Inclusión
Sumado a esta situación, un 35% ni siquiera terminó la enseñanza básica y apenas un 25,2% está todavía inserto en el mundo laboral. Eso redunda en que el 62,2% de este creciente grupo de la población se ubica en los tres quintiles de ingresos más bajos.
Una de las grandes preocupaciones de Chile en la actualidad es la precaria situación de las personas mayores. La reforma de pensiones está hoy en el centro del debate político y público, debido a la indefensión en la que se encuentra este creciente grupo de la población.
Más compleja aún es la condición de aquellas personas de edad avanzada que, además, tienen algún tipo de discapacidad visual. De acuerdo a la última medición de la Encuesta de Discapacidad y Dependencia (Endide), un 44% de quienes tienen 60 años o más en nuestro país presenta este problema.
El 42% de este conjunto tiene algún grado de pérdida de visión, mientras que el 2% sufre ceguera total. Si a eso se le suma el bajo nivel educacional que pudieron alcanzar, todo redunda en una escasa inserción dentro del mundo del trabajo y, por ende, en ingresos insuficientes.
Según el estudio, siempre focalizados en el adulto mayor, apenas un 8,8% de quienes padecen inconvenientes a la vista tiene educación superior completa. Un 35% declara que ni siquiera terminó la enseñanza básica.
Dado lo anterior, la inclusión laboral de estas personas es muy baja. Sólo un 25,2% tiene un empleo, mientras que un 1,3% está desocupado y el 73,5% restante ya definitivamente está inactivo.
Con este panorama, no es extraño que quienes ya superan las seis décadas de vida y tienen discapacidad visual se concentren en el quintil de ingresos más bajos, con un 26,1%. Los tres quintiles menores congregan el 62,2% del total.
“Las cifras que hemos mencionado son particularmente alarmantes si consideramos que la discapacidad visual, en sus distintos grados y variantes, va teniendo mayor prevalencia en la población a medida que ésta envejece”, comenta Constanza Melian, investigadora de Fundación Luz que realizó este análisis.
“Por lo tanto, no es relevante sólo el prevenir y poner todos los medios de salud preventivos y de diagnóstico a disposición de la población de manera temprana, sino también poder acudir oportunamente con todas las ayudas sociales del Estado, considerando el bajo nivel educativo y de ingreso de la población de más de 60 años, lo que evidentemente lo convierte en un grupo más vulnerable y prioritario”, concluye la socióloga.
En ese sentido, el llamado es a crear políticas que favorezcan el proceso de envejecimiento en la población, para así promover la salud y la inclusión de este grupo etario.
