Otro de Copesa, pero en un puesto mucho más estratégico, también llegó a la cita. Es Marco Antonio González, nuevo secretario general del conglomerado de diarios y revistas de Álvaro Saieh, cuya presencia confirma la fluida relación entre el medio de Vicuña Mackenna y La Moneda, pese a la millonaria campaña publicitaria de La Tercera para remarcar independencia.
“No hubo ningún momento tenso”, podría ser la frase que resume bien el ambiente distendido y transversal de ayer en el comedor presidencial. No llegaron todos, pero los suficientes como para demostrar que muy pocos se resisten a estar en el corazón del poder, al menos por un par de horas.
Es casi la una de la tarde y el patio de Los Cañones luce muy tranquilo. Sin novedad. Hay tiempo para notar las grietas que dejó el terremoto y las caras de la gente sin credencial que entra y sale muy a cuentagotas, son similares a las que se pueden ver rondando por las oficinas del barrio El Golf. “En el tiempo de Bachelet entraba y salía gente a cada rato”, dicen reporteros antiguos que comparan el escenario con la administración anterior.
Dos pájaros de un tiro
El presidente Piñera espera para almorzar a un puñado de las inteligencias más reconocibles de las letras en molde de la plaza. Pueden llamarse columnistas, como dicen los diarios, o “líderes de opinión”, como los definieron en la Presidencia esta reunión tan particular. Aunque no la primera en Palacio, pues s Héctor Soto estuvo un contexto similar al de ahora invitado por el ministro de la Segpres, Cristián Larroulet.
Lo interesante, y hasta morboso, es que algunos de los más enconados adversarios del Presidente, al menos durante la campaña, llegaron a la cita. Prueba de ello es que algunos camarógrafos no corrieron hacia el punto de prensa en el que había un grupo de alcaldes y se quedaron en las escaleras que conducen al despacho presidencial, esperando inmortalizar a los que salían.
El primero en llegar sigilosamente es José Rodríguez Elizondo, que en una de sus últimas columnas, publicada el 10 de mayo en La Tercera comparó el potencial mediático de Piñera con el de Lula en su primer período. Almorzando con Rodríguez Elizondo, el presidente mata dos pájaros de un tiro. El ex diplomático fue embajador en Israel del gobierno de Frei Ruiz Tagle. Tal vez tiene detalles que le podrían ayudar a entender mejor el ataque al barco turco. Por otro lado, si después de entrevistarse con el equipo que defiende a Chile por la demanda peruana en La Haya hubo algún tecnicismo en el que no alcanzó a profundizar, este será el mejor momento de preguntar. Rodríguez Elizondo escribió “De Charaña a La Haya”, el libro más actualizado al respecto.
El estratega de la competencia
Más que puntual aparece Sergio Melnick, tal vez el columnista que menos contuvo su entusiasmo después del discurso presidencial el 21 de mayo. “Piñera literalmente le habló de frente a la historia, con grandeza”, escribió una semana después. Alfredo Joignant contó a la salida que Melnick, ya en el comedor, fue el primero en hablar.
El ex panelista de Tolerancia Cero pareció haber llegado junto con el abogado Axel Buchheister, un “barón” de Libertad y Desarrollo, el think tank, de la UDI y ahora franco tirador dominical de La Tercera. Buchheister ha escrito un diagnóstico feroz cuando se trata de evaluar el gasto durante los gobiernos de la Concertación. El abogado habla el mismo idioma práctico de Piñera y cumple su rol de neocon ultraliberal cuando propone el alza del IVA dentro del mix que según él debiera usarse para financiar la reconstrucción post terremoto.
Otro de los que aparece a la hora, cruzando el patio rápidamente, es Gonzalo Cordero, decano de la Facultad de Derecho de la Universidad Andrés Bello. No pudo integrarse como habría querido al comando de Piñera en días de campaña. Su empresa de comunicaciones Azerta tenía entre sus clientes a Fasa una de las farmacias acusadas de colusión. No quiso ser blanco de críticas como las que recibió Eugenio Tironi, que estaba con Frei, mientras su empresa atendía a Salcobrand.
