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En drogas las noticias no son tan buenas


Los resultados del Sexto Estudio Nacional de Drogas en la Población General de Chile, 2004, ha sido presentado por el Conace con un titular tranquilizador: «Se estabiliza el consumo de drogas en el país», a lo cual se adhiere Paz Ciudadana (1). Este optimismo no se corresponde con lo muestran las cifras tanto al comparar este estudio con el anterior del año 2002, así como en el decenio durante el cual se ha venido aplicando esta encuesta, además, dado el tamaño real del problema tampoco parecen pertinentes las propuestas de Paz Ciudadana para aumentar los tratamientos y la represión.

Entre el 2002 y 2004 el uso actual -en el último año- de cualquier droga prohibida -marihuana, base y clorhidrato de cocaína- ha crecido cerca de 8%, pese a que entre los años 2000 y 2002 había caído casi 13%, en tanto que en todo en el decenio el crecimiento de su uso entre la población fue cercano al 42%. Nuevamente sigue creciendo el consumo de marihuana -7%- y si bien cayó en cerca de 13% el consumo de clorhidrato de cocaína, el aumento en el consumo de base de cocaína casi llegó al 30% en los dos últimos años, esto es una mala noticia ya que entre 1994 y 2002 el consumo de esa sustancia cayó en más de 40%, esa marcada tendencia a la baja en el uso de la base hasta el 2002 y al alza del clorhidrato de cocaína indicaba una capacidad de auto cuidado de la población usuaria.



El estudio en referencia indica que las mujeres tienen un crecimiento de los consumos más acelerado que los hombres, en el conjunto de las drogas prohibidas y para cada una de ellas. El principal consumo de sustancias psicoactivas entre las mujeres son los psicofármacos, pero el informe no entrega información comparable con los años anteriores.



En el año 2000 el Conace indicaba que las mujeres consumían tres veces más psicofármacos que el consumo de marihuana de hombres y mujeres juntos, siendo de lejos ese el principal problema de drogas del país y ellas las más afectadas y así lo ha sido durante todo el decenio. Entre los adolescentes si bien ha disminuido en algo el consumo actual de marihuana y clorhidrato de cocaína, el grupo que consume base de cocaína se ha triplicado entre 2002 y 2004, esto es preocupante ya que los más jóvenes están optando por la droga de mayor riesgo.



Estas dinámicas de consumo de mujeres y adolescentes demanda de nuevas prácticas de prevención específica desde la perspectiva de la gestión del riesgo y la reducción del daño como se viene haciendo con éxito en Europa.



Paz Ciudadana manifiesta su preocupación porque habrían 200 mil personas «dependientes y abusadoras» de las drogas; sin embargo, esa información no tiene una fuente clara. El informe en referencia afirma que 505 mil personas habrían usado drogas el último año, pero no parece plausible que el 40% de quienes las usaron en el último año estén tan mal, cuando la intensidad promedio de uso de drogas entre ellos es de 65 días al año.



También hay buenas noticias, mientras que en 1994 dos tercios de quienes habían usado drogas las abandonaron, ahora tres cuartos de quienes las usaron han dejado de hacerlo. Pero la noticia más importante es que la población que no usa drogas en la actualidad llega el 94% y quienes no las usaron en el último mes son el 97% de la población.



Ante la invocación de Paz Ciudadana de aumentar los tratamientos a los usuarios, es necesario preguntarse: ¿a cuáles? ¿a todos? ¿o sólo a los que tienen problemas por su consumo? ¿quiénes y cuántos son estos? y sobre todo ¿qué tratamientos quieren? En cuanto a aumentar la represión a la oferta con el artículo 4 de la ley 20.000 que tipifica y sanciona con prisión el porte de pequeñas cantidades llenaremos las cárceles de consumidores, sobre todo jóvenes, lo cual requiere de urgentes y profundas enmiendas. Mientras estos asunto no estén claros y se resuelvan, mejor: «como dice John Wayne, tranquilein».
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(1)La Tercera, 30 mayo 2005, pág.2.



Ibán de Rementería. Miembro de la Corporación Ciudadanía y Justicia y vicepresidente de la Red Chilena de Reducción del Daño.




  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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