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La secta de Quilpué cuya “Maestra” es acusada de estafa por su exesposo PAÍS

La secta de Quilpué cuya “Maestra” es acusada de estafa por su exesposo

Carlos Basso Prieto
Por : Carlos Basso Prieto Unidad de Investigación de El Mostrador
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Detrás de una causa que actualmente se ventila en tribunales existe una historia que da cuenta de un exacerbado culto a la personalidad, manipulación de personas y la transferencia de un patrimonio que, al día de hoy, equivale a 2.500 millones de pesos, según el abogado de la víctima.


Parecía una boda normal aquella que se celebró el 27 de octubre de 2001, en Quilpué. Como es común, a un lado estaban los invitados de la novia y al otro los del novio. Sin embargo, algo llamó la atención de una de las hijas de este último: “Me pareció extraño que en la especie de altar que había en el centro ceremonial, en vez de alguna imagen religiosa tradicional de cualquier religión, había una fotografía de Ina Hidalgo”, señaló en una declaración ante la Policía de Investigaciones María Carolina Quezada, refiriéndose a quien ese día se convirtió en la esposa de su padre. Su hermano Cristian se fijó en lo mismo y agregó, también ante la policía civil, que la disposición del cuadro sobre el altar “la hacía ver como una figura religiosa”.

Pocos conocían a Ina Hidalgo Rojas por tal nombre. Para la mayoría de quienes estaban en su boda era simplemente “La Maestra” o “La madre de la luz”, una persona que para sus seguidores era extrahumana, casi una divinidad, alguien que poseía –o eso hace creer a quienes forman parte de su grupo– la facultad de sanar con las manos. 

El ingeniero civil Justo Quezada Bouey, que ese día contrajo matrimonio con ella, también pensaba algo parecido. Gracias a una herencia y al fruto de su trabajo, pasó varios años dedicado a viajar por el mundo, tratando de entender la espiritualidad humana. Estuvo en “escuelas de conocimiento” como los sufíes, estuvo con los herméticos y durante casi 10 años fue parte del Movement of Spiritual Inner Awareness (MSIA) de Estados Unidos, muy extendido en Chile en los años 90, por medio de cursos llamados Insight. Aunque el MSIA no es muy conocido, cabe destacar que los siete entonces jóvenes que fueron sindicados el año 2000 por la PDI como presuntos responsables de la muerte de Jorge Matute Johns (y que posteriormente fueron absueltos, al ser derogado el delito de “obstrucción a la justicia”, por el cual habían sido procesados) eran parte de dicho grupo en Concepción.

Hacia 1999, de regreso en el país, Quezada estaba en Santiago, dedicado a implementar cursos de desarrollo personal en la USACH, cuando una prima suya le comentó que participaba de un movimiento espiritual llamado GEA (Grupo de Energía y Amor) y lo invitó a asistir a este. Se negó varias veces, pero la insistencia y los argumentos de su prima derribaron su negativa inicial, sobre todo por lo que le contaban acerca de Ina Hidalgo: “Mi prima me decía que era una gran maestra. En realidad tenía la apariencia, poseía sedes en unas ocho a diez ciudades en Chile y en Barcelona había tres. En la base de datos que tengo hay 2.600 alumnos que ella llama discípulos, que han hecho sus cursos, entre ellos todo tipo de profesionales y personas de todos los niveles intelectuales, sociales y profesionales”, relataría años más tarde ante la PDI.

Finalmente conoció a Ina Hidalgo. 

“Me pareció bien lo que vi en ese momento. Pensé: por fin algo a lo que pueda entregarme”, dijo a la policía, y muy pronto se ofreció a financiar la sede del GEA en Quilpué, el mismo lugar donde menos de dos años más tarde se casaba con “La Maestra”, como admite que también le decía a su esposa. Según relata la acusación que a inicios de este año presentaron los abogados de Quezada en contra de Hidalgo, ante el Juzgado de Garantía de Quilpué, esta convenció a quien fue su esposo de que era “el elegido” y que “debía cumplir la promesa de Dios, casándose con ella”.

Sin sus hijos

Hoy recuerda esos años y no duda en calificar al grupo como una secta, pues precisa que, como es propio de dichas organizaciones, lo primero que hicieron con él fue aislarlo de su familia. Como explicó su hijo Cristian Quezada a la PDI, dos o tres semanas después del matrimonio su padre envió un correo electrónico a sus cinco hijos, diciéndoles “que estaba arrepentido de que fuésemos sus hijos” y que “no nos hablaría hasta que nosotros no nos acercáramos a pedirle perdón a él y su señora Ina”. Quezada hijo aseguró a la policía que “es importante señalar que estas palabras eran como que fuesen de él, presumiendo todos los hermanos que este correo lo había escrito Ina”.

