Las preguntas de Carolina Pérez cuestionan a la campaña solidaria: desde el hecho que no incluya el lenguaje de señas en la transmisión hasta el detalle de que no esté contemplada entre los animadores una persona con discapacidad, pasando por la críticas a los empresarios que podrían donar en forma anónima o que no tienen discapacitados entre sus empleados, ya que sólo el 1% tiene contrato laboral. Su testimonio ha sido ampliamente difundido a pocos días de que empiece una nueva campaña.
Carolina Pérez quedó tetrapléjica después de un accidente automovilístico. Una década después, a los 34 años, es docente en la Facultad de Medicina de la Universidad de Chile, juega tenis, y tiene un programa de radio en la estación de la casa de estudios.
Precisamente en el diario electrónico de la radio Universidad de Chile, Carolina Pérez publicó una columna en que critica el enfoque con que la campaña de la Teletón muestra a las personas con discapacidad y la manera en que se estructura la trasmisión televisiva.
«En ninguna parte de las 27 horas existe la interpretación de la lengua de señas, que bajo la Ley 20.422 está escrito como: el lenguaje universal de la comunidad sorda. Tampoco tiene parámetro educativo, me refiero a mostrar en pantalla a un profesional de la institución ya sea kinesiólogo, terapeuta ocupacional, fisiatra, que enseñe a esta población de 17 millones de personas de qué manera pueden ellos apoyar a una persona que esté en silla de ruedas en su traspaso ya sea a un auto, un sillón, o alguna necesidad especial que ésta requiera», señala en su texto.
Y añade: «¿En qué parte de la campaña televisiva se ve a un testimonio conversando que las personas en situación de discapacidad tenemos vida sexual activa como cualquier otra persona? No somos seres asexuados», escribe.
Carolina critica entre otras cosas que la solidaridad no se traduce en inclusión laboral y que en eso el enfoque de la campaña influye: «Si desde el año 1978 somos vistos como seres compasivos, en las cuales el país entero llora, aplaude, nos consideran ‘angelitos’ y lo que es peor aún, piden, a través de la pantalla, que la gente ‘se coloque la mano en el corazón’. ¿Cómo los empresarios van a abrir puestos de trabajo si somos vistos como seres de caridad que prácticamente dependemos de la voluntad ajena?».
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