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Lagos y la agenda multilateral


El recibimiento otorgado al presidente Lagos por el gobierno conservador de Bush revela con claridad la importancia del mandatario chileno como actor del escenario internacional



Cuando faltan menos de dos años para el término de su mandato y lo esencial de las tareas ya están cumplidas, el presidente goza de una popularidad mayor que cuando llegó al gobierno, un hecho practicamente desconocido en la región.



Este tremendo capital político naturalmente no puede ser subutilizado en responder a las críticas domésticas de la oposición, propias de una fase electoral, menos aún cuando para estos efectos el gobierno dispone de un equipo político afiatado y de un ministro del interior hábil en la polémica cotidiana. En este contexto, es obvio la búsqueda de un mayor perfilamiento
internacional del presidente.



Los desafíos por controlar y gobernar las fuerzas de la globalización -proceso en el que Chile se encuentra completamente inmerso- son tareas que el presidente del República aborda con gran autoridad y competencia, más que ningún otro gobernante de la región. En un momento de crisis del multilateralismo y de redefinciones en las instituciones mundiales, un país exitoso en su integración al mundo tiene tareas relacionadas con su propia seguridad, que se definen mas allá de sus fronteras. De esta manera, la verdadera fortaleza del Estado nacional se mide
en su capacidad de cooperar con otros actores del escenario regional e internacional.



Por el intenso grado de inserción en el mundo global, el país ingresa a una creciente interdependencia y se ve obligado a actuar en zonas de soberanías compartidas. Chile cuenta para esta tarea con el prestigio ganado por Lagos entre sus pares, cuestión que no tiene parangón en la historia del Chile moderno.



Un descontrol del manejo de las crisis en algunos de los países de la región podría rebotar en problemas de seguridad para Chile, como por ejemplo, un aumento de los flujos migratorios, del narcotráfico, la criminalidad, el terrorismo supranacional, el fortalecimiento del nacionalismo militar, el proteccionismo comercial y el populismo.



Nuestra vulnerabilidad proveniente del exterior es de mayor complejidad que antes, porque nuestra dependencia de la evolución de los mercados y de la seguridad colectiva es mayor. Esto es especialmente importante en la región latinoamericana, nuestro
entorno natural.



También la situación mundial unipolar y el debilitamiento del
multilateralismo nos impone una concertación política con un mayor número de actores para reforzar la gobernanza global y defender nuestros intereses comerciales, políticos y de seguridad.



La cita entre Lagos y Busch, donde se trataron temas como el Area de Libre Comercio de las Américas (ALCA), la propuesta del presidente de Brasil sobre la creación de un Fondo Mundial contra el Hambre y la necesidad de reformas en el FMI y el Banco Mundial, dan cuenta de lo multifacético de esta agenda
multilateral, que supera ampliamente lo estrictamente bilateral con la primera potencia del mundo.



Por los temas de las reuniones del presidente Lagos con las autoridades del FMI, con el secretario general de la ONU Kofi Annan y con representantes de otros organismos multilaterales, se puede apreciar que el presidente de Chile está haciendo un aporte sustancial a la revitalización de las instituciones de Bretton Woods, con propuestas desde la región para un nuevo diseño de la arquitectura internacional.



En esta agenda internacional no hay una sobrevaloración del peso del país en el concierto internacional, como podrían insinuar algunos críticos. Países pequeños han tenido una voz importante en la definición del ordenamiento mundial, por la calidad de sus líderes políticos. Gro Harlem Brundlandt de Noruega, Bruno Kreisky de Austria y Olof Palme de Suecia son estos buenos ejemplos y el presidente chileno se inscribe en esta tradición.



Los acuerdos de libre comercio, pero especialmente la posición crítica de Chile frente a la guerra en Irak y el rápido envío de tropas a la fuerza de estabilización multinacional de Naciones Unidas en Haití, ahora bajo el mando de un diplomático chileno, son activos enormes con que el país cuenta, que refuerzan la actuación del presidente en el escenario internacional.



<b<Mirar los problemas de Chile con los anteojos de los problemas globales



La comprensión diferenciada que Lagos tiene de los problemas globales, permite iluminar los problemas nacionales desde una perspectiva nueva, visión que la dirigencia política nacional, no sólo de la Concertación, sino también de la Alianza por Chile, necesita urgentemente integrar. Lógicas estrictamente internas tienen que dar paso a visiones que den cuenta de las profundas interdependencias globales de los problemas nacionales,
pues sociedades que no reconocen estas claves, fracasan políticamente, y son a la larga perdedoras de la globalización. A la inversa, mirar los problemas nacionales con los anteojos de los problemas globales, abre nuevos horizontes para enfrentar los desafíos del futuro del país.



En palabras recientes de Lagos ante el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), lo multilateral pasa a tener que ver con la política local de cada uno de nuestros países, porque si lo multilateral no genera condiciones adecuadas para que el mundo global sea más gobernable y más seguro, entonces, asegurar la gobernabilidad de nuestra propia casa va a depender de lo que seamos capaces de avanzar en el mundo global.



La actual gira presidencial debería permitir generar en el debate nacional una mayor conciencia sobre el horizonte de obligaciones, riesgos y oportunidades de Chile en el mundo global.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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