Arrepentido, Justo Quezada dice a El Mostrador que ella lo manipuló para hacer eso. Pese a todo, para esas alturas GEA ya había fundado un colegio en Quilpué (financiado con su dinero) y una de sus hijas trabajaba allí, pero “La Maestra” “manipuló a la directora para que la directora la echara, y como ella no quiso hacerlo, echó a la directora, y ella terminó echando a mi hija”, rememora.

Dicho aislamiento no solo tenía que ver con la familia. Como relata, no se permitía a los adeptos del grupo leer libros y lo único admitido era leer “las cosas que ella decía”. Cuando se le pregunta a Quezada cómo permitió aquello, explica que poco después del matrimonio cayó en una profunda depresión que anuló su voluntad. Sin embargo, también comenta que ​​“mucha gente piensa que a mí me daban cosas, que me daban drogas para que yo me sintiera así”, entre otras cosas porque terminó entregándole todo lo que tenía a su actual exesposa, que es lo que intenta demostrar por medio del juicio que llevan adelante sus abogados, liderados por Remberto Valdés.

Paulina Quezada Tondreau, la prima que le presentó a Hidalgo, relata que luego de estar varios años en el grupo le pidieron firmar un poder para transferir un departamento a Hidalgo. “Fue como un balde de agua fría”, dijo a los detectives que la entrevistaron, “ya que en ese momento me di cuenta del fin de esta mujer, que era hacerse de mis bienes”. Como se negó, “ella impuso una especie de castigo sobre mí, ya que la gente que participaba del grupo ya no me hablaba y me hicieron la ley del hielo”. Debido a ello, cuenta, perdió el contacto con su primo, “ya que ella le prohibía que hablara conmigo”.

“Recuerdo –asegura– que Justo Quezada, antes de ingresar al grupo GEA, era una persona muy positiva, alegre, de buen corazón. Sin embargo, después de que él comenzó su relación amorosa cambió su actitud y estado de ánimo, ya que comenzó a ser una persona que admitía humillaciones delante de sus hijos y otras personas cercanas”, agregando que “esta mujer lo tenía anulado psicológicamente”. 

Culto a la personalidad

Todos, incluyendo al esposo de “La Maestra” estaban obligados a llamarla como tal, pues –entre otras cosas– “ella decía que era la señora de Jesús, que era hija del padre de Dios, que era la madre universal, que era un ser supremo”, relata Quezada. Sin embargo, sus actividades cotidianas en realidad no concordaban con tan grandes títulos, pues a lo que se dedica GEA, básicamente, es a efectuar cursos de autoayuda, de cuatro niveles (ella dicta los niveles tres y cuatro) y a realizar “terapias”, que consisten en imposición de manos con el fin de “abrir las chakras”. 

Como lo señala Justo Quezada, “es una seudorreligión”, no muy distinta de muchos otros movimientos de inspiración new age, que se financia con lo que los “discípulos” pagan por los cursos y por lo que donan también.

Quezada Tondreau también afirmó a la PDI que “los primeros tres años en los cuales yo participé de este grupo GEA, el sentido era solo espiritual y no visualicé nada extraño. Transcurrido ese tiempo, comencé a ver cosas extrañas, tales como que ella decía estar más arriba que el maestro Jesús, ya que ella se decía superior, inclusive en las reuniones podía ver la fotografía de ella sobre la de Jesús”. 

En 1999, Quezada Bouey compró un departamento en El Tabo, donde ya tenía otro. Según la declaración policial de su hijo Juan Pablo, “este segundo departamento era para que nosotros, sus hijos, lo fuéramos a visitar. Al poco tiempo de haber adquirido este nuevo departamento, este inmueble se convirtió en ‘el departamento de la maestra’, refiriéndose a la señora Ina Hidalgo”.

Por su parte, Ignacio Chávez Ojeda, quien trabajó como contador en el colegio que se construyó con el dinero de Quezada, relató a la policía que “el personal que laboraba en el establecimiento estaba condicionado u obligado a participar en el grupo espiritual GEA”.

