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Mauricio Pulgar, ex seminarista: “En la Iglesia hay redes de sexo, poder y drogas” PAÍS

Mauricio Pulgar, ex seminarista: “En la Iglesia hay redes de sexo, poder y drogas”

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Alejandra Carmona López
Por : Alejandra Carmona López Co-autora del libro “El negocio del agua. Cómo Chile se convirtió en tierra seca”. Docente de la Escuela de Periodismo de la Universidad de Chile
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Siempre quiso ser cura y en el camino para lograrlo conoció la podredumbre en el Seminario Pontificio Mayor San Rafael, en la Quinta Región. En la ruta por ser seminarista, fue drogado, violado y vio cómo operan las redes que presionan a nuevos aspirantes hasta perder autonomía. El seminarista “parte siendo el que acompaña al cura, luego pasa a ser el secretario del obispo, siempre es así. El seminarista es usado emocionalmente porque termina creyendo que el cura se sostiene porque tú lo escuchas y tú estás ahí”, cuenta.


Después que el Caso Karadima estalló, Mauricio Pulgar entendió que tenía que hablar. Que no podía seguir atormentado por lo que había vivido, que él era una víctima. Cuando lo comprendió, tomó a su hijo en brazos –entonces una guagua que ahora tiene 14 años, pero que no sabe nada de lo que vivió su papá– y, junto a su esposa, enfiló hasta la casa del sacerdote que lo encaminó al infierno. Ahí grabó una declaración donde el religioso aceptaba los hechos.

Todavía sus ojos son dos charcos que tiemblan cuando tiene que recordar el día que logró obtener la confesión del presbítero Humberto Enríquez, a quien conoció en el Seminario Pontificio Mayor San Rafael de la diócesis de Valparaíso. Mauricio era profundamente católico, había sido acólito en la Parroquia Nuestra Señora del Rosario en Quilpué, desde los 13 años quería ser sacerdote. Por eso, según cuenta, cuando Enríquez lo drogó para violarlo, el mundo –o el único que conocía– se desplomó.

Tiene la grabación,donde obtuvo la confesión de Enríquez, registrada en su computador. En ella, el sacerdote le dice que entiende su molestia y su dolor, pero nada más.

El año 2012 Mauricio Pulgar presentó una querella por abusos sexuales y otra por encubrimiento y asociación ilícita en contra de otros sacerdotes, en la que incluso estaba involucrado el obispo Gonzalo Duarte. Sin embargo, después de dos años de investigación, la causa fue sobreseída.

Hoy Pulgar es obispo protestante, trabaja como corredor de propiedades y levantó una fundación de ayuda a niños autistas, debido a la condición de su hijo mayor. Ha tratado de olvidar lo que vivió cuando entró al seminario, pero es difícil cuando “no ha habido justicia”.

«Enríquez ni declaró y Duarte consiguió curas que hablaran… que en el fondo, como yo soy hijo de padres separados, justificaran todo lo que había pasado y que yo estaba inventando. Que en el Seminario nunca había pasado nada. Entonces surgieron testimonios de otras personas que también contaron lo que vivieron en el seminario”, comenta Mauricio.

-¿Entre qué años fuiste seminarista?
-Yo ingresé a fines del 92 a las postulaciones y ya de frentón entramos en enero del 93. Tenía 17 años y siempre fui cercano a la parroquia en Quilpué, donde fui acólito. Eran otros tiempos de la Iglesia católica… además, que si uno quería crecer espiritualmente, como que no tenía otro camino.

-¿Cuándo empezaste a ver cosas extrañas?
-Lo que pasa es que siempre pasaban cosas, yo tenía un director espiritual y me dijeron que si yo quería seguir postulando tenía que cambiarlo y la obligación es que fuera Jaime Da Fonseca, y ahí empiezan a pasar cosas raras, como la obsesión de él de acercar la cabeza a los genitales cuando uno se confesaba. Da Fonseca es como el Karadima de la V Región, tiene tres suicidios tras él y una chorrera de cosas así.

-¿Y él nunca ha sido condenado?
-No, es que nunca nadie se ha atrevido a hablar contra él. Yo he sido el único que se ha atrevido a hablar, muchos curas incluso evitan tener contacto con él, porque una vez que entras a la red de él, estás frito. Hay mucho uso de poder, mucho uso económico.

[cita tipo=»destaque»]»Se le hace a una persona lo que me hicieron a mí, más sutil quizás. Lo que los sacerdotes persiguen es hacerle un sexo oral a quien va a ser su compañero, sodomizarlo. En el fondo es imponerle una orientación sexual y la persona, por A, B o C motivo, termine viviéndolo aunque no sea homosexual. Entonces, por ejemplo, yo vi cómo Duarte forzaba a un seminarista, yo lo vi. Duarte llegó un día, le dio vuelta la cara y le chantó el tremendo beso en la boca. Él ejerció fuerza. Yo me quedé impactado cuando lo vi».[/cita]

-¿Y como director espiritual te hacía eso, acercaba tu cara a sus genitales?
-Sí y te obligaba a darle un beso en la cara, te manipulaba en la confesión. A mí la verdad que no me gustaba, lo encontraba asqueroso y que no tenía razón de ser. Él lo ponía como que yo era rebelde y que yo tenía mucho ego. Siempre me manipuló con eso, me decía que nunca iba a poder ser santo porque yo tenía mucho ego y que tenía que doblegarlo.

