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Javier Rebolledo devela el pasado de uno de los «duros» dirigentes comunistas que aspiraba a la lucha armada CULTURA

Javier Rebolledo devela el pasado de uno de los «duros» dirigentes comunistas que aspiraba a la lucha armada

A partir de la investigación sobre Daniel Palma, un stalinista y héroe del marxismo chileno que se desvinculó de sus antiguos compañeros por su posición extrema proclive a la lucha armada como fin para la dictadura del proletariado, Rebolledo conoció también la historia inédita de otros comunistas que operaron como espías en la dictadura militar. En el libro «Los hijos del frío», revela el caso de Claudio Reyes, un espía rojo que en 1970 ingresó a estudiar Economía en la Universidad Católica, donde fue compañero de Cristián Larroulet, y que hoy trabaja como superintendente de Seguridad Social en el Gobierno de Piñera.


Para su reciente libro Los hijos del frío, Javier Rebolledo entrevistó a ex integrantes del aparato secreto comunista, quienes le fueron abriendo los misterios en torno a Daniel Palma, un duro dirigente comunista que fue desaparecido por Pinochet, como también el secreto funcionamiento de los servicios de inteligencia soviéticos en Chile entre los años 40 y 70.

De esta forma conoció la participación de la KGB y el GRU, los principales organismos de inteligencia soviéticos, como su influencia en Chile. En un comienzo, agentes extranjeros llegando a Chile bajo identidades falsas, haciéndose pasar por vendedores, profesores o la fachada que eligieran para resultar inadvertidos y cumplir labores encubiertas. Años más tarde, con la Unión Soviética asentada en Chile a través de su embajada, ocupando su casa diplomática para ingresar agentes, organizadores, reclutadores, instructores y profesores, todos camuflados a través de sus roles de funcionarios comerciales, culturales y económicos, entre otros.

Toda esta labor, averiguó Rebolledo, siempre la habían canalizado a través del aparato militar del Partido Comunista de Chile, un grupo secreto y selecto de militantes armados que, antes de ingresar, eran formados militarmente en nuestro país o en la Unión Soviética y cuya labor era proteger a la colectividad de amenazas externas.

[cita tipo=»destaque»]Desde ese punto de vista, el libro es una reflexión profunda en torno a la forma de ejercer el poder y sus peligros asociados. El autor analiza conceptos como los de héroes y villanos, fácilmente manipulables para moldear a militantes y ciudadanos en el objetivo de mantener el poder. Daniel mismo fue un héroe hasta que fue expulsado. Luego transformado en un villano por su propio partido y, finalmente, desaparecido por la dictadura militar, debido a que habría vuelto a su colectividad en el momento más duro de la historia chilena: ¿un héroe nuevamente?[/cita]

Gracias a las entrevistas con los ex hombres vinculados al aparato secreto, Rebolledo se enteró de que Daniel, antes de ser expulsado, había sido el máximo líder del aparato militar. Desde ese cargo había tenido un relación directa y fluida con la KGB y, en general, con la inteligencia soviética.

Los secretos

A partir de esta investigación, Rebolledo conoció también la historia inédita de otros comunistas que operaron como agentes o espías en medio de la dictadura militar. Específicamente revela el caso de Claudio Reyes, quien en 1970 ingresó a estudiar Economía en la Universidad Católica, donde fue compañero de buena parte de la élite chilena, entre cuyos miembros se cuentan Cristián Larroulet, Juan Andrés Fontaine y Evelyn Matthei, en la actualidad célebres integrantes del Gobierno encabezado por Sebastián Piñera.

Graduado en UC, luego del golpe Claudio salió de Chile rumbo a Inglaterra, donde se especializó en políticas públicas. Desde ahí, premunido de un grueso currículo, volvió a Chile para trabajar en un alto cargo del Banco BHIF, propiedad de Manuel Cruzat, entonces el mayor empresario del país.

