PAÍS
Crédito: Aton
Este proceso registró su inscripción más baja en los últimos 10 años, situación que «evidentemente nos duele», reconoció el subsecretario Vargas. «Entendemos que algunas razones pueden encontrarse en la pandemia y también en la experiencia que fue el sabotaje del año pasado».
La semana que viene arranca el proceso de rendición de la nueva Prueba de Transición Universitaria (PTU), que viene a reemplazar a la cuestionada Prueba de Selección Universitaria (PSU). El arranque de la PTU se da un contexto extraordinario, en medio de una pandemia que en Chile está experimentando una alza importante en el número de contagios, y cuando ya se confirmó la llegada de la nueva cepa del coronavirus al país.
Al respecto, el subsecretario de Educación Superior, Juan Eduardo Vargas, comentó que «hay gente que dice que los cambios, en el año actual, debieron haber sido postergados, sin embargo nuestra postura es distinta: los cambios —yo lo he dicho de esta forma— eran pedidos a gritos, y haberlos postergado hubiera sido mantener esa injusticia».
Este proceso registró su inscripción más baja en los últimos 10 años, situación que «evidentemente nos duele», reconoció el subsecretario Vargas en entrevista con Radio Universo. «Entendemos que algunas razones pueden encontrarse en la pandemia y también en la experiencia que fue el sabotaje del año pasado».
Bajo ese escenario es que el Ministerio de Salud se ha preocupado por otorgar las condiciones necesarias para que la mayor cantidad de los 268 mil inscritos se sienta segura para asistir a rendir la prueba. «La primera preocupación es que la cantidad de jóvenes que la rinda sea la mayor posible, considerando que ya se inscribieron menos, y para eso estamos haciendo un esfuerzo enorme», sostuvo el subsecretario.
Entre las medidas sanitarias adoptadas por las autoridades educativa y sanitaria, se contempla la división del grupo en dos. Unos rendirán la prueba los días lunes y martes, y otros lo harán jueves y viernes. El reconocimiento de sala solo se hará de parte de los jóvenes que se encuentren en situación de discapacidad.
También será obligatorio el uso de mascarilla y será necesario llevar otra de recambio, considerando el tiempo de duración de la prueba. Las salas contarán con ventilación y cada local tendrá un kit sanitario para que los asistentes puedan higienizarse.
Lo que no habrá será control de temperatura, ello porque con el objetivo de, detalló Vargas, evitar aglomeraciones. «Nos basamos en los protocolos que se siguieron en otro tipo de actividades masivas, como el plebiscito. Ahí no había toma de temperatura y nosotros tampoco lo vamos a hacer, por la sencilla razón de que puede producir aglomeraciones. Más que la temperatura, lo que está demostrado que permite minimizar la probabilidad de contagio es la distancia física, la ventilación natural y el uso de mascarilla, y eso es lo que estamos incorporando en nuestros protocolos».
Por otra parte, aquellas personas que el día de la prueba estén contagiadas, se les asignará otra fecha a finales de enero «para que tengan su derecho a hacerlo, pero además para evitar cualquier tipo de contagio».