Ahora, Piñera los tendrá a los dos “de civil” y podrá calibrar entre lo que ellos digan alguna estrategia que lo sitúe en el inconsciente colectivo más cerca de Obama que de Bush, y sus discursos con chascarros.
El hombre de Copesa
Ya son más de las dos. Eugenio Tironi sube las escaleras que dan al comedor presidencial poco antes de Claudio Fuentes director del Instituto de Investigación y Ciencias Sociales de la UDP, menos conocido que Carlos Peña pero técnicamente igual de crítico, especialmente en lo relativo a los conflictos de interés con los que debutó el Presidente en La Moneda.
Luego aparecen en el mismo lote Eugenio Guzmán, director de la Escuela de Gobierno de la Universidad del Desarrollo, y que engancha muy bien en las intenciones de Piñera para darle perspectiva al discurso del 21 de mayo, algo que Guzmán puso en práctica con Michelle Bachelet.
El sociólogo vinculado a la UDI es habitual del staff de La Tercera. Otro de Copesa, pero en un puesto mucho más estratégico, también llegó a la cita. Es Marco Antonio González, nuevo secretario general del conglomerado de diarios y revistas de Álvaro Saieh, cuya presencia confirma la fluida relación entre el medio de Vicuña Mackenna y La Moneda, pese a la millonaria campaña publicitaria de La Tercera para remarcar independencia.
Por supuesto no podían faltar los representantes del Centro de Estudios Públicos, sin los cuales una reunión con la excusa de juntarse a pensar el país, carece de legitimidad. Llegan David Gallagher y Lucas Sierra, el único que analizó jurídicamente las ventajas de Piñera respecto a su competencia como dueño de Chilevisión.
Invitarlo también puede ser parte de la estrategia para cerrar ese flanco, y además abrirse a la idea de televisión a la inglesa que maneja Sierra, donde seguramente el barrendero de palacio idéntico a Rafael Gumucio ganaría dinero como su mejor doble.
Los que no llegaron
A diferencia de la semana pasada cuando Larroulet almorzó con Luis Larraín de L&D y Jorge Jaraquemada de la Fundación Jaime Guzmán, donde la única “estrella” era Héctor Soto, ahora el Presidente tenía en la mesa a la mitad de Estado Nacional, el programa político de TVN: Óscar Godoy y Alfredo Joignant.
Joignant, analista PS, fue el último en llegar y uno de los dos que habló a la salida, cerca de las 16:00. “No hubo ningún momento tenso. Se tocaron una cantidad de puntos impresionantes, fue una conversación muy grata, totalmente sin agenda, que no comprometió a nadie. Preguntó a una serie de académicos de distintos mundos que opinábamos de cómo lo estaba haciendo el gobierno, qué momento está viviendo el país, cuáles son las perspectivas de desarrollo y así sucesivamente”, dijo.
Y con un dejo de ironía reveló el menú: “Una mazamorra caliente, pescado y ensalada de zanahoria”. Eugenio Tironi también fue abordado por los micrófonos al término del encuentro, pero su aparición en público sirvió sobre todo para demostrar que puede volver a entrar a La Moneda por la puerta ancha.
Tironi dijo poco más: “Estuvo muy rico el almuerzo, voy a dejar que hable nuestro vocero, Oscar Godoy”, pero Godoy se escabulló justo a tiempo, para que los micrófonos quedaran a merced de Patricio Navia, la conexión presidencial con el “progresismo”. Navia y Piñera transparentaron sus contactos via mail. El cientista político publicó en Twitter la lista de comensales y bajando por la escalinata que termina en el patio, como por una alfombra roja imaginaria, flanqueado por los micrófonos dijo que “el Presidente abrió la conversación diciendo que quería que le comentaran las cosas que generalmente decíamos en las columnas y que se las dijéramos directamente a él, porque como todos los presidentes, no tiene tiempo de leer columnas”.
A la cita faltaron dos notables: Jorge Navarrete y Ascanio Cavallo, quien estaba fuera de Santiago.