto a nuestra historia y nuestros muertos?

Publicidad

Tendencias