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Prueba de cámara

Para fomentar la verdadera discusión entre los candidatos y así disminuir las asimetrías de información entre los ciudadanos los debates debieran ser producidos por una entidad independiente a los comandos y los canales de televisión. En el caso de EE.UU. -país al que los candidatos nacionales ponen especial atención al momento de diseñar sus campañas- existe la Commission on Presidential Debates.


Mientras no exista una entidad encargada de producir y regular los debates presidenciales en Chile, los chilenos seguirán sin la posibilidad de obtener información relevante para votar.

Así como las pruebas de cámara permiten elegir al mejor actor para interpretar un papel en una película, los debates presidenciales debieran ser una instancia para que los ciudadanos vean en acción a potenciales presidentes de la república para luego decidir por quien votar. Pero en Chile los debates parecen ser un encuentro entre miembros de la elite que interpretan siempre al mismo personaje que teme discutir y así diferenciar sus posiciones frente a los temas de interés público.

Hasta ahora los candidatos hacen oídos sordos ante esta situación porque saben que tienen una audiencia cautiva en los debates donde participan. Por ejemplo, el promedio de rating de los tres debates realizados durante la campaña presidencial de 2005 fue de 41 puntos (casi 2 millones de personas), casi lo mismo que el alcanzado por la serie «¿Donde está Elisa?» en las últimas semanas. En este contexto, candidatos y medios no saben -ni les interesa saber- de qué manera reaccionan las personas que presencian los debates. En tanto los ciudadanos tampoco tienen espacios para demandar mejoras en esta simulada instancia de deliberación pública.

Por lo mismo -para fomentar la verdadera discusión entre los candidatos y así disminuir las asimetrías de información entre los ciudadanos- los debates debieran ser producidos por una entidad independiente a los comandos y los canales de televisión. En el caso de EE.UU. -país al que los candidatos nacionales ponen especial atención al momento de diseñar sus campañas- existe la Commission on Presidential Debates (www.debates.org) que se encarga de producir tanto los debates como posteriores estudios para mejorar su efectividad.

Esta comisión ha llegado a interesantes conclusiones respecto a la utilidad de los debates para la ciudadanía. Por ejemplo, 1) más que cambiar posiciones, los debates reforzarían las ya existentes en los electores. 2) Los debates permiten a las personas identificar los principales temas de campaña, pero cuando aparece un candidato nuevo le prestan más atención y demandan más información del candidato desafiante por sobre el resto. 3) La discusión entre candidatos da más oportunidades para introducir temas tanto en la agenda pública como en la de los medios. 4) Las audiencias desconfían de las preguntas de los periodistas porque consideran que no necesariamente representan sus intereses.

Si hacemos un ejercicio simplista en función de estos resultados podríamos decir que en el debate de TVN 1) las posiciones iniciales de las audiencias no necesariamente van a cambiar, 2) los ojos estarán puestos en ME-O y sus temas de campaña por sobre el resto de los candidatos, 3) tan sólo la mitad del debate -donde se aceptan las réplicas- podrían convertirse en potenciales temas de la agenda pública y de los medios, 4) sólo las preguntas enviadas por el público podrían captar mayormente la atención de las audiencias.

En esta nueva campaña presidencial los candidatos pierden otra oportunidad para cautivar a nuevos electores y mejorar los procesos de participación política. Ante la ausencia de una comisión que raye la cancha tanto a los candidatos como a los medios durante los debates, los ciudadanos seguirán sin la posibilidad de ver por televisión una verdadera prueba de cámara para elegir a sus futuros gobernantes. 

*Arturo Arriagada es Profesor e Investigador, Escuela de Periodismo UDP.

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