No sé cómo será ahora, pero para los católicos, antes, controlar tu ego era como salvarte del pecado. Eso fue en el camino de postulación. Cuando entré al seminario lo primero que hice fue cambiar de director espiritual y eso me trajo muchos problemas.

-¿Por qué?
-Ahí empezó a decir que yo dejara de ver a mi mamá, porque según él mi mamá era prostituta por el hecho de ser separada y se me prohibió salir. Con el tiempo, mientras mis compañeros se iban el fin de semana, yo no.

Puertas adentro

Respecto al obispo Duarte, cuenta que era profesor de Liturgia cuando llegó al Seminario. «Era un tipo que constantemente estaba acosando, muy obsesionado con el tema de la masturbación. El ramo que teníamos con él trata sobre los ritos y las celebraciones, nada de ética, nada, nada. Y él ocupaba las clases para decir que si a ti un hombre te atrae es normal… Ya había una contradicción ahí, porque se supone que todos los homosexuales, según la Iglesia católica, son una aberración, de hecho lo comentábamos… por qué él decía eso. Entonces, si te llegaba a gustar otro hombre, tenías que hablarlo con él, no con otra persona, él era la persona indicada. Después empezó en otras clases a decir que si tú te masturbabas mucho, tú tenías que confesarte con él, porque él era la persona adecuada de eso”, relata Mauricio.

-¿Qué había detrás de eso?
-Es que ahí hay una conducta de usar el seminario para ir adquiriendo el compañero, es una forma de operar. En todos estos casos de abusos sexuales y poder siempre hay alguien que es usado de compañero, uno o varios… Parte siendo el que acompaña al cura, luego pasa a ser el secretario del obispo, siempre es así. Y obviamente te va haciendo cómplice de sus penas, de sus dolores y el seminarista va quedando como entre la espada y la pared, es usado emocionalmente, porque termina creyendo que el cura se sostiene porque tú lo escuchas y tú estás ahí… además usan la confesión como arma para doblegarte. Tú confesaste que te masturbaste, entonces yo en el Seminario puedo decir que tienes problemas sexuales, y así. Todas las cosas que tú puedas decir en el ámbito sexual, es su arma de doble filo y ahí empiezan a buscar al seminarista que los va a acompañar y van probando…

-O sea, mientras vean a un seminarista más solo o desprovisto de herramientas emocionales es una mejor opción…
-Si es posible aislarlo, es mejor. En el fondo, si uno es dócil puede empezar a ceder y a creer que es bueno para el crecimiento espiritual dejar de ver a la familia. Uno lo ve como una prueba de fe, uno empieza a asumir que está bien, que me va a ayudar a cultivar la virtud, la paciencia.

-¿Qué tan recurrente es esta forma de operar?
-Muy recurrente, pasa todo el tiempo. Esto no se ha detenido porque salga en la tele. El gozo del abusador no es el acto solamente, es sentir que va adquiriendo poder sobre la persona, el sentirse con el derecho de gritarte, de retarte, de que le hagas caso, ya ahí está el gozo del tipo, cuando en el fondo terminas escuchando todos sus temas sexuales el tipo está gozando, porque sabe que te perturba, que no te sientes cómodo y obviamente ahí se perpetúa ese gozo.

-¿Podríamos hablar de una red de sexo?
-Sí y no solo de homosexualidad, no solo hay varones abusados, hay muchas mujeres. Hay muchos curas bisexuales activos. Hay un sacerdote, José Olguín, sacerdote de la Quinta Región, que tuvo una relación con una mujer casada. Por muchos años ella estuvo entre la espada y la pared, sintiendo que era el soporte de este cura y. cuando todo esto salió a la luz, ella se quebró.

-¿Cómo podríamos describir estas redes de sexo y poder?
-Y drogas, porque hay redes de sexo, poder y drogas en la Iglesia católica. A mí me drogaron. Si Humberto Enríquez me hubiese querido violar por la fuerza no habría podido, porque yo me sé defender, pero me echaron algo en la bebida y yo quedé botado, me desperté cuando él estaba ejecutando la violación, yo me traté de mover y no podía, ni las manos ni las piernas.

-¿Qué hace Enríquez ahora?
-Antes de que yo hiciera la denuncia, estaba encargado de forma permanente de la formación de curas de la diócesis de San Felipe. Le dieron una parroquia grande para él. Después de hacer la denuncia llamé al obispado y, según ellos, está suspendido del ejercicio de párroco, pero no está encerrado ni con prohibición de celebrar misa.

