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Escritor Oscar Bustamante: «Chile no debe perder su memoria»

Después de quince años, Oscar Bustamente ve como una de sus novelas vuelva a las estanterías con la misma vigencia que antes. Se trata de »Asesinato en la cancha de afuera», un texto que cuenta con un trasfondo mucho más rico que la propia historia central, ya que representa una mirada al pasado y a las costumbres, para reforzar la construcción del futuro.


Oscar Bustamante

Es difícil imaginar una novela que represente una radiografía cultural de Chile, cuando su argumento principal es un extraño asesinato y que parece cercana más al género policial que a un estudio social de las raíces folclóricas del país.



No obstante, "Asesinato en la cancha de afuera" se transforma en un texto esencial a la hora de conocer la vida del campo, del fundo de los "patrones" y la abnegada vida del "peón"… un libro que traslada a otro Chile, gracias a un viaje que se interna 50 años en el pasado, cuando la vida campesina era mucho más cotidiana en gran parte del país.



«Este libro centra su preocupación más bien en la estructura narrativa y en los aspectos sociales del campo", señala su autor, Oscar Bustamante, quien destaca que el texto -basado en una historia real- relativiza un asesinato a partir de diez testimonios, como el del párroco del pueblo, el patrón, el peón, la dueña de casa campesina, entre otros actores de ese mundo.



Y con la excusa de este crimen, detallan sus vidas y costumbres, una cultura que, según el escritor, se ha perdido en la memoria de los chilenos, transformándonos en una comunidad varada en la historia, con una pasado irreconocible que no nos permite mirar y construir un futuro definido.



«Toda esta sociedad campesina es parte de la composición del crimen y de la tragedia, porque, efectivamente, Fenor (protagonista de la novela), muere en una noche muy oscura, donde la luz apagaba constantemente y en un contexto de familias y bandos que mantenían riñas constantemente, donde los celos y la envidia primaban", cuenta Bustamante.



-¿Por qué este campesino era tan envidiado, hasta el punto que sus detractores decidieron darle muerte?
-Principalmente por las características personales de Fenor, un hombre que era constantemente buscado por las mujeres, "pinteado", simpático, que corría carreras a la chilena, en fin, una serie de condiciones que lo hacían un hombre privilegiado y, al mismo tiempo, envidiable en un círculo de personas estrecho.



-¿Este fue un hecho real?
-Efectivamente. Fenor era campañista en el campo de mis padres y todas las cosas que se mencionan en el libro son ciertas. Este sujeto, que se caracterizaba por ser muy mujeriego. Eso generó el crimen y hasta el día de hoy se sabe sobre la identidad de su asesino, quien fue encontrado con el arma homicida, una navaja, en una de sus manos. Sin embargo, fue absuelto, porque fue sobreseído ya que se encontraba en estado de ebriedad cuando cometió el crimen.



-¿Bajo este contexto netamente policial, ¿dónde cabe el espacio para ese retrato cultural campesino?
-A raíz de eso, me pareció interesante, como concepto literario, tener diez versiones sobre lo ocurrido. Por ahí comencé a pensar en esta estructura narrativa, donde participan en monólogos el sentenciado con el detective, el sacerdote de la comunidad con el patrón, el patrón con el alcalde, el asesino con su hermano, un hermano con un enemigo de Fenor. Eso le da vigencia al libro, a pesar que su debut fue hace 15 años (1991). Eso permite que los más importante de la novela es cómo se cuenta y no lo que se cuenta.



-En ese sentido, ¿se aprovecha el caso para contar cosas anexas que más bien tienen que ver con forma de vida del campo en Chile a mediados del siglo XX?
-Esas voces campesinas aparecen de la misma manera en que aparecen los personajes de la literatura de Juan Rulfo, una de las cumbres literarias del habla hispana. Todas sus voces son absolutamente coloquiales y pertenecientes al mundo rural mexicano. Eso hace pensar que como un hombre que habla de gente tan insignificante, entre comillas, concite tanto interés. Es bastante paradojal.



