Sus propiedades esconden más beneficios para la salud de los que sabemos. Cualidades que han sido más conocidas y aprovechadas por las civilizaciones antiguas que por el mundo moderno actual
Por estos días, estamos viviendo la reivindicación de la miel. En Chile, su consumo siempre ha sido bien convencional -un agregado en la cocina básica- y poco sabemos de la alta calidad del producto que tenemos. Sin embargo, esto va de a poco cambiando, en la misma medida en que la tendencia mundial del «regreso a lo natural» se ha ido instalando, permitiendo re-conocer la versatilidad de de este noble producto.
La verdad es que sus propiedades esconden más beneficios para la salud de los que sabemos. Cualidades que han sido más conocidas y aprovechadas por las civilizaciones antiguas que por el mundo moderno actual, cómodamente confiado en la medicina alópata y escéptico a los tratamientos naturales.
La cosmética contemporánea, en particular, se ha encontrado con grandes desafíos, puesto que vivimos en un entorno cada vez más agresivo para nuestra piel, trayendo como consecuencia el envejecimiento prematuro. Y aquí, ha sido precisamente la miel la respuesta a muchas problemáticas donde la tecnología no basta.
Solo para la mantención de la piel existen muchísimos usos: su alto nivel de vitaminas y enzimas naturales son infalibles para contrarrestar pieles grasas; su potente acción limpiadora y antibacteriana es idónea para pieles con acné y su capacidad regeneradora, antioxidante e hidratante es altamente eficiente en el combate a los signos de la edad y agresiones externas.
Estas mismas cualidades son las que también la hacen un eficaz tratamiento capilar, capaz de combatir desde el pelo maltratado, hasta problemas como la caspa o la dermatitis seborreica.
En el uso medicinal también hay mucho que decir. La miel posee una fuertísima acción cicatrizante, emoliente (antiinflamatoria) y antibiótica (para infecciones), lo que se se suma a sus altos niveles de inhibina (antimicrobiana). Es decir, uno de los ungüentos más poderosos en primeros auxilios, capaz de combatir heridas y quemaduras.
Y en pleno verano, este es un gran dato: la miel es el mejor aliado para quienes se exponen por largos periodos de tiempo al sol. No solo por su poder curativo ante quemaduras, que por supuesto ayuda a la hora de reaccionar ante una exposición desmedida, sino que también por su uso preventivo.
Una capa de miel después de tomar sol es altamente eficiente para detener posibles agresiones y, sobretodo, para evitar el envejecimiento prematuro de la piel que produce este atractivo pasatiempo veraniego. Si puedes, elige variedades orgánicas y oscuras como el Ulmo o el Quillay, que poseen una mejor concentración de todas sus propiedades. Hay mieles con diferentes variedades monoflorales certificadas como Terra Andes.