Claudio Reyes

Claudio Reyes le contó todas sus peripecias a Rebolledo, las que incluían haber llegado a ser el jefe de gabinete del ministro de Hacienda de la dictadura, con acceso a información privilegiada que secretamente entregaba a su partido, parte de una trama digna de un libro de espías. Más impresionante aún, en la actualidad Reyes es el superintendente de Seguridad Social, y aceptó ser entrevistado para el libro, a pesar de que nadie sabe el rol que cumplió en dictadura.

Reyes, quien fue subsecretario de Previsión Social del primer Gobierno de Bachelet, ingresó por Alta Dirección Pública a la Superintendencia de Seguridad Social el 2014, a cargo de la cual está hasta la fecha.

La historia de Daniel Palma

En 1948, el personaje de esta historia, Daniel Palma, era un héroe del marxismo chileno: llevaba ocho años como secretario general de las Juventudes Comunistas, llegado desde las minas salitreras del norte en tiempos en que se creía que los valores proletarios se encontraban ahí, en la clase obrera y nunca en la burguesía. Por lo mismo, desde su origen Daniel se había caracterizado por ser un líder receloso de las influencias provenientes de las clases más acomodadas. Así, ejerció el poder y llevó a cabo purgas en contra de compañeros descarriados o que pensaban distinto, una herencia de su máximo líder, Iosif Stalin, quien en ese preciso momento actuaba de la misma forma en la Unión Soviética, país al que la colectividad chilena estaba afiliada.

Por esos días, Daniel Palma se codeaba con diversas autoridades políticas, nacionales e internacionales, ya que el PC entonces era la tercera fuerza política del país, con miras a transformarse en la primera. Sin embargo, en 1948, recién iniciada la Guerra Fría, el presidente de la República Gabriel González Videla decidió quitar de todos los registros al Partido Comunista, persiguiéndolos, torturándolos y encarcelándolos. Palma lideró buena parte de la resistencia comunista a dicha acción a través de marchas, protestas en las calles, generando saldos de numerosos heridos y muertos.

La resistencia armada de los comunistas se mantuvo hasta 1951, cuando el máximo líder comunista, Ricardo Fonseca, murió sorpresivamente, lo que provocó una pugna por el liderazgo del partido. En ese contexto, Daniel Palma y un grupo de influyentes militantes fueron expulsados, acusados de traición, debido a que no quisieron acatar la orden de la nueva dirección partidaria, que señalaba que las acciones de protesta en las calles se detendrían para dar paso a las negociaciones políticas: aquel episodio fue denominado por los propios comunistas como “el Reinosismo”, debido a que uno de los líderes comunistas catalogados como rebeldes era Luis Reinoso, segundo hombre a bordo.

A partir de ese momento, tanto Daniel como su familia fueron separados totalmente de su ex colectividad y sus antiguos amigos dejaron de saludarlo, transformándolo en un paria. Como respuesta, Daniel organizó y lideró grupos ubicados al extremo izquierdo del espectro político, bajo el ideal de una lucha armada como medio para llegar a la dictadura del proletariado. Algunos asaltos, bombas fallidas, pruebas armadas, conformaron la impronta de los grupos vinculados a Daniel y sus seguidores, previo a la elección presidencial de 1970.

Daniel, el minero y ex líder comunista, fue una especie de gurú de moda para los jóvenes que lideraron la reforma estudiantil del año 68 y que luego encabezarían el Gobierno de la Unidad Popular. Entre sus seguidores, Daniel sumaba a sus hijos y a muchos estudiantes universitarios, seducidos por el carisma y magnetismo de su personalidad. El neurobiólogo Francisco Varela y también Humberto Maturana fueron parte del grupo cercano a Daniel. Varela se casaría con su hija mayor, Leonor, con quien tendrían a Leonor Varela, luego una célebre actriz.

Durante el Gobierno de Salvador Allende, Daniel se negó a sumarse a la revolución pacífica, fiel a su postura política que lo ubicaba en el extremo del espectro político.

