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Elección UDI: la derrota de los iluminados y el ungimiento de Hernán Larraín Cuadro político se configura en la previa del Consejo General del gremialismo

Elección UDI: la derrota de los iluminados y el ungimiento de Hernán Larraín

Finalmente la opción del senador se impuso en la UDI para presidir la colectividad en el próximo periodo con la resistencia de los sectores más tradicionales y parte importante de la bancada de diputados, que apostaban por la continuidad del proyecto de Ernesto Silva a través de Javier Macaya. Los últimos evalúan si se incorporarán a la lista o se harán a un lado, minando el consenso propuesto por el senador.


Si en algún momento hubo un nombre que generaba consenso en la UDI, ese fue Andrés Chadwick, pero el coronel nunca estuvo dispuesto a asumir como sucesor de Ernesto Silva. De ahí en adelante, la disputa por la presidencia del partido se dio entre las dos facciones que representan Javier Macaya y Hernán Larraín.

Ninguno de los dos generaba consenso mayoritario, pero tras el fallido intento de Macaya y su gente de forzar a elecciones en el Consejo General e ir con lista propia, opción que fue abortada tras conocerse la boleta a SQM de su mujer y que terminó por sepultar sus aspiraciones, el senador Larraín se impuso en la tienda y ya todos reconocen que será el próximo presidente del partido.

El diagnóstico es que la mesura y templanza características del senador, junto a sus redes con el Gobierno, lo convierten en la persona adecuada para enfrentar la profunda crisis que atraviesa la colectividad. Larraín ha sido enfático en declarar que sólo dirigirá la UDI si su nombre genera consenso y unidad y, si bien no lo genera, sus críticos se quedaron sin opciones y han debido aceptar su liderazgo a regañadientes.

El hombre con el perfil más académico de la UDI, al que sus detractores critican su falta de carisma e ímpetu, es resistido por el núcleo duro del partido. Dicen que Larraín no forma parte del ADN de la UDI, tampoco es de los fundadores –se integró recién en 1994 al partido–, alegan que siempre ha sido un “díscolo” y recuerdan que su presidencia entre los años 2006 y 2008 “no fue la más feliz, ni siquiera se repostuló, como es habitual” y además deslizó críticas públicas a la conducción de Silva en el caso Penta, lo que es considerado “casi como una traición”, explicó un parlamentario.

Si bien Larraín no estuvo de acuerdo con el manejo de la crisis que impulsó Ernesto Silva, un senador cercano a él reconoce que “una cosa era su postura personal, pero otra cosa es la postura institucional que adoptará. Como presidente ratificará la presunción de inocencia, no habrá sanciones ni cambios sustanciales en lo hecho hasta ahora”. Esta línea es la que se espera sea confirmada por el Consejo General y acallar así a los sectores que han pedido modificar la postura del partido con los parlamentarios involucrados en financiamiento irregular de sus campañas: Iván Moreira, Felipe de Mussy y Ena Von Baer, quien declarará hoy ante la Fiscalía.

[cita] El martes en la noche, Larraín recibió el apoyo unánime de los senadores, incluido Juan Antonio Coloma, quien, anteriormente, había estado dispuesto a incorporarse como vicepresidente a la lista de Macaya, pero terminó inclinándose por Larraín. Distinto fue el ambiente durante la cena de la bancada de diputados, donde se concentra la mayoría de los apoyos a Macaya. Varios levantaron la voz para pedir garantías mínimas a Larraín, sobre todo en torno a la estrategia a seguir en el caso Penta.[/cita]

El martes en la noche, Larraín recibió el apoyo unánime de los senadores, incluido Juan Antonio Coloma, quien, anteriormente, había estado dispuesto a incorporarse como vicepresidente a la lista de Macaya, pero terminó inclinándose por Larraín. Distinto fue el ambiente durante la cena de la bancada de diputados, donde se concentra la mayoría de los apoyos a Macaya. Varios levantaron la voz para pedir garantías mínimas a Larraín, sobre todo en torno a la estrategia a seguir en el caso Penta, entre ellos, Juan Antonio Coloma Álamos, José Antonio Kast, Ramón Barros y Arturo Squella.

Sobre la confección de la lista, los partidarios de Larraín comentan que como secretario general, el cargo más relevante, nombrará a un hombre de su entera confianza, entre los que se menciona a Claudio Alvarado, ex subsecretario de Larroulet en el Gobierno de Piñera y hombre transversal en el partido.

Además, se ha pensado hacer un gesto a los alcaldes de la tienda e incorporar a uno de ellos, como el edil de Rancagua, Eduardo Soto. Entre los cercanos a Larraín, también se menciona a Andrea Molina como posible integrante, aunque la diputada descartó que se lo hayan planteado.

Macaya, que había sido nombrado inicialmente como probable secretario general de Larraín, está descartado y se presume que iría a una vicepresidencia. En el caso que Larraín decida no poner a un hombre de su entorno en la secretaría general y ceda el puesto a los diputados para dar una señal de consenso, se menciona al diputado Felipe Ward. De ese mismo sector, José Antonio Kast podría mantenerse en la directiva. Siempre que se decidan a formar parte de la lista.

La última jugada del jovinismo

En el entorno de Macaya tienen las manos atadas y saben que su única carta disponible es el requisito del propio Larraín: la lista de consenso. Por eso, han estado dilatando las definiciones y han evitado decir abiertamente que Macaya bajó su candidatura.

Silva, personalmente, se encargó de relativizar el tema durante la cena de los diputados. Incluso han estado barajando la opción de, en último momento, declinar integrarse a la lista, rompiendo el supuesto consenso, lo que podría en una disyuntiva a Larraín, quien tendría que asumir con un importante sector disidente, y la mentada unidad quedaría en eso, solo palabras.  Al parecer, el bloque unido y compacto que solía ser la UDI ya no existe más.

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