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Experto por situaciones de violencia escolar: “Son un llamado a las instituciones a indagar por qué se producen y configurar nuevas formas de convivencia en las comunidades educativas” Educación

Experto por situaciones de violencia escolar: “Son un llamado a las instituciones a indagar por qué se producen y configurar nuevas formas de convivencia en las comunidades educativas”

Los distintos tipos de violencia en el ámbito escolar, la importancia de analizar las relaciones que se dan en el espacio y plantear un nuevo tipo de convivencia, son los temas que abordó el académico de la Universidad de Chile, con más de 20 años de trayectoria en educación y convivencia, Pablo Valdivieso, en medio de una serie de hechos ocurridos las últimas semanas.


Pablo prefiere hablar de acoso escolar que de bullying, por la “connotación gringa” que tiene el concepto y por la naturalización del mismo. Frases como “me estás haciendo bullying” sostuvo, se usan con naturalidad en medio de chistes y risas, incluso entre amigos. De sus 64 años, más de veinte los dedicó a su ejercicio. Es Doctor en Psicología por la Universidad de Granada (España), académico de la Universidad de Chile, docente, coordinador de proyectos en educación secundaria y universitaria, e investigador de amplia trayectoria en temáticas como educación y convivencia escolar. 

Mientras se servía un café, recordaba pasajes de La Masacre de Columbine, un galardonado documental basado en una masacre escolar ocurrida en Estados Unidos (1999), dirigido por Michael Moore en un intento por comprender el porqué de la tragedia, que dejó 15 muertos y 24 heridos. Antes de llegar a ese punto, recordó Pablo Valdivieso, existió un acoso constante de un grupo social a otro, de “los deportistas a los denominados nerds, aquellos no deportistas y diferentes a ese grupo”.

A partir de esa situación, a través de una llamada telefónica zigzagueante, explicó que el acoso escolar “es una relación, una interacción que se establece entre dos o más personas y grupos, o entre grupos, que implica el ejercicio de la violencia de unos a otros”. Producto de su trabajo, identificó que existen dos elementos que distinguen una situación de acoso: “lo primero es que es una conducta que significa un abuso de poder (lo realiza quien tiene más poder a quien tiene menos) y lo segundo, es reiterado y se prolonga en el tiempo”. Cada vez, ejemplificó, que existe un insulto que es usado a diario de un estudiante o un grupo de estudiante hacia otro/s, hablamos de acoso escolar” afirmó.

“Un abuso de poder hacia la diferencia”

Durante las últimas semanas, en esta vuelta a clases presenciales luego de un largo periodo de aprendizaje virtual, sucedieron varios hechos de violencia graves, como fueron las amenazas de Masacres en un colegio de Santiago o el grupo de compañeros que amarró y luego le sacó las pestañas a un niño de 9 años en Valparaíso. Estas y otras noticias relacionadas, pusieron en el centro de la atención el problema de la violencia en las aulas, así como también las situaciones de acoso al interior de los colegios. 

“Siempre el ejercicio de la violencia debe ser un llamado de atención a la institución escolar y eso implica intentar indagar por qué se está produciendo ese tipo de relaciones en la escuela, que debe instalarse como un espacio de análisis para comprender por qué se instala esa relación entre dos partes”.

Para el especialista, es fundamental que las escuelas analicen el fenómeno en sí, identifiquen quién realiza la violencia y hacia quiénes se dirige: “como esta es una relación que se establece mediada por el poder, la pregunta que surge es cuál es la relación de poder que está primando en ese espacio, y lo que han mostrado investigaciones es que la conducta de realizar acoso es una conducta que, como está mediada por el poder, la realizan personas que pertenecen a grupos que tienen más poder”.

En este sentido, subrayó que esta situación pone en tensión “categorías sociales” e ilustró con una situación de acoso común en las aulas chilenas en la actualidad, el acoso “del chileno” al “extranjero” que suele ser burlado por factores como su color de piel, acento u otros factores. Así pues, se trata de un “abuso de poder hacia la diferencia”, o más bien, “muestra un rechazo a la diferencia”. Por este motivo “es fundamental que los colegios miren y centren su atención en las pertenencias grupales de las personas y de qué manera se conjugan las relaciones en el espacio” expresó.

