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Israel y su manual de política exterior

Con el bombardeo indiscriminado en territorio palestino por parte de Israel,  se corona  un año de particular intensidad política y económica en el mundo.


No podría haber sido distinto. Bombardear las instalaciones de Hamas en territorio Palestino era una asignatura pendiente del gobierno de Israel y de la administración Bush.

Pero esta asignatura es menor, porque el «plato fuerte» en la zona, entendida en forma amplia, es Irán con Siria en compás de espera, debido a los recientes indicios de negociación. Los territorios palestinos en Gaza solo cumplen el role de «proxy», frente al gran escenario.  

Sin embargo, de alguna forma, en los dos conflictos mayores de Irak y Afganistán, y en la continuidad del terrorismo de vertiente radical islámica, todos los caminos conducen a pensar que sin resolver el problema  palestino-israelí, aquellos y otros problemas adyacentes que se presentan sencillamente permanecerán. Para los que recorren  la franja del planeta que va desde Indonesia hasta Argelia, el problema palestino-israelí es la raíz del problema hacia el cual Occidente, Asia y otras Zonas de influencia, no existe una  política clara. Todos querrían la paz, pero nadie tiene la solución. Israel es la que tiene el manual de conducta exterior, y sabe perfectamente bien sus objetivos. 

Plan y coyuntura

Hasta el más inadvertido de los que observan el resplandor del movimiento internacional, tenían el pálpito que este ataque debía ocurrir antes de la asunción de la nueva administración de Washington. 

Tampoco podía ocurrir más tarde, digamos abril, mayo de 2009, una vez que el gobierno de Barack Obama estuviera más asentado, porque es el período donde más difícil se hace el desplazamiento terrestre de fuerzas militares.

Además hay otro factor,  si se revisan las cronologías, el calor y la sequedad creciente en esa época, es cuando más efectivamente ha operado el tipo de resistencia árabe, palestina o iraní.   

El bombardeo estaba anunciado desde hace años y no ocurría hasta ahora, por los efectos que podía ejercer cualquier radicalización de la violencia israelí sobre territorios palestinos, en la situación ya deteriorada en Irak y Afganistán, y la creciente tensión en Irán.

Este bombardeo no es coyuntural por el hecho de ocurrir en este particular período de transición en EEUU. Es planificado y hay un inteligente aprovechamiento de la coyuntura que es otra cosa muy distinta.  

El bombardeo ocurre en el momento justo, cuando las dos guerras mayores en Irak y Afganistán se encuentran en vías de un mayor control por parte de  la alianza occidental, y en medio de un proceso de negociación orientado a la contención pacífica con Irán.

Desde esta perspectiva, hacerlo durante el comienzo de Gobierno de Barack Obama era como una agresión demasiado fuerte a una administración que debe resolver una gran cantidad de problemas.

El gobierno de Israel, con la clara anuencia del sector más duro de la OTAN y la Alianza Transatlántica, está enviando una señal muy fuerte al mundo y a la nueva administración en EEUU. Algunos analistas presienten que es  «el tono de la música que se va a bailar», en política exterior y con la protección de Israel. 

A veces, el ensimismamiento de la ultra izquierda, respecto al expansionismo de la Alianza Transatlántica, que en el cliché convencional, es la paranoia anti-imperialista siempre sirve. Esta vez nos lleva a pensar que el equipo de política exterior  de Barack Obama formado por  Hillary Clinton en Estado, Robert Gates en Defensa y Jimmy Jones en Seguridad Nacional, constituyen el bloque de expertos y negociadores más representativo de una línea de conducta exterior realista y pragmática sin precedentes. No hay mezcla, y los que creen que Hillary podría ser, se equivocan. Algunos piensan que es más compleja y «dura»  que Condoleeza Rice, porque es menos escolástica en política internacional.

Los tres estuvieron a favor de la invasión a Irak, aún sin autorización del Consejo de Seguridad. Los tres, particularmente Jones, no son muy adeptos a que EEUU sea la fuerza motora de un nuevo multilateralismo. 

Sin bien este equipo está lejos de las opiniones de John Bolton, quién ocupó brevemente el asiento de representante de EEUU en la ONU, y que denunciaba abiertamente que la ONU era un espacio anti-estadounidense, y por lo tanto había poco menos que cerrarla, está por verse si los tres podrán colaborar con voluntad política para que el gobierno de Barack Obama, abandone el legado de política exterior neoconservadora caracterizada por la confrontación en pos de la supremacía.   

El nombramiento de este trío ha sido muy aplaudido  por el sector de neoconservadores inconformistas con la derrota del 4 de noviembre, y se habla de una continuidad necesaria. 

Mientras EEUU no se recomponga de los golpes sufridos en varios planos durante 2008, el  manual de política exterior continúa estando en el gobierno de Israel.

 

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