Publicidad
Sarquis y Zalaquett: la familia por sobre todas las cosas

Sarquis y Zalaquett: la familia por sobre todas las cosas

En esta edición de El poderómetro analizamos las relaciones familiares detrás de los polémicos “cheese & wine” que se efectuaban en el departamento de Lo Barnechea del exalcalde y actual lobbista.


Un principio esencial que sabe cualquiera que ejerce algo de poder es que el núcleo más sólido entre dos o más personas es la sangre compartida. El vínculo entre hermanos, el amor fraternal, es el más difícil de corromper. Por supuesto, no es imposible hacerlo, pero la traición fratricida de Caín y Abel es una excepción y por ello es tan notoria, pues en todas las civilizaciones de la historia la regla general es que la familia es el núcleo esencial, el lugar a donde volver, el nido, la semilla, la seguridad y la confianza.

Los mafiosos lo saben bien. No en vano los clanes que eclosionaron en los años 20 en Estados Unidos, luego de la prohibición del alcohol, eran familias que negociaban con otras familias. Aunque como lo ilegal siempre implica muchas horas hombre, clandestinidad, muertes inesperadas y otros problemas, necesitaban más familiares, pero eso no es tan sencillo de conseguir, como bien sabemos: además de los obligatorios nueve meses de gestación y los años de crianza, hay que esperar que el nuevo miembro “se eduque” bien en los negocios familiares y sienta regocijo en el negocio de machacar cabezas y traficar whisky, en vez de dedicarse a actividades menos lucrativas, como leer a Shakespeare, tocar el piano o resolver ecuaciones.

Así, a falta de parientes verdaderos, la mafia decidió crear los suyos propios y fue por ello que, adaptando ritos de otras sociedades secretas, comenzó a realizar ceremonias de iniciación sincréticas, mezclas de religiosidad, paganismo y cultura pop, donde lo esencial era la sangre. Como los recién admitidos no habían nacido de la misma madre, la única forma de convertirlos en hermanos era rebanándose un pedazo de dedo y mezclando las sangres –para espanto de cualquiera que hoy trabaje en medicina–. De ahí en adelante eran “hermanos” juramentados, al estilo de la francmasonería o el rosacrucismo.

Ser “hermano” de otro es algo poderoso, casi telúrico, y por eso en cualquier instancia donde se deba confiar ciegamente en otra persona aparece el concepto de “hermano” o de “familia”, como sucede con los “hermanos de armas” o “la familia militar”. Al otro lado de la cuerda ideológica, los miembros del Frente Patriótico Manuel Rodríguez se llamaban “hermanos” entre sí. El listado de hermandades en la historia de la humanidad es largo, pero la idea es simple: las mayores posibilidades de que alguien con poder confíe plenamente en otro u otros siempre están dentro de la familia, sea esta biológica o no.

Por supuesto, si la familia es de sangre, tanto mejor, y aunque en las élites castellano-vascas chilenas es muy frecuente pontificar sobre el valor de la familia, probablemente uno de los grupos en que es más fácil percatarse de la forma en que este se fomenta es el de las familias descendientes de libaneses, palestinos o sirios, los llamados “turcos” –pues cuando comenzaron a emigrar en masa a América Latina, a inicios del siglo XX, venían con pasaporte turco–. Estos demostraron ser muy buenos con los números y los negocios y, en general, florecieron en Chile y llegaron a convertirse en la aristocracia local en algunas comunas como La Calera u Osorno, donde incluso relegaron al segundo puesto, como los más acaudalados del lugar, a los descendientes de alemanes.

También florecieron en Santiago, pero no solo en Patronato, sino también en la zona oriente, pues, además de su habilidad innata para negociar, poseen un arma súper secreta: un sentido de la familia muy fuerte, casi pétreo, que es incluso difícil de comprender para la mayoría de los chilenos. Viven aclanados y, por lo general, optan por casarse entre ellos y por hacer negocios entre ellos.

Quienes lo conocen dicen que es ahí donde reside el gran secreto de Pablo Zalaquett Said: en que detrás suyo siempre está alguien que es casi un hermano para él, su primo Sergio Rodrigo Sarquis Said, uno de los principales protagonistas de las cenas en su departamento de Lo Barnechea y un hombre que –como lo indican todos quienes lo conocen– ha acumulado grandes cuotas de poder y de dinero.