Otra persona que declaró en el caso señaló que “tengo temor a cualquier represalia en mi contra”, dejando entrever que ella creía que “La Maestra” tenía algunas facultades místicas, pues aseveró que Hidalgo “en dos ocasiones me sacó en cara que mi hijo estaba vivo gracias a ella, ya que supuestamente ella lo salvó espiritualmente, luego de que una muralla le cayera encima y estuviera grave. Lo mismo hizo conmigo cuando tuve un envenenamiento de la sangre”.

El culto a la personalidad de la mujer se refleja también en la web del grupo, en la cual se explica que “en la enseñanza GEA canalizamos energía de alta vibración, luminosa y de origen divino, que nos da la oportunidad de sanar” y que “en esta nueva era que se inicia, la Madre de los Universos de Luz nos entrega su energía rubí dorada”. En otra sección del mismo sitio figura una oración a “La Madre de los Universos de Luz”, es decir, Hidalgo, que comienza diciendo “amada madre, con usted soy amor, con usted soy vida”.

Pese a ello, quien figura como “El Maestro” del grupo actualmente es alguien a quien solo identifican como “El Maestro Mauricio”, que en realidad es uno de los hijos de Ina Hidalgo, quien actualmente se encuentra en España y es hoy en día reconocido por los miembros del grupo como su líder.

Entre quienes fueron miembros de GEA, Quezada describe (en el momento en que entró al grupo) a “un joven muy alegre”. Se trataba de Ramón Castillo Gaete, que más tarde pasaría a autodenominarse “Antares de la luz”, quien posteriormente fundaría su propio grupo, la secta de Colliguay, conocida por haber sacrificado a un recién nacido, para luego suicidarse en Perú. Quezada dice que evidentemente hubo un gran influjo de GEA en Castillo, quien –superando a “La Maestra”– decía ser el hijo de Dios. 

El dinero

En los 10 años que pasó junto a ella, Justo Quezada perdió patrimonio por cerca de 2.500 millones de pesos, monto que incluye dos departamentos, el colegio GEA y dinero, entre otros bienes. 

Ello –según los abogados– lo lograron “socavando su autoestima y aislándolo de su familia, consecuencias que son comunes en casos de coacción psicológica ejercidas sobre un grupo parte de un líder carismático y con tal nivel de adhesión y autoridad”.

La causa fue tramitada durante varios años por la Fiscalía Local de Quilpué, la que formalizó en 2018 a Ina Hidalgo y su hijo Claudio Salinas por estafa. Sin embargo, a fines del año pasado, la Fiscalía decidió no perseverar en el caso, por lo cual los abogados particulares acusaron solos. 

Quezada dice no entender por qué se hizo aquello y su abogado, Remberto Valdés, indica que pese a que el Ministerio Público reunió una carpeta de investigación “que a nuestro juicio es contundente, en cuanto a evidenciar palmariamente la existencia de los delitos imputados en la formalización, es decir, estafas y falsificaciones documentales”, finalmente decidió no seguir con el caso.

Al respecto, señala que no es fácil calificar la motivación de la Fiscalía para abandonar el caso, pero manifestó que “por las evidencias que tenemos y las testimoniales que estamos ofreciendo para el próximo juicio oral, no tenemos ninguna duda de que aprovechándose de su depresión severa, que ha sido diagnosticada y calificada de ese modo por el Servicio Médico Legal a través de un peritaje objetivo e imparcial, se aprovecharon de esta vulnerabilidad y de su búsqueda espiritual dentro de una secta para persuadirlo de que abandonara todos los bienes materiales, pero en beneficio de quienes justamente lo estafaron, ‘La Maestra’, líder de esta congregación, de esta secta, y de su hijo. Así obtuvieron que nuestro representado se quedara con absolutamente nada y transfiriera todos sus bienes en favor de estas personas y de esta secta, por más de 2.500 millones de pesos en cifras actuales”.

Valdés explicó que el próximo 14 de mayo habrá una audiencia y que no le cabe duda de que en ella “la defensa va a proponer la prescripción de la acción penal, a la que evidentemente nos vamos a oponer”, con el fin de avanzar hacia la preparación de juicio oral. 

El Mostrador intentó comunicarse con Ina Hidalgo y su hijo Claudio, ambos acusados en la causa, por medio de distintas vías, pero hasta la fecha de publicación de este artículo no habían respondido a dichos requerimientos, cuyo objetivo era conocer su versión respecto de las acusaciones vertidas en contra de ellos.

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