Un equipo multidisciplinario de la Universidad de Talca se encuentra trabajando en un proyecto que busca generar plantaciones que puedan crecer y desarrollarse en condiciones exoplanetarias.
Asegurar la producción alimentaria para la subsistencia de los seres humanos y además probar cultivos que podrían desarrollarse fuera de la Tierra, es el objetivo de una investigación realizada en el Instituto de Ciencias Biológicas de la Universidad de Talca, que busca un mecanismo para permitir que las plantas puedan conservarse en ambientes con un limitado aporte hídrico.
“Junto a mi equipo de investigación, con que formamos parte del Centro de Ecología Integrativa, nos adjudicamos un proyecto Fondecyt relacionado con evaluar cómo metacomunidades microbianas muy ancestrales, cómo las que encontramos en el desierto de Atacama, pueden soportar condiciones exoplanetarias”, comentó el profesor Marco Molina, quien encabeza la iniciativa.
La idea es evaluar cómo estas comunidades microbianas pueden permitirles a distintos cultivos como lechuga, pimentón, cebolla o papa, ser cultivadas, crecer y tolerar las condiciones simuladas de Marte. Es decir, “donde activamente no hay agua, ni nutrientes, y existe una alta concentración de Co2, oscilaciones térmicas de 100 grados y radiación ultravioleta B y C”, explicó el científico.
Adicionalmente, el proyecto evalúa la factibilidad de que estos microorganismos puedan permitir que las semillas de estas especies de vegetales germinen en condiciones de microgravedad, tal como las que ocurren en los viajes espaciales.
La investigación es desarrollada por un equipo de académicos pertenecientes a diversas áreas de la Universidad de Talca, “Estamos con una aproximación bastante multidisciplinaria desde el punto de vista de microbiológica-molecular, pero también acerca de cuáles son las propiedades organolépticas y nutricionales que tienen estos cultivos en estas condiciones, simulando marte precisamente, pensando siempre en que finalmente puedan aportar a una potencial habitabilidad del ser humano en otros planetas”, planteó el académico.
El equipo de investigación está conformado, además, por las profesoras Karin Saavedra, de la Facultad de Ingeniería, y Andrea Barrera, del Departamento de Microbiología.
“Nos dimos cuenta de que las costras biológicas del suelo en el Norte del país, específicamente del desierto de Atacama, tienen efectos sumamente positivos en el desarrollo de la flora vascular”, agregó Barrera.
La experta explicó que, el país tiene condiciones excepcionales para este tipo de investigaciones. “Somos privilegiados porque tenemos el desierto de Atacama que ha sido considerado análogo al planeta Marte por varias características en relación a las propiedades de su suelo y por la agresividad del medio, la fluctuación de temperaturas y la alta radiación”, declaró.
Las conclusiones que ha alcanzado el equipo de la UTalca han sido muy exitosas hasta ahora, cuando hay una simbiosis entre las plantas y los microorganismos utilizados. “Los resultados que obtuvimos con lechugas y tomates son sumamente prometedores. Logramos la germinación y sobrevivencia, además de la generación de una biomasa, que permite el crecimiento del vegetal”, destacó.
“Ahora aumentaremos la cantidad de plantas, incrementaremos las condiciones, para hacer un ambiente un poco más adverso e ir mejorando nuestros sistemas de simulación”, puntualizó la científica en relación a los próximos desafíos de la investigación.