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Gonzalo Cordero sale del comando de Piñera y deja la pelota en la cancha de Frei

El horno no está para bollos y en momentos donde la opinión pública escruta la transparencia entre lo público y lo privado, uno de los hombres con más experiencia en campañas políticas se aleja totalmente de la candidatura derechista. Es que su empresa de comunicaciones asesora  a una de las farmacias coludidas y quiere evitar suspicacias. Con esto cede el guante al equipo del candidato oficialista, donde varios de sus miembros están en situaciones iguales o parecidas. Pero guardan silencio hasta ahora.


Justo cuando más lo necesita, el equipo de campaña de Sebastián Piñera se quedó sin una de las figuras con más expertise en marketing político con que cuenta la Alianza. El jueves pasado,  se publicó que  Gonzalo Cordero uno de los fundadores de la UDI y fogueado entre otras, en las campañas de Joaquín Lavín, aterrizaba en el equipo de Sebastián Piñera, precisamente para apuntalar al candidato de la derecha  en lo que estaba fallando: sus desafortunadas expresiones, o «cuñas» frente a los micrófonos. Tal como la referencia a la hija del ministro de Hacienda, que fue un profundo error a nivel de opinión pública. El tipo de caída que Lavín, asesorado por Cordero,  jamás cometió.

El hombre que nunca estuvo

Pero sólo horas después Cordero se encargó de precisar que no era parte del comando propiamente tal, y que su participación se reducía a «un café muy de vez en cuando» con los que sí participan activamente de la campaña, y que hoy debutan como «La coalición por el cambio». Cordero hizo esta aclaración en una nota publicada el lunes por El Mostrador, donde se hacía el cruce entre la incorporación del abogado al comando y su participación como socio en Azerta, la empresa de comunicación estratégica que tiene, entre otros clientes, a Farmacias Ahumada, justamente uno de los recientes dolores de cabeza para Piñera debido a su calidad de accionista en la compañía, vinculada en el escándalo de colusión en una industria socialmente muy sensible.

Aunque Cordero aclaró que su relación con Fasa era completamente nula, mucho más que con el comando de Piñera, el horno no está para bollos. Los cuestionamientos a Eugenio Tironi, jefe de contenidos de Frei,  que paralelamente  tiene entre sus clientes de Tironi & Asociados a Salcobrand, y además está vinculado a un sector sujeto a la regulación del gobierno, como director de Enersis, hicieron reflexionar a Cordero, que no quiso verse en el mismo saco y decidió desvincularse totalmente del equipo piñerista.

Eso, según el entorno más próximo al vicedecano de Derecho de la Universidad Andrés Bello, ya que durante el día de ayer fue imposible obtener su versión. «Si bien Gonzalo nunca se incorporó al comando estaba dispuesto a participar de manera esporádica. Pero después de pensarlo un poco decidió desvincularse totalmente para no interferir con los asuntos de su empresa y de la Universidad», dice uno de sus cercanos y admite también que Cordero «se arrepiente de haber tomado ese café» con los miembros del comando piñerista, porque se prestó para «malas interpretaciones».

 Las dos caras del océano

Ahora, si Gonzalo Cordero se quitó el sombrero de asesor de campaña para quedarse sólo con la de asesor comunicacional de empresas, o como a nadie le gusta decir, «lobbista», en el comando de Eduardo Frei debería haber algo que decir. Pero no, el conflicto de intereses entre algunos de los miembros más connotados del equipo de campaña, y del grupo Océanos Azules, ya está resuelto y se hizo con una solución en lógica neoliberal: «autorregulándonos».

Ya se sabe: Eugenio Tironi principal gestor del mediático arribo de Sebastián Bowen, atiende a Salcobrand, que se tornó conflictiva al ser acusada de colusión por la Fiscalía Nacional Económica.  Además es director de Enersis, empresa distribuidora  y generadora de electricidad.

Por otro lado, en el grupo Océanos Azules, donde elaboran el programa de gobierno que ofrecerá Frei, dos de sus miembros más importantes, Guillermo Pickering y José Moles, tienen vínculos activos -en el caso de Pickering- y «afectivos» en el caso de Moles, con sectores regulados por el gobierno. Pickering, ex subsecretario de Obras Públicas y de Interior, es presidente de la Asociación de Telefonía Móvil, (Atelmo) que agrupa a las empresas del rubro. Paralelamente, ocupa el mismo cargo en la Asociación de Empresas de Servicios Sanitarios de Chile (Andess).

Por su parte,  José Moles, español nacionalizado chileno hace tres años y que se encarga de coordinar las propuestas programáticas de la candidatura, fue gerente general de Telefónica CTC Chile y reclutado para el grupo freísta  por el propio Pickering.

Mejor no hablar de ciertas cosas

Mientras Boris Santander, miembro de los «océanos» en el área de ética pública, se vio obligado a  dejar su cargo en la Fiscalía Nacional Económica al descubrirse que pidió una minuta de Lan Cargo a una subordinada mientras estaba de vacaciones, ninguno de los integrantes del grupo se ha pronunciado públicamente.

A cambio, un integrante de la Océanos Azules, se encarga de aclarar las cosas, manteniendo su nombre en reserva: «Todo el mundo puede tener conflictos de intereses. Pero tanto en el comando, como en Océanos Azules, todos nos abstenemos de opinar en los temas donde puedan haberlos. Si Tironi se acerca a Frei para hablarle de las farmacias o de energía eléctrica, lo va a mandar a la cresta. Lo mismo con Pickering sobre telefonía o sanitarias. Pero no significa que no puedan opinar y aportar en todos los otros temas. Tampoco ellos aceptarían si los nombran en un ministerio que tenga que ver con esas áreas», dice la fuente. Aclarando que en el grupo cercano a Frei estos conflictos se autorregulan. Por lo tanto, no es necesario que sigan el mismo camino de Gonzalo Cordero en el equipo  de Piñera.

Uno de los pocos personajes concertacionistas que ha expresado su molestia por esta «doble militancia» y el  conflicto que genera, es el senador Nelson Ávila. El parlamentario del PRSD, que escribió una columna sobre este tema el sábado pasado en El Mercurio, dice que «mientras Piñera no necesita lobbistas porque las carreteras del poder económico están siempre abiertas, en la Concertación la figura del lobbista representa intereses nocivos para el diseño de las políticas públicas. Mientras haya lobbistas en la fijación de objetivos estratégicos, las alarmas deben estar encendidas».

El silencio alrededor de este asunto en el comando de Frei y al interior de los Océanos Azules, para Ávila no es otra cosa que «la mejor manera para evitar el debate» y aunque valora la decisión de Gonzalo Cordero «su repliegue es nada más que un gesto», dice.

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