-Quizás la clave de ese interés es que en esos segmentos se producen historias más interesantes que en los niveles sociales más elevados…
-Coincido con eso, en el sentido que pasan más cosas en las clases sociales más bajas, porque son vidas más sacrificadas y, por ende, hay más historias que contar. Pero también creo que todo depende de los escritores, porque si no hubiera existido Rulfo, no hubiéramos conocido ese mundo rural mexicano. Creo que el mérito está en un personaje como Juan Rulfo, que es capaz de mirar ese mundo rural y hacerlo masivo a través de su obra.



-En el caso de Chile, ¿en la actualidad los escritores están preocupados de difundir las historias de esos mundos?
-Extrañamente Chile es un país con mucho arraigo rural, pero ha estado denostado, porque evidentemente, los chilenos queremos salir de todo ese mundo que representa atraso. El Chile contemporáneo, definitivamente, quiere olvidar su pasado, sobre todo ese pasado rural, que tiene que ver con alcoholismo, represión social, económica y retroceso.



-¿Existe una necesidad literaria en Chile para traer de regreso esa memoria cultural?
-Desde luego. Dentro de ese contexto de alcoholismo, atraso, que es verdadero, también hay una riqueza enorme y si no reconocemos ese pasado, no nos miramos a los ojos y ahondamos en esas historias que nos parecen tan lejanas, es muy difícil salir adelante. A mí, por ejemplo, me sorprende la celebración del "18 de septiembre", una fecha histórica para el país, que tiene que ver con un pasado lejano y con toda esa ruralidad que significaba Chile durante esos años (1810). Y que sea una fecha tan conmemorada por los chilenos, donde no hay ningún capitalino, quienes se encuentran más sumidos en esa cultura del olvido, que no esté bailando cueca en una fonda.



La clave del éxito



Conocer el pasado como herramienta para construir el futuro parece ser la clave del éxito y el desarrollo de un país, donde una memoria difundida resulta un factor fundamental, a juicio de Oscar Bustamante, para dar el sustento necesario en la meta de alcanzar el desarrollo social, político y económico.



"Chile va muy rápido en el plano de las modificaciones culturales económicas. Hoy tenemos un ingreso per cápita bastante alto", señala el autor sobre la actual condición del país en materia de desarrollo, lo que permitirá, según cuenta, que Chile vuelva a mirar sobre sí mismo.



-¿En qué sentido será positivo volver a mirar nuestro pasado?
-Será muy bueno, porque vamos a poder estabilizarnos mejor. Si no tenemos raíces culturales es bien difícil salir adelante. En ese sentido, considero que "Asesinato en la cancha de afuera", contribuye en esa recuperación de la memoria.



-¿Su nuevo trabajo literario continúa en esta tarea?
-Tengo la pretensión de editar este año una novela que se llama "Jugador de rugby", que viene siendo mi mirada personal del exilio, donde el protagonista es un niño que está internado un año en un colegio inglés. Son dos miradas distintas sobre una Inglaterra súper desarrollada en ese período, los años 50 y nuestro, entre comillas, atraso, nuestra maravillosa barbarie y el desarrollo europeo post Segunda Guerra Mundial.



-Sin embargo aquí deja de lado la temática rural. ¿Existe la intención de contribuir en la recuperación de la memoria a nivel más general?
-Evidentemente. Casi siempre se cree que la cultura del país está sólo en el campo. Si bien es un aspecto muy importante, un país se construye desde diversos aspectos y escenarios. Con esta novela se mira nuevamente al pasado, en un aspecto que, obligadamente, se transformó en un espacio de aporte cultural para Chile accidental, como fue la gran cantidad de chilenos que salieron del país exiliados.



– Pero aquí el protagonista es un niño…
-Eso permite mirar y abordar el tema con mayor frescura, porque no sólo los exiliados que luego volvieron llegaron con una imprenta cultural ajena, mezclada con la propia y que en muchos aspectos nos enriquece. También llegaron sus familias, sus hijos que salieron al exilio con ellos y se mimetizaron con otras culturas, o los niños que nacieron fuera del país y que llegaron a un lugar que siempre pareció tan cercano, pero que distaba mucho más, sobre todo en materia de cultura.

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