Publicidad

En un lugar que amaba acabó el vuelo del «Halcón» Felipe Camiroaga

Camiroaga conocía desde niño las islas, a 670 kilómetros de la costa chilena: ahí, según confesó alguna vez, pasó veranos inolvidables, anduvo a caballo por primera vez y animó fogatas juveniles rasgueadas de guitarras.


Felipe Camiroaga, uno de los rostros más carismáticos de la televisión, conocido como «Halcón» por sus amigos y uno de los 21 ocupantes del avión militar que cayó al mar el pasado viernes en el archipiélago Juan Fernández, acabó su vuelo en un lugar que amaba.

Camiroaga conocía desde niño las islas, a 670 kilómetros de la costa chilena: ahí, según confesó alguna vez, pasó veranos inolvidables, anduvo a caballo por primera vez y animó fogatas juveniles rasgueadas de guitarras.

Por sobre todo apreció a los isleños, endurecidos por la soledad y el clima poco amigable, al punto que tras el terremoto de febrero de 2010, que llevó muerte y desolación al lugar, se unió a las campañas solidarias y tareas de reconstrucción.

Tareas en las que siguió los pasos del empresario y filántropo Felipe Cubillos, cuyos esfuerzos a favor de los damnificados terminaron también en el vuelo del CASA C-212 de la Fuerza Aérea (FACH).

Ambos viajaron a la isla Robinson Crusoe, la principal del archipiélago, como las cabezas más visibles de una nueva aventura solidaria, a constatar los avances de la reconstrucción e inaugurar obras.

«Te debo tantas risas, Felipe. Que los dioses y los halcones te lleven a volar con ellos», escribió en las redes sociales el peruano Jaime Bayly. «De todos mis buenos amigos chilenos, el más divertido, el más noble, el más leal, el más aventurero y al mismo tiempo misterioso es Felipe Camiroaga», añadió.

Para Camiroaga, lo de «Halcón» era algo real, ya que tenía ejemplares de esas aves, lo mismo que caballos, perros y otros animales, en otra de las facetas apreciadas de su personalidad.

Según sus amigos y colegas, Camiroaga será recordado por su trayectoria en la pantalla, por el cariño de la gente, su fama de galán y su compromiso público con causas de debate social.

De 44 años al momento del accidente, Camiroaga comenzó en televisión como ayudante de producción en Chilevisión, para después darse a conocer en pantalla en el programa «Extra Jóvenes», que enmarcó en 1984 su primer romance mediático, con la animadora Katherine Salosny.

Ahí comenzó además a mostrar sus dotes humorísticas y desplante que le permitieron conquistar un lugar de privilegio en la pantalla chica.

En 1992 fue fichado por TVN para dar vida a «Buenos Días a todos», que hasta ahora es el programa con más éxito de la televisión chilena, con casi 20 años de programación ininterrumpida.

Galán impenitente, tuvo sonados romances con figuras femeninas del espectáculo, de las que se alejaba, según sus amigos, cada vez que escuchaba la palabra matrimonio. Su vuelo final lo sorprendió soltero y sin hijos.

Condujo en 2009 y 2010 el Festival Internacional de la Canción de Viña del Mar junto a la periodista Soledad Onetto; antes había participado como jurado en el certamen, donde se le relacionó sentimentalmente, en 1992, con la cantante mexicana Lucero.

La cantante, que reconoció el flirteo, escribió este sábado, en Twitter: «Felipe vivirá por siempre en mi corazón. Y en el de miles y miles de personas que jamás lo dejaremos morir porque lo AMAMOS».

En el plano sentimental, últimamente estaba reanudando una relación con la periodista Fernanda Hanssen, interrumpida hace un tiempo, después que ella sufriera un grave accidente a caballo en la finca del animador.

Ambientalista explícito, no vaciló en reprochar al actual Gobierno la proliferación de generadoras térmicas en el país y, en los últimos meses, manifestó su respaldo a las demandas de los estudiantes chilenos de una mejor educación.

«Creo que (los estudiantes) han dado una lucha impecable, creativa, sensible, tremendamente valiente. La educación no puede ser un negocio para nadie», dijo en un vídeo de apoyo al movimiento estudiantil.

¿Te asusta la muerte?, le preguntaron en una entrevista el pasado febrero, cuando un incendio destruyó su casa.

«No, pero no me gustaría morirme. Me acuerdo que mi mamá, un poco antes de morir, me dijo ‘lo estamos pasando tan bien que me da lata morirme’. Me pasa lo mismo», respondió.

Publicidad

Tendencias