Hay varios factores que deben tenerse en cuanta para establecer una clasificación, desde el placer que producen, su mortalidad, lo accesibles que son o lo fácilmente que uno se engancha. Tras analizar estos y otros factores, un grupo de expertos llegó a estas conclusiones.
Si te preguntaran cuál es la substancia más adictiva del mundo, ¿cuál dirías?
Responder no es sencillo. Ni siquiera para los científicos, como señala Eric Bowman, profesor de Psicología y Neurociencia en la Universidad de St. Andrews (en Escocia), en un artículo para The Conversation.
La dificultad reside, según explica Browman, en qué factores tener en cuenta para establecer qué hace a una sustancia realmente adictiva.
Puede tenerse en cuenta el daño que puede causar; el precio (que la hace más o menos accesible); el efecto que produce en el cerebro; el grado de placer que otorga a quienes la consumen (y que los hace querer consumirla con más frecuencia); puede depender también de lo fuertes que sean los síntomas de abstinencia o la facilidad con la que una persona se engancha.
Por ello, un panel de expertos liderado por David Nutt, profesor de Psicofarmacología en la Universidad de Bristol (Inglaterra), quiso establecer un sistema de evaluación y sus resultados se publicaron en la prestigiosa revista científica The Lancet.
Para su análisis examinaron también qué efectos producen estas sustancias en el cerebro del consumidor y este es el ránking de las cinco más adictivas.
Con una puntuación de 3 sobre 3, la heroína es para estos expertos en farmacología la sustancia más adictiva por varios factores.
Según su evaluación, este opiáceo hace que los niveles de dopamina (la llamada hormona del placer) en el cerebro aumenten en hasta un 200%, según demostraron diversos estudios.
También es peligrosa por su alta mortalidad. La dosis necesaria para que cause la muerte del consumidor es apenas cinco veces más alta que la que se necesita para sentir sus efectos. Es fácil sobrepasarse.
También, señalan en el documento, es increíblemente dañina no solo para quien la consume, sino para la sociedad en general.
Esta sustancia interfiere en la manera en la que se transmiten los mensajes de una neurona a otra evitando que se desactive la señal de dopamina.
Esto hace que los sistemas de recompensa del cerebro no funcionen con normalidad y la sensación de felicidad y bienestar sea continua bajo los efectos de esta sustancia.
En experimentos con animales se comprobó que la cocaína hizo aumentar hasta tres veces los niveles normales de dopamina.
Dentro de la cocaína, los expertos establecieron que el crack era más adictivo que la cocaína en polvo, lo que es causado en parte por su bajo precio.
Los niveles de adicción también son altos. Los científicos estimaron que un 21% de las personas que prueba esta sustancia desarrollará una relación de dependencia en algún momento de su vida.
Es la sustancia más adictiva que contiene el tabaco, de tan fácil acceso en la mayoría de países.
Cuando alguien fuma, la nicotina pasa rápidamente a los pulmones y de ahí al cerebro. Actúa elevando los niveles de dopamina en el sistema de recompensa en hasta un 25-40%, según han probado diversos experimentos en el laboratorio.
El grado de dependencia es alto también. La Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que más de dos tercios de los estadounidenses que probaron el tabaco se volvieron adictos.
En el mundo, calcula la organización, hay más de mil millones de fumadores y estiman que para 2030 el tabaco acabará con la vida de ocho millones de personas.
Estos medicamentos, utilizados inicialmente para tratar la ansiedad y para ayudar a conciliar el sueño, anulan algunas regiones del cerebro.
En pequeñas dosis pueden causar euforia y excitación, pero un uso abusivo puede ser letal ya que pueden suprimir la respiración.
El alcohol, señala el panel de expertos en el documento, tiene muchos efectos en el cerebro, pero en lo que tiene que ver con los mecanismos de recompensa del cerebro está probado que puede elevar los niveles de dopamina entre un 40 y un 360%, según demostraron algunos experimentos en el laboratorio.
Además, es muy probable que quien haya probado el alcohol, se vuelva un consumidor habitual. La OMS asegura que un 22% llega a generar algún nivel de dependencia con esta substancia durante su vida.