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Alerta en las redes sociales por casos de jóvenes que habrían sido víctimas de drogas por contacto Relatan que fueron abordadas en estaciones del Metro y un mall

Alerta en las redes sociales por casos de jóvenes que habrían sido víctimas de drogas por contacto

Pérdida de conciencia, mareos y náuseas son los síntomas que presentaron después que desconocidos les tocaron las manos y la cara. Se trataría de la escopolamina o «burundanga», que en otros países usan delincuentes para anular la voluntad de sus víctimas. La PDI asegura que hasta el momento no existen antecedentes de que la sustancia esté circulando en el país.


En las redes sociales son varios ya los testimonios de distintas jóvenes que aseguran haber sido víctimas de delincuentes que, en distintos puntos de Santiago, habrían  intentado drogarlas con una sustancia que se activaría sólo con el contacto con la piel o con la inhalación de polvo en suspensión.

Todo apunta que se trataría de la droga escopolamina, conocida también como ‘burundanga’, que es altamente tóxica y tendría la característica de prácticamente anular la voluntad de las personas expuestas a su acción, que tardaría entre dos y cinco minutos en surtir efecto.

El hecho de que sea incolora, insípida e inodora hace prácticamente imposible que pueda detectarse su presencia. Pero los relatos sobre desconocidos que se acercan e insisten en tocar a sus víctimas en los brazos o la cara, o que les muestran de cerca el contenido de bolsos, son situaciones que al menos debieran generar alguna sospecha.

Hasta el momento, según indicó a Radio ADN el subcomisario del Departamento de Sustancias Químicas Controladas de la PDI, Patricio Navarro, no existen antecedentes de la presencia de la sustancia en el país, que ya está presente en otros países de la región, y que en dosis mayores puede ocasionar la muerte.

«Hasta el momento, no se ha constatado ningún procedimiento policial ni tampoco se ha tenido información de reportes toxicológicos de que estemos en presencia de la droga acá», dijo el detective.

Sin embargo, en Facebook ya circulan profusamente los relatos de jóvenes que aseguran haber sido objeto de estos ataques, especialmente en estaciones del Metro, específicamente en U. Católica y Santa Ana, donde habrían sido abordadas por supuestos extranjeros. También se conoció otro relato de una joven a la que  le pasó algo parecido en las afueras del Mall Plaza Vespucio, donde se le acercaron dos jóvenes chilenos.

«No reciban papeles ni le den la mano a nadie»

Uno de los primeros casos en salir a la luz pública fue el de una joven a la que hace algunos días se le acercó un hombre que se identificó como colombiano en las afueras del Metro Universidad Católica.

«Estaba afuera (…) iba a cruzar la Alameda para ir a Lastarria a juntarme con una amiga y afuera del metro por Alameda sur me para un weon (sic) y me dice que me estaba siguiendo hace rato porque me había encontrado linda blablabla, me dijo que era colombiano, que se llamaba Marcos que no me pusiera nerviosa, y yo como andaba apurada le dije gracias, pero sorry me tengo que ir. Y me agarró  del brazo para detenerme y me decía todo el rato que no me pusiera nerviosa, me preguntó  por el nombre y le dije que me llamaba Ana porque no quería decirle mi nombre, me estiró la mano para saludarme y yo se la di, me dijo que andaba celebrando un año sin alcohol hablándole a la gente en la calle (súper raro) y le dije sorry me tengo que ir, chao y me fui».

«La cosa es que crucé la Alameda corriendo y cuando iba por Lastarria empecé a sentirme mal, tuve que pasar de urgencia a un baño a un restaurant y cuando salí me bajo la presión y empecé a sudar helado, caminé un poco más y empecé a ver borroso. Llamé a mi vieja para decirle que algo me había pasado, no sé qué era, pero que me iba a desmayar. Cuando ya estaba pa la cagá (sic) entré a otro local pidiendo ayuda y perdí la conciencia. No me acuerdo de nada más ni de lo que dije, nada. Hasta por media hora aprox. la gente del local me apañó y después llegó mi viejo a buscarme. Fuimos a la clínica y me dijeron que me drogaron por contacto. Es una droga colombiana que está de moda para secuestrar mujeres», sostuvo.

