La periodista era una de las personas a quien la Presidenta más escuchaba
En un comunicado, poco antes de cumplirse el primer año del Gobierno, La Moneda informó que la directora de la Secretaría de Comunicación será trasladada a una función secundaria dentro del equipo que conforma el segundo piso de la sede del Ejecutivo. Al menos desde diciembre ya existía una mala evaluación de su desempeño en ese puesto clave.
No pasó inadvertido el rostro algo descompuesto que se podía observar en la Presidenta Michelle Bachelet, al momento de hacer el anuncio sobre el consejo asesor para regular la relación entre el dinero y la política, que ocurrió esta tarde en La Moneda. Una de las razones se conoció poco antes de la medianoche a través de un comunicado oficial de la Secretaría General de Gobierno.
«El ministro secretario general de Gobierno, Álvaro Elizalde, informa que a partir de mañana miércoles 11 de marzo, la periodista Paula Walker pasa a integrar el equipo del Área de Estudios de la Presidencia. El secretario de Estado agradece el trabajo realizado por la destacada periodista, en la dirección de la Secretaría de Comunicaciones del Gobierno (Secom)», dice el texto.
Una señal clave en torno a este traslado a una función secundaria dentro del influyente equipo del «segundo piso» de La Moneda, fue cuando Walker –quien asumió el puesto hace justo un año, luego de desempeñar una función clave en la campaña, y con la Presidenta desde la época de ONU Mujeres– no asistió al comité político realizado el viernes en Cerro Castillo.
Desde siempre la figura de Walker generó en el bacheletismo más cuestionamientos y odiosidades que lealtades, pero la tensión se acrecentó a partir del 3 de diciembre, luego del 38% de aprobación al Gobierno que registró la encuesta CEP.
En el seno del Gobierno se reconocía que ese día quedaron de manifiesto las tensiones y malas relaciones que abundan en el segundo piso de Palacio –de Walker con la directora de Programación y el director de Políticas Públicas de la Presidencia, María Eugenia Paris y Pedro Güell, respectivamente–, lo que llevó a una descoordinación que condujo a malas decisiones. Desde entonces, en Palacio se comentaba que había «mucha presión interna» –desde ministerios, asesores de Gobierno e incluso dirigentes oficialistas– para una salida de Walker, ya que se le responsabilizaba en gran medida de los errores del último tiempo.