Casi tres años después del golpe militar, el 4 de agosto de 1976, desapareció sin dejar el menor rastro. Desde ahí, treinta y un años de silencio, tiempo en que su familia vivió sumida en el dolor y el misterio absoluto, hasta 2007, cuando apareció Jorgelino Vergara, testigo clave en causas de lesa humanidad, quien declaró judicialmente haberlo visto como parte de los detenidos asesinados en el centro de exterminio Simón Bolívar. Era uno de los pocos rostros que Jorgelino recordaba claramente, producto de la violencia con que fue tratado por los agentes de la DINA.

A partir de ese momento, para sus cinco hijos el misterio en torno a Daniel creció, pues aquel cuartel había estado destinado exclusivamente a exterminar militantes comunistas, en la mayoría de los casos parte de las direcciones clandestinas que combatían la dictadura militar. ¿Daniel había vuelto al Partido Comunista en medio de la dictadura de Pinochet? Parecía imposible, pues jamás había dado muestras de tener ningún tipo de relación con sus ex camaradas. Para aumentar su desazón en torno a quién fue realmente Daniel, sus hijos se enteraron de que, al momento de su desaparición, y quizás desde antes, podría haber estado trabajando como un espía de la KGB soviética en Chile.

A partir de este callejón sin salida los hijos de Daniel Palma contactaron a Javier Rebolledo para que resolviera el misterio en torno a su vida y también su muerte.

Guerra Fría

Para comprender la compleja historia de Palma y el contexto que llevó a su desaparición, el autor indaga en la Guerra Fría a partir de la situación nacional y también internacional. En cuanto al primer aspecto, Rebolledo amplía “El Reinosismo”, episodio histórico en que Daniel Palma y un grupo de comunistas fueron expulsados del Partido Comunista debido a que se negaron a dejar las acciones armadas en contra del Gobierno que los había proscrito. Para ello, Rebolledo recrea el momento histórico vivido en Chile, propio de la Guerra Fría, con intereses cruzados de lado y lado entre las dos grandes potencias vencedoras luego de la Segunda Guerra Mundial, dividiéndose el mapa geopolítico y también los países bajo su influencia.

A través de su narración Rebolledo explica de qué forma la situación mundial dio paso a la existencia de un Partido Comunista fuertemente asociado a la Internacional Comunista, dependiente de sus políticas, incondicional a ella, creando líderes a imagen y semejanza de la Unión Soviética.

De igual forma, el autor también desarrolla un capítulo sobre la Unión Soviética y el sangriento dominio de Iosif Stalin, líder intelectual y espiritual de los comunistas chilenos y del resto del mundo, entre ellos, Daniel Palma. El autor recrea la llegada al poder del líder georgiano, como su mantención allí a costa de asesinatos, traición y torturas en contra de opositores y compañeros, eventos que se extendieron desde los años 20 hasta iniciada la Guerra Fría.

Rebolledo entrevistó a comunistas y ex comunitas chilenos y, al tiempo que indagaba sobre Daniel Palma, les pidió también hacerse cargo de la herencia marxista asociada a muertes y torturas, cuestión que hasta antes de esta narración no había sucedido. De forma inédita, analizan en profundidad los “pecados” del marxismo internacional, asociado a una fidelidad ciega que los hizo incapaces de ver los horrores que llevaba a cabo la nación que los lideraba en el proyecto de revolución mundial.

Desde ese punto de vista, el libro es una reflexión profunda en torno a la forma de ejercer el poder y sus peligros asociados. El autor analiza conceptos como los de héroes y villanos, fácilmente manipulables para moldear a militantes y ciudadanos en el objetivo de mantener el poder. Daniel mismo fue un héroe hasta que fue expulsado. Luego transformado en un villano por su propio partido y, finalmente, desaparecido por la dictadura militar, debido a que habría vuelto a su colectividad en el momento más duro de la historia chilena: ¿un héroe nuevamente?

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