Finalmente, dijo que se había salvado por «por haber andado apurada y por no haber estado ni ahí con hablar con el colombiano». Y dio un consejo a otras mujeres: «Recuerden las cosas que me dijo por si también les pasa, no reciban papeles y no le den la mano a nadie, en serio, hay una red de saco weas q andan en esas… (sic)».

«Todo el día mareada y full dolor de cabeza»

Otro testimonio es el de una joven a la que le pasó algo similar cuando se disponía a hacer un trasbordo para pasar de la Línea 5 del Metro a la Línea 2, para dirigirse al Metro Rondizzoni.

«Iba vestida muy normal:  jeans, zapatillas deportivas y una vil polera azul, media cansada, así que andaba como mirando al suelo (digo esto, porque estos tipos se aprovechan de la apariencia de la gente, como que ‘huelen’ la debilidad). Me fijo que iba un moreno, alto, con lentes y jeans más bien oscuros, mirándome y gesticulando un ‘hola’ con sus labios. Hice caso omiso porque me carga conocer gente en el Metro y –los que me conocen– saben que soy una weona (sic) muy pesada con los extraños».

Recordó que al momento de bajar del tren para hacer la combinación «siento que alguien me toma el brazo –no suavemente– y me dice: ‘Oye, oye, es que te quiero decir algo'». Asegura que le respondió «qué» mientras caminaba rápido y sin mirarlo, y el desconocido le respondió: «Es que te vine mirando todo el Metro, y tienes un cuerpazo, te quería preguntar algo».

Y luego se produjo el siguiente diálogo:

–»¿Cuánto te puedo ofrecer? departamento para ti, efectivo, dinero, una cuenta para ti».
–»No, gracias weón, yo no hago eso».
–»Pero por favor, déjame conocerte, al menos dame tu número, o mira toda la plata que tengo en este bolso, quizás así te tientas».

La joven cuenta que en ese momento, el hombre «se puso tenso y reaccioné. El tipo me empezó a no sólo tocar los brazos, sino a tocar la cara con sus manos y de manera violenta, no sutilmente. Y ahí recordé el audio que había escuchado de esta niña de U. Católica. Lo alcanzó a hacer sólo dos veces, mi reacción fue la de correr, subir las escaleras y quedarme donde se ponen los guardias en la misma línea y estar al lado de ellos hasta que llegara el Metro, lo miré con cara de odio y no fui ni siquiera capaz de decirle nada al guardia por el miedo y angustia que sentí en ese momento».

«Solamente atiné a contarle a una amiga, pensando en que si me pasaba algo, al menos ella sabía. Ya dentro del metro, en estación Toesca, me empecé a sentir realmente mal, mareada, ganas de vomitar, fatigada… Me bajé del Metro y estuve sentada un buen rato… Después de un largo rato pude devolverme a casa. He estado todo el día media mareada y full dolor de cabeza», agregó.

La joven también aprovechó de enviar un mensaje de advertencia: «Chic@s por favor, mucho cuidado. No confíen en nadie, he leído muchas historias: ocupan a mujeres para prostitución, ocupan a hombres para robar de sus cuentas, ocupada para secuestros… Cuídense mucho, desconfíen, no dejen que los toque nadie, ni que acerque sus manos a la cara, ni que se les acerque mostrándoles un bolso o una billetera, porque en el cierre de estos el polvo sale volando y uds. serán quienes luego estarán colaborando en todo acto de estos infelices. A este droga la llaman la del ‘dócil’ porque la persona afectada, simplemente, entrega todo, cede con facilidad».

Y concluyó: «Más allá del miedo y la rabia que tengo, y la sensación de no poder estar segura, pude evitar lo peor, doy gracias a Dios… No quiero que nadie me cuente casos de esto, quiero prevenirlos con esta publicación, quiero que nadie tenga que pasar por esto nuevamente».

En Plaza Vespucio

Un último testimonio da cuenta de un hecho similar, donde los victimarios no serían extranjeros y que se registró en la salida del Mall Plaza Vespucio, en la comuna de La Florida.

El breve mensaje dice: «Amigas , la estupidez de la droga de tacto es real y me acaba de pasar en el Plaza Vespucio, salida de Falabella. No fueron colombianos, ni dominicanos , fueron dos chilenos. Flaites a más no poder, pero chilenos».

 

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