“La historia los juzgará como los patrocinantes de una iniciativa que atenta contra la libertad de pensamiento y de expresión al interior de los partidos políticos”, sostiene una carta enviada por la colectividad que hace referencia a la llamada “ley antidíscolo”.
El Partido Progresista de Chile (PRO), liderado por Marco Enríquez-Ominami, manifestó a través de un comunicado de prensa su rechazo al proyecto de ley que modifica la ley orgánica número 18.700, sobre votaciones populares y escrutinios, conocido como “ley antidíscolos”.
“Tenemos la firme convicción que los senadores firmantes, los señores Camilo Escalona, Ricardo Lagos Weber, Andrés Zaldívar, Pablo Longueira, y José Antonio Gómez, no han analizado en total conciencia el daño que le están causando a la democracia chilena”, sostiene la colectividad.
Agrega que “la historia los juzgará como los patrocinantes de una iniciativa que atenta contra la libertad de pensamiento y de expresión al interior de los partidos políticos, y que este proyecto por ende, también vulnera derechos consagrados en la Constitución de la República”.
“La ley original, al extender el plazo a 1 año previo a la elección para renunciar a un partido político e inscribirse en uno nuevo, no hace otra cosa que obligar a este nuevo partido a existir un año antes de la elección, paradójicamente cuando es el PRO, la única fuerza política en proceso de inscripción. ¿A qué le teme el duopolio político?”, se pregunta.
Y apunta: “Por otra parte, bien conocemos los chilenos sobre las formas de primarias que acostumbra a realizar la clase política. Por tanto, difícilmente las y los militantes de base, podrán estar seguros que las candidaturas surjan de un proceso democrático al interior de los partidos. ¿Por qué no con la misma celeridad, las fuerzas políticas no aprobaron una ley de primarias obligatorias?».
Asimismo, reparta que “el veto presidencial presentado por el Presidente Piñera es aún más indecente que la propia iniciativa de ley, y no hace otra cosa que refrendar el poder cupular de la política, convirtiendo a los partidos políticos, en verdaderas cárceles y donde las directivas se transforman en los carceleros de los militantes”.