-Tampoco tiene una sanción canónica.
-O sea, esto es raro. Se supone que todos mentimos, pero a Jaime Da Fonseca inexplicablemente le quitaron la parroquia y otros curas involucrados también se vieron afectados: a Mauro Ojeda, ex rector del Seminario, le quitaron un decanato; a José Olguín le quitaron, en su momento, la parroquia… Entonces, si nosotros mentimos para qué le quitaron la parroquia. El obispo Cristián Contreras de San Felipe dijo que Humberto Enríquez era un santo prácticamente, que tenía lleno de cartas de defensa con mucha gente con poder económico, lo mismo que pasó con Karadima en El Mercurio, que era un santo… entonces, ¿para qué le quitó la parroquia?

-Dices que lo que tú viviste en la diócesis de Valparaíso se replica en la de San Felipe.
-San Felipe es como el patio para trasladar a los curas con problemas. Llegan de otras diócesis también, los pillan en algo y los mandan para allá. Lo que pasa es que se da también porque, en realidad, es una diócesis grande, es una parroquia grande, es muy fácil esconder a alguien ahí.

-Volviendo a las redes de poder, sexo y drogas… ¿Cómo operan?
-Se le hace a una persona lo que me hicieron a mí, más sutil quizás. Lo que los sacerdotes persiguen es hacerle un sexo oral a quien va a ser su compañero, sodomizarlo, en el fondo es imponerle una orientación sexual y la persona, por A, B o C motivo, termine viviéndolo aunque no sea homosexual. Entonces, por ejemplo, yo vi cómo Duarte forzaba a un seminarista, yo lo vi. Duarte llegó un día, le dio vuelta la cara y le chantó el tremendo beso en la boca. Él ejerció fuerza. Yo me quedé impactado cuando lo vi.

-Es un proceso…
-Van de a poco hasta que finalmente lo logran. Entonces, cuando esa persona ya está ahí y ve que aparentemente no tiene salida, ya estás cooptado sexualmente también. Entonces, si tú hablas, te jodo, te quito el ministerio, te dejo en la calle. Se usa también el poder económico, porque así como hay gente que dona a la Iglesia, también hay gente que dona por presión, porque te saben tus secretos. Por ejemplo, una persona importante que tiene una amante, el cura lo sabe porque tú te confesaste, pero es el arma de doble filo… mujeres que tienen un amante porque quizás su vida afectiva es una mierda, entonces cuando el cura les dice que necesita plata, donan. Y hablo de fuertes sumas de dinero. Hay curas que no deberían manejar dinero y están manejando a veces 10 millones solo para ellos, no para la Iglesia.

-Me imagino que hay sacerdotes que creen en esta vocación, que mantienen incluso el celibato… ¿Qué hace esa gente en medio de este clima?
-Hacen la vista gorda, no les queda otra. Me acuerdo de un cura que me contactó, me dijo que él me apoyaba, entonces yo le pregunté si iría a declarar en favor mío. ‘No puedo, tú sabes cómo son las cosas’, me contestó. Efectivamente, a veces hay curas que no tienen plata ni para pagar la luz, pero hay otros que, inexplicablemente viniendo de familias súper humildes, tienen el tonto auto, lujos que no hay cómo financiarlos y que nadie sabe cómo salen. Por eso es que dentro de la Iglesia hay curas que están muy choreados.

-El Papa ha cuestionado la doble moral de los sacerdotes al interior de la Iglesia.
-Es que él debería cuestionarse. No puede decir que no sabía, él vivía al lado, en Argentina, no me vas a decir que él no sabía lo de Karadima, no sabía el tremendo escándalo que había en Chile, ¿de Duarte? Esas cosas se saben, yo creo que a lo mejor, tratando de ser inocente, él no tenía los detalles. Lo que sí creo es que él quiere que esta cuestión pare, que está causando un problema económico, porque la gente no está donando a la Iglesia católica, prácticamente no tienen seminaristas y al no tener seminaristas no tienen motivo para pedir donaciones, como prácticamente no hay curas, tampoco hay justificación para pedir plata para el clero, en el caso chileno.

-¿Estas redes de poder y de sexo son como asociaciones ilícitas? ¿Podrías decir que operan así?
-Sí, se podría decir que sí. No andan por la calle diciendo mañana nos vamos a juntar, pero tienen sus grupos de correo…

-No entiendo… ¿cómo grupos de correo?
-Unos grupos donde se avisan qué van a decir. Por ejemplo, ahora Duarte va a decir que no se acuerda de nada.

-¿A quién?
-A una periodista de la BBC de Londres él le dijo que no se acordaba, que tenía recuerdos muy vagos, entonces, parece que esa va a ser la moda, nadie se acuerda de nada. Entonces, no puedes pedir perdón de algo que no te acuerdas.

-¿Como Pinochet?
-Sí, quizás, bueno, Duarte fue colaborador de la dictadura, por eso lo pusieron como obispo castrense. De hecho, tiene un sueldo como ex obispo castrense.

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