Apenas Lorena Parra asumió como Fiscal Regional Oriente, lo primero que hizo fue dar un golpe de timón. Reestructuró la Fiscalía de Alta Complejidad, dividiéndola en dos: en una especializada en crimen organizado y narcotráfico, y otra especializada en delitos de género. Si bien para algunos estos cambios implican que las investigaciones por delitos de corrupción perderían prioridad, ya que no contarían con los mismos recursos, para otros se trata de una medida oportuna, como la Fiscalía de Género, especialmente después de las numerosas quejas por las deficientes investigaciones que se llevaron a cabo en delitos de esta naturaleza, cuando la Fiscalía Regional estaba en manos de Manuel Guerra y los imputados provenían de familias con poder.
La nueva Fiscal Regional Metropolitana Oriente, Lorena Parra, apenas tomó posesión del cargo inició una serie de reestructuraciones, que incluyeron cerrar fiscalías especializadas, abrir otras, relocalizar a fiscales y, en definitiva, dotar rápidamente a dicha Fiscalía Regional de un nuevo sello, que deje atrás la administración del ahora exfiscal Manuel Guerra.
Dentro de sus primeros actos estuvo cerrar la Fiscalía de Alta Complejidad y trasladar al fiscal Felipe Sepúlveda a Ñuñoa, en calidad de fiscal jefe. Aunque sus cambios no causaron total simpatía al interior del organismo, debido a que a más de alguno le pareció que la medida implicaría que los delitos de corrupción dejarían de ser prioridad, ya que no contarían con los mismos recursos, para otros se trata de una medida oportuna, ya que en los hechos la Fiscalía de Alta Complejidad se dividiría en dos: en una especializada en delitos de crimen organizado y narcotráfico, y otra especializada en delitos de género.
Esta última Fiscalía es considerada como un golpe de timón, especialmente después de las numerosas quejas por las deficientes investigaciones que se llevaron a cabo en delitos de esta naturaleza, cuando la Fiscalía Regional estaba en manos de Manuel Guerra y los imputados provenían de familias con poder.
