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Que vivan los estudiantes


Apareció la voz de Violeta Parra en estos días cuequeros, con su «Que vivan los estudiantes», al observar el éxito de las movilizaciones del primer semestre, el proceso de compromiso y negociación con el Mineduc, alcanzando una demanda histórica que nunca logramos los veteranos dirigentes estudiantiles de los ’80.



Un cobro, en la práctica, diferenciado para los jóvenes del 40% más pobre de la población que, con un puntaje mediano (550 puntos), podrán tener 100% de beca para sus estudios y algo menos para aquellas familias de ingresos per cápita entre cien mil y doscientos mil pesos mensuales por cada miembro familiar.



Parecía algo imposible hace algunos meses. Pero se ha logrado convertir anomalías en políticas fecundas, con un movimiento estudiantil que combinó fuerza con argumentos, y un gobierno que busca apurar el paso de la igualdad de oportunidades en educación superior. Recordemos que el ’90 sólo el 12% de los jóvenes iba a la educación superior, hoy lo hace el 33% y queremos llegar al 50% al Bicentenario, pero con miles de jóvenes de sectores populares y clase media baja.



La triada ha sido:
a.- aceptar que los créditos también debe ir a los jóvenes de centros privados (en esto, los dirigentes de la universidades tradicionales tuvieron que sensibilizarse),
b.- lograr mayor recuperación del crédito, llamando a la responsabilidad en el pago a quienes hoy son profesionales (muy bien, el Ministro Bitar en llamar a la responsabilidad), y
c.- la apertura final del Gobierno a becar al quintil más pobre y asegurar beca y crédito al segundo quintil (con bonanza económica y los recursos frescos de acabar con los privilegios del 57 BIS, una norma de la dictadura que literalmente regalaba dinero a los que compraron ciertas acciones).



Otra pata de esta mesa ha sido la acreditación universitaria, tan resistida por sectores de derecha y algunas universidades tradicionales y públicas que han «chacreado» el sistema con carreras marmicoc, cursos a granel y sucursales-«sucuchos», sin bibliotecas, ni cumplimiento de estándares mínimos de formación universitaria. En esa batalla, los líderes estudiantiles han estado con el Gobierno.



Pero esta transformación tiene protagonistas y héroes de carne y hueso. Muchos dirigentes de todo el país reunidos en el Confech. Pero, sin pecar de centralista, quiero resaltar la inteligencia y perseverancia de Felipe Melo de la FECH (incansable, me lo topé en Rancagua en un debate con secundarios), y de nuestro amigo Rodrigo Lacalle, de la FEUC, quien con una lucidez enorme, supo insistir en que a través de una fuerza movilizada sin violencia, y propuestas técnicas y bien fundadas, es posible dar señales de menos discriminación y mayor universalidad en el sistema.



Ellos son los héroes de estos acuerdos históricos entre el movimiento estudiantil y un Gobierno que busca expresar el compromiso de una mayoría social y cultural progresista.





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Esteban Valenzuela van Trek es diputado del Partido por la Democracia (PPD)

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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