Por otro lado,  destacó que desde el punto de vista de quien lo vive “hay una sensación de estar siendo violentado y no contar con las herramientas del otro, mientras que el otro, muchas veces, no tiene conciencia de estar ejerciendo violencia”. A menudo, situaciones de esta índole son parte de la “cultura escolar”, se transforman en un “juego cotidiano, naturalizado” que provocan “aislamiento, soledad y sentimientos de violencia contra sí mismo de quien recibe las agresiones, y en otros casos produce reacciones explosivas”.

“La violencia es una forma de convivencia escolar y se previene educando con modos de relación basados en el respeto y la empatía”

Los colegios son dispositivos sociales destinados a la educación, remarcó el profesional, no están definidos como espacios de atención a la salud mental. Ahora bien, “esto no quiere decir que no existan objetivos transversales de la educación, pero el currículum es tan fuerte que las escuelas se concentran en eso, en pasar las materias, entonces no hay tiempo”. Producto de sus años de trabajo en espacios educativos, reconoció que en la formación docente “el desarrollo socioemocional, la capacidad para trabajar con grupos, la mediación o el enfrentamiento de conflictos, el desarrollo de la empatía” como ejes, “no están presentes”. Sin embargo, luego de la implementación de la Ley de Subvención Escolar Preferencial (SEP), ingresaron a las instituciones educativas otros profesionales, como trabajadores sociales y psicólogos, lo que ve como una oportunidad ante una “tarea compleja”.

“Toda violencia en el ámbito escolar es un tema que la comunidad tiene que reflexionar y generar protocolos para que no se produzcan. Es un deber preguntarse por qué existe la violencia, si la genera el ámbito escolar, la cultura social y si está o no naturalizada, y a qué nivel. Hacer frente es preocuparse de la convivencia escolar ya que la violencia es una forma de convivencia”.

En la actualidad, los establecimientos cuentan con políticas de convivencia escolar. Es por eso que si una escuela presenta numerosos hechos de violencia “hay que preguntarse cuál es la lógica convivencial que está al interior de la misma” resaltó Valdivieso. Cada vez que se ataja una violencia y no se hace una reflexión “pueden surgir situaciones similares”, explicó y argumentó que la solución es “prevenir educando con modos de relación basados en el respeto, la empatía hacia el otro y hacia mí mismo”. 

Las situaciones de violencia que se dan en el ámbito escolar, pueden ser de distinto tipo. El acoso es una forma, pero también existe violencia de género y peleas, estas últimas ocurren cuando “dos fuerzas que se enfrentan, teóricamente en igualdad de posiciones, y consideran que la forma de dirimir el conflicto son los golpes, aunque no necesariamente es reiterado en el tiempo”. 

En definitiva, procesar acciones del acoso escolar y violencia en las escuelas, “implica un trabajo muy cuidadoso” aseveró Valdivieso, “porque si llaman a un padre y le dicen que su hijo es un acosador no tiene mayor repercusión que el castigo al niño”. En estos casos “es el equipo multidisciplinario quien debe establecer una relación con la familia y los redes de apoyo de la familia (como los consultorios), ya que lo importante no es acusar al infante o adolescente, sino generar una estrategia para que quien ejerce violencia deje de hacerlo, trabajar con el menor para promover conductas empáticas”. 

En línea con lo anterior, los desafíos a futuros se basan en la necesidad de “ir mucho más allá y no centrarse en las personas” sino que en el fenómeno de la violencia, “una forma de convivencia” que invita a una reflexión de toda la comunidad escolar con el fin identificar el porqué de la situación, y junto con ello, implementar programas de prevención y lineamientos hacia nuevas formas de convivencia basadas “en la empatía y el respeto”. 

 

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