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La veterinaria que protege a gorilas de enfermedades de humanos

La veterinaria que protege a gorilas de enfermedades de humanos

Cuando esta mujer de 42 años abrió la primera unidad veterinaria para la Autoridad de Vida Salvaje en Uganda nunca pensó que terminaría ocupándose de temas de salud pública y planificación familiar en las comunidades que rodean el parque nacional de Bwindi.


Gladys Kalema-Zikusoka tiene una misión: evitar que los humanos transmitan sus enfermedades a los animales. En particular a los gorilas de montaña, que comparten el 98% del ADN con nosotros y de los que quedan menos de 1.000 en el mundo.

Cuando esta mujer de 42 años abrió la primera unidad veterinaria para la Autoridad de Vida Salvaje en Uganda nunca pensó que terminaría ocupándose de temas de salud pública y planificación familiar en las comunidades que rodean el parque nacional de Bwindi.

No había pasado un año en su puesto cuando un brote de una enfermedad de la piel entre gorilas en peligro de extinción la puso en alerta. Una cría había muerto y el resto del grupo había enfermado gravemente. Resultó ser sarna.

«En ese entonces nos empezamos a preguntar cuál sería el origen de la sarna y descubrimos que era una de las enfermedades más comunes en poblaciones de bajos recursos en Uganda, debido a la pobreza, a la falta de higiene y sanidad», le cuenta a BBC Mundo.

Y para contagiarse de sarna, no hay que tocar al enfermo; sólo es necesario entrar el contacto con su ropa.

«Los niños que viven cerca del parque nacional tienen poca asistencia sanitaria, tienen diarrea, no utilizan letrinas, defecan en el suelo y no cubren los botes de basura. Tienen todo tipo de comportamiento insalubre que los enferma más», explica Kalema-Zikusoka.

«En cambio, para los gorilas el ambiente de la selva es limpio, en comparación a cuando salen a las zonas donde viven las personas».Gori1

Sustento y salud

Fue así como empezó a estudiar el problema y años más tarde decidió fundar una ONG para la Conservación a través de la Salud Pública (CTPH, por sus siglas en inglés). El objetivo inicial comprendía tres importantes aspectos: acercar la asistencia sanitaria a quienes la necesitaban, mejorar la higiene y la sanidad y evitar que los gorilas invadieran los terrenos de los humanos.

Al mejorar el sustento y la salud de las personas que viven cerca de los parques nacionales, era posible prevenir y controlar las enfermedades tanto entre la gente como en la vida silvestre y el ganado.

«Tenemos voluntarios elegidos por líderes locales que visitan a las personas en sus hogares y hablan con ellos de sus problemas, educan a las parejas y discuten sobre temas de sanidad e higiene», señala esta veterinaria.

Los voluntarios también identifican posibles casos de tuberculosis o VIH y los remiten a los ambulatorios más cercanos.

«La razón por la cual estos animales son tan vulnerables a enfermedades de humanos se debe a que estamos muy relacionados, y si el gorila es ajeno al parásito, puede terminar desarrollando una enfermedad muy grave», advierte la especialista. «(Los gorilas) pueden exponerse fácilmente a enfermedades gastrointestinales como la diarrea o a enfermedades respiratorias».

El CTPH también lidia con enfermedades infecciosas difíciles de tratar, como la tuberculosis. «Toma unos 8 meses el tratamiento diario en humanos, lo que con los gorilas sería casi imposible».

Y si la misión era mejorar la calidad de vida de los residentes locales a fin de prevenir enfermedades, había entonces que involucrarse en planificación familiar.

«Descubrimos que la las parejas tienen unos 10 hijos y te cuentan que la mitad de ellos irá a la escuela, mientras que la otra estará para ahuyentar a los gorilas de sus jardines».

«Aquellos que no van al colegio, nunca tendrán un futuro; terminarán teniendo embarazos de adolescentes y no sólo no podrán romper el ciclo de pobreza, sino que sus vidas empeorarán».

Turismo: lucrativo y peligroso

Los gorilas no sólo están amenazados por los residentes de la zona. El turismo, a pesar de ser una importante fuente de ingresos para el país, es un foco de enfermedades.

Los gorilas y los humanos comparten el 98% del ADN.

Los gorilas y los humanos comparten el 98% del ADN.

Los gorilas pueden contagiarse de prácticamente cualquier enfermedad de humanos. La sarna y la tuberculosis son muy comunes, pero algo tan simple como la gripe también representa una amenaza.

«Esa es la razón por la cual los visitantes tienen que permanecer a más de cinco metros de distancia», explica.

Gladys Kalema-Zikusoka estableció junto a su equipo estrictas medidas (convertidas en reglas) para evitar el cruce de enfermedades con los visitantes.

«Las comunidades y los gorilas viven en un hábitat parecido y puede que los gorilas ya sean inmunes a algunas enfermedades de aquí, mientras que para los turistas que vienen de América, Europa o Asia, se trata de una cepa completamente diferente y eso puede poner a los gorilas muy enfermos».

Razón por la cual a los turistas -que representan unos US$14 millones al año para el país- se les explica bien cómo deben comportarse. Y si alguien está enfermo, se le devuelve todo el dinero para que dé marcha atrás y no vaya a hacer senderismo.

«Si van a estornudar, tienen que voltearse hacia el otro lado. Si quieren ir al baño en la selva, alguien hace un hueco donde deben defecar y enterrarlo. No está permitido dejar ningún tipo de comida, ni siquiera una cáscara de banana que es biodegradable, se lo tienen que llevar todo», señala la especialista.

CTPH lleva diez años en funcionamiento, tiempo en el cual Kalema-Zikusoka asegura que la actitud de la gente ha mejorado.

«Las mujeres están más involucradas en la conservación y hay menos incidencia de enfermedades en gorilas, al tiempo que hay una disminución de los conflictos humanos-gorilas».

En esta década, la veterinaria también ha aprendido mucho de los gorilas. «Son unos padres excelentes, muy protectores, y tienen hijos cada cuatro años. El espaciado es muy bueno porque de esa manera esperan a que un hijo sea independiente antes de tener al otro, así también ayudan a cuidar al más pequeño».

«Son así, sin ninguna planificación familiar», comenta con una amplia sonrisa. «Si la gente hiciera lo mismo, el mundo no estaría tan sobrepoblado».

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