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Tironi cuestiona tesis de la derecha “novoísta” y dice que la sociedad actual no acepta seguir a “pie juntillas lo que le dicen las élites”

“La derecha ‘novoísta’ no entiende el país que vibra bajo sus pies. Por dos motivos: porque es una visión del mundo construida sólo desde categorías económicas, y porque le tiene un temor reverencial a la incertidumbre; ese combustible invisible que mueve el espíritu humano y los mercados. Es, por lo mismo, un vestigio del pasado, no una guía para el porvenir”, precisa.


El sociólogo Eugenio Tironi refuta la tesis planteada por el senador UDI Jovino Novoa, respecto a que existe una disonancia entre el Chile real y la noción pesimista que está transmitiendo la izquierda local al atacar el “modelo”, afirmando que la sociedad actual ya no acepta seguir a “pie juntillas lo que le dicen las élites”.

En la columna de opinión en El Mercurio, Tironi explica que la visión planteada por Novoa en su libro “Con la Fuerza de la Libertad” es errónea, ya que el problema es opuesto: “lo que hay es una disonancia entre el Chile real, sus creencias, emociones y expectativas, y la visión de Novoa y los derecha que él representa”.

De acuerdo a lo expuesto por el sociólogo concertacionista, el diagnóstico de Novoa se sintetiza en que Chile lo está realizando bien y se prueba con las cifras económicas, lo cual es fruto de las reformas que implantó el “Chicago-gremialismo” y que la Concertación continuó. Sin embargo, el modelo está “siendo socavado por la tesis del malestar, instigada por la izquierda, la cual no tiene fundamento alguno”.

Además, Tironi sostiene que la crítica de Novoa apunta a que el gobierno de Piñera ha abrazado las ideas de la Concertación como si fueran propias y culpa a la centroderecha de no haberle puesto emoción y épica al modelo, y que es necesario reponer el ideario de la derecha: más libertad, más mercado y más democracia.

Tironi también cuestiona el planteamiento de la derecha “novoísta” en el sentido que tras la caída del Muro de Berlín, la izquierda había muerto, pero resulta que “ha resucitado e inventado de la nada eso del malestar, el cual le está aguando la fiesta a “el modelo””.

En tal sentido, el académico se pregunta respecto a cómo lo ha hecho la izquierda para volver a imponer su visión, señalando que “a lo mejor es tonto lo que digo, pero no se ve que en Chile ella tenga una poderosa maquinaria económica, ni comunicacional, ni educativa. ¿No será, entonces, que hay un “mercado” que no está deseoso de “comprar” su tesis de malestar? Si fuera así, entonces la solución estaría en contener la demanda, no en atacar la oferta —o sea, a la izquierda—. Es curioso, pero en esto la derecha “novoísta” se ha vuelto keynesiana”.

Y añade: “¿Por qué el “novoísmo” rechaza con tanto ahínco el malestar? ¡Pero si Cristo vino a la tierra a producir fastidio, no conformidad (“No he venido a traer paz, sino espada”)! El infierno, sospecho, está repleto de satisfechos. Hasta lo dijo Steve Jobs, el Mesías contemporáneo —o si no lo dijo, lo practicaba—: no hay innovación sin rebeldía, y no hay rebeldía sin malestar”.

Por tal motivo, Tironi sostiene que el malestar es digno de celebración y no de condena y se hace la siguiente pregunta: “¿Por qué en Chile hay menos satisfacción, pese a las cifras económicas?” y responde “porque perdimos el miedo al caos, a la pobreza, a la ignorancia, a la marginalización. Porque somos una población más educada, más próspera, más libre. Por lo mismo, menos resignada y satisfecha”.

Añade que las revueltas que se dan en la actualidad responden a una “población que ya no acepta vivir sometida a “Ladrillos” ni “Modelos” que se presentan a sí mismos como leyes físicas o naturales que “caen por su propio peso”. Que no acepta seguir a pie juntillas lo que le dicen las élites”.

Menciona que la sociedad busca codiseñar el futuro y que “no acepta que alguien (por conspicuo que sea) se los ofrezca hecho”.

“La derecha “novoísta” no entiende el país que vibra bajo sus pies. Por dos motivos: porque es una visión del mundo construida solo desde categorías económicas, y porque le tiene un temor reverencial a la incertidumbre; ese combustible invisible que mueve el espíritu humano y los mercados. Es, por lo mismo, un vestigio del pasado, no una guía para el porvenir”.

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