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Impulsividad en adolescentes: ¿Qué pasa cuando realmente pierden el control? Niñez

Impulsividad en adolescentes: ¿Qué pasa cuando realmente pierden el control?

La adolescencia es una etapa compleja del desarrollo que marca una transición en la cual los jóvenes comienzan a aprender sobre el autocontrol y dependen menos de la supervisión de adultos. Aunque es común que ocurran episodios de descontrol de impulsos debido a cambios hormonales, en ocasiones, estos pueden evolucionar en un verdadero Trastorno por Descontrol de Impulsos.


Los trastornos por control de los impulsos se definen como un grupo de trastornos mentales que se caracterizan por la pérdida de autocontrol y la dificultad en la regulación de las emociones y el comportamiento. Estos trastornos, que afectan aproximadamente al 6% de la población global en conjunto, tienden a manifestarse mayoritariamente en la adolescencia, siendo extremadamente raro que aparezcan por primera vez en la edad adulta.

El Manual de Enfermedades Psiquiátricas (DSM-V) contempla el descontrol de impulsos como un tipo de trastorno destructivo del control de los impulsos y de la conducta, que se puede presentar tanto en hombres como mujeres.

La psicóloga clínica de adolescentes y adultos Paula Ruiz, especialista en Terapia Conductual Dialéctica (DBT) y cofundadora del Centro de Salud Mental Avanza, explica que, en el caso de los adolescentes, los trastornos por descontrol de impulsos más frecuentes son el trastorno oposicionista desafiante y el trastorno explosivo intermitente. 

“Estos trastornos se caracterizan por presentar conductas variadas y que difieren en cada caso, pero tienen como características principales las acciones impulsivas y grandes dificultades para frenar ciertos comportamientos, lo que resulta en acciones problemáticas e incluso riesgosas”, indica la especialista.

Además, agrega que muchas veces en la base de la impulsividad adolescente se encuentra una intensa desregulación emocional, que es uno de los temas que la terapia DBT aborda. 

Nicole Reinike, psicóloga clínica de adolescentes y adultos especialista en DBT y en el manejo de emociones y trastornos vinculados a este problema, explica que la principal problemática para los adolescentes que presentan descontrol de impulsos es que al ejecutar las conductas de descontrol —como por ejemplo poseer una actitud desafiante, compras compulsivas, exponerse a situaciones de riesgo, entre otras—, se genera inicialmente sensación de calma y alivio.

“Esto se produce solo de forma momentánea y, a pesar de este alivio inmediato, existen consecuencias posteriores que los llevan a experimentar grandes dificultades, principalmente en lo relacional, con su grupo de pares, a nivel familiar y escolar”, detalla. 

Desarrollo en el tiempo

La terapeuta explica además, que con el paso del tiempo, las y los adolescentes con descontrol de impulsos terminan desarrollando sentimientos de culpa y un autoconcepto empobrecido de sí mismos, pudiendo percibirse como personas que causan problemas y que no son queribles, dañando su autoestima y desarrollo.

Asimismo, los adolescentes que no logran controlar de manera efectiva sus impulsos están en riesgo de desarrollar patologías de salud mental, como trastornos del ánimo o conductas de autolesión. “Lo que vemos de forma más frecuente en pacientes jóvenes son los golpes, cortes, quemarse la piel, entre otras”, explica Reinike.

La especialista agrega que quienes crecieron con descontrol de impulsos o dificultad para regular las emociones y conductas, en la adultez  tienen más probabilidades de tener relaciones de amistad y/o pareja en las que exista violencia. “Pueden presentar deterioro en lo social y lo interpersonal, a nivel familiar y laboral. Todo eso genera un impacto en la salud”, explica. 

Atender la problemática a tiempo es una forma de evitar que la impulsividad propia de la adolescencia se traduzca en situaciones de peligro o en el desarrollo de alguna otra patología de salud mental. En este sentido, la psicóloga Paula Ruiz comenta que existen diversas banderas rojas que pueden ser indicadores de dificultades en la regulación de la conducta.

“Un adolescente que actúe de manera impulsiva de forma frecuente, con poca reflexión de las repercusiones de sus actitudes y/o conductas, que busque constantemente la gratificación inmediata, que presente ideas de muerte, verbalizaciones de querer morir o no estar, cambios en el ciclo de sueño, existencia de mayor aislamiento social e incluso experimentar culpa o vergüenza luego de realizar alguna conducta impulsiva, pueden ser señales de alerta”. 

Además agrega que altos niveles de ansiedad y estrés, o conflictos en las relaciones familiares o con sus pares y las conductas autolesivas en algunos casos también puede ser un indicador de que el manejo de las emociones es débil y que, por ende, dificulta controlar la impulsividad.

Las especialistas explican que, la ventaja de la terapia dialéctico conductual o DBT para la desregulación de impulsos, es que ayuda al  aprendizaje de habilidades específicas.

“La terapia DBT les enseña a las personas estrategias para el reconocimiento de emociones, así como de afrontamiento, para ampliar el repertorio conductual de los pacientes”, explica Ruiz. Las especialistas recalcan que la consecuencia es que, al contar con más estrategias, recursos y con la práctica de estos a través de la terapia, disminuye la probabilidad de que esos impulsos se conviertan en momentos de pérdida total del control sobre sí mismos o en situaciones de peligro para los jóvenes. 

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