Ambos son tercera generación de familias libanesas que hicieron fortuna muy pronto en Chile y pertenecen a uno de los núcleos económicos más importantes de este país: los Said, dueños de Parque Arauco, entre otros negocios. Rodrigo Sarquis (así lo llaman sus conocidos) fue el elegido por su padre para continuar a la cabeza del negocio de su abuelo Jorge, una pesquera que este fundó en 1948 en Talcahuano, con el nombre de Itata.

Luego de estudiar Ingeniería Comercial en la hoy Universidad Adolfo Ibáñez, el joven Rodrigo fue enviado en 1986 a conocer el tejemaneje del negocio, como administrador de la planta de Talcahuano, la cual años más tarde pasó a gerenciar. El negocio del pescado fue cada vez mejor y, fusiones mediante, la modesta pesquera terminó convertida en un gigante empresarial (Blumar Seafoods) que ya no solo manda sus barcos a extraer jurel cerca de la isla Santa María, sino que incursionó también en el oro de la Patagonia: el salmón.

Sarquis se convirtió en una figura prominente en Concepción. Junto con hacerse socio del club de golf más exclusivo de la zona (La Posada), se convirtió en dirigente de la Asociación de Industriales Pesqueros (Asipes) –y, luego, de Sonapesca–, al frente de la cual comprendió la importancia vital de la regulación, del lobby y de tender puentes hacia todos los sectores políticos, aunque su corazón siempre ha estado en la UDI, principalmente debido a su primo Pablo, quien ha sido su puente con ambos mundos: el de la política y el del lobby.

Fiel a sus enseñanzas, desde Asipes y desde Blumar financiaron a derecha e izquierda por igual. El gerente general de la entidad, Luis Felipe Moncada, le dictaba leyes por mail a la “Coca” Van Rysselberghe y por ello se inició una investigación penal, que terminó en nada, pues la Fiscal Regional de Biobío, Marcela Cartagena, decidió archivar la causa, pese a todas las evidencias que había en ella.

El mismo destino tuvo la investigación de Exalmar, que se inició cuando se denunciaron los intereses de ex Presidente Sebastián Piñera en dicha empresa peruana, una de las más grandes de ese país, a cuya propiedad el ex Mandatario entró hacia 2010 junto con Sarquis. Ello generó una gran polémica, debido a que Piñera mantuvo su participación en ella (por medio de Bancard) cuando se discutía en La Haya la reclamación peruana sobre el mar situado entre ese país y Chile, la que terminó otorgándole 50 mil kilómetros cuadrados de mar que antes se consideraba chileno, favoreciendo de este modo a Exalmar.

Quienes conocen de cerca a Sarquis dicen que, pese a que este hizo negocios junto a Piñera, no lo considera un amigo cercano. “Son solo negocios”, recalcan las mismas fuentes, que explican que la relación entre ambos nació también por vínculos familiares, puesto que Jimena, la hermana de Sarquis, es la esposa del empresario Juan José Cueto, uno de los mejores amigos de Sebastián Piñera, perteneciente a la familia controladora de Latam y, cómo no, los Cueto también entraron a la propiedad de Exalmar a inicios de la década del 2010.

Sin embargo, la investigación penal que se inició fue cerrada por otro Fiscal Regional, Manuel Guerra. A diferencia de los dueños de Penta, ni clases de ética hubo en este caso, y todo indica que tampoco lo habrá en lo relativo a los múltiples cheese & wine celebrados en la casa del primo hermano de Rodrigo Sarquis, Pablo, en muchos de los cuales Sarquis estaba presente, pues pese a los ríos de tinta que han corrido, al enojo del Presidente Boric y a muchas cosas más, hasta la fecha nadie se ha atrevido siquiera a poner una denuncia al respecto, ya que si bien no son pocos los que quisieran pasarle varias facturas a Zalaquett, todos saben que no anda solo, que tiene un primo muy parecido a un hermano mayor, que tiene mucha fuerza, aunque en el ring en que se mueve eso no se llama así, sino que tiene otra denominación: poder.

 

Publicidad

Tendencias