Científicos chilenos están trabajando con más de sesenta personas que padecen condiciones semejantes a las sufridas por cantante Gustavo Cerati.
Este 4 de junio se cumplieron nueve meses del fallecimiento de Gustavo Cerati, ídolo musical que permaneció más de cuatro años en estado vegetativo, tras sufrir un accidente cerebrovascular en Caracas, Venezuela. Durante el largo período de silencio, su madre reportó pequeñas señales en su hijo que sembraron esperanza, como parpadear o apretar la mano. Sin embargo, no hubo declaraciones médicas sobre una posible mejoría o toma de conciencia por parte del músico.
En Chile, científicos del Instituto Milenio de Neurociencia Biomédica, BNI, ya están trabajando con más de 60 pacientes que sufren las mismas condiciones que padeció el artista argentino. Las investigaciones, lideradas por Gonzalo Rivera, buscan comprender qué sucede en el cerebro de pacientes en estado vegetativo, con la esperanza de contribuir, en un futuro, a la rehabilitación de los afectados.
Casos como éstos, que ocasionan un desorden severo de conciencia, suceden en todo el mundo, fundamentalmente, producto de accidentes cerebrovasculares o traumatismos encéfalocraneanos (TEC). En nuestro país no tenemos registro de cuántos chilenos están en esta condición, pero estadísticas del 2014 señalan que en Estados Unidos ésta llegó a afectar a 6 de cada cien mil habitantes.
Desde el año 2002 Gonzalo Rivera -kinesiólogo y candidato a Doctor en Ciencias Biomédicas-, trabaja con estos pacientes en los que no existen conductas voluntarias tanto en respuesta a estímulos sensoriales o de manera espontánea que reflejen que está consciente del entorno o de sí mismo. Esto, a pesar de encontrarse “despiertas”. Sin embargo, y de ahí su denominación, los sujetos tienen la capacidad para mantener funciones neurovegetativas básicas del organismo como respirar o conservar la función cardiovascular.
Del total de esos pacientes, cerca de veinte casos han podido ser explorados a nivel cerebral.“En BNI estudiamos, fundamentalmente, a sujetos en estado vegetativo y también, a personas que se encuentran en un estado de mínima respuesta, donde existe una presencia limitada de conexión con el entorno. Específicamente, estamos analizando la respuesta neuronal frente a distintos estímulos, así como los mecanismos de integración cortical que pueden estar afectados, viendo que no todos están alterados de la misma manera”, señala Gonzalo Rivera.
Según explica el científico, la idea fundamental establecida hace algunos años era que el cerebro de estos sujetos estaba en un estado permanente y homogéneo de desconexión. Actualmente, lo que han hecho es presentar una serie de estímulos auditivos y sensoriales, de diferente complejidad, para luego observar la respuesta diferenciada de la red neuronal, midiendo sus propiedades eléctricas a través de electroencefalografía. “Así, con estas investigaciones estamos demostrando que existen ciertas redes del cerebro que están preservadas y que el patrón de actividad cambia según el estímulo que realices. No obstante, pareciera que la función neuronal está desagregada y por tanto nuestra pregunta es: ¿cómo podemos lograr que esa red se integre?”, indica el científico. En este centro de excelencia ya cuentan con algunas herramientas que permitirían estudiar el impacto de ciertas intervenciones en estas personas, “pero en los últimos años las investigaciones no han podido continuar en esa línea, debido a problemas con la Ley de Derechos y Deberes de los Pacientes (N° 20.584), explica Rivera.
Gonzalo Rivera, explica que esta situación de salud es altamente delicada para el paciente y sus familiares, y que en todo el mundo se realizan esfuerzos para comprender el origen de esta severa desconexión, y asimismo, para investigar medidas que promuevan la rehabilitación.
Al respecto, señala que el pronóstico también depende de cómo se haya generado la lesión y también, del tiempo en que el paciente permanece en esa condición. Cuando la injuria cerebral se debe a accidentes cerebrovasculares o un infarto al miocardio, que ocasionan una prolongada falta de oxígeno al cerebro, entonces, la situación puede ser más compleja. Si los eventos se gatillan por traumas encéfalocraneales, existe mayor posibilidad de pasar de un estado vegetativo a uno de mínima respuesta, tal como sucedió con el ex piloto Michael Schumacher. En este caso particular, el daño en el deportista es severo, pero los últimos reportes de la prensa internacional señalan que puede comunicarse a través de los ojos y que su cuadro podría avanzar hacia una lenta rehabilitación.
Gonzalo Rivera explica que se han propuesto algunos mecanismos por los cuales se afecta la integración de distintas regiones del cerebro en estos sujetos, lo que ha permitido generar nuevas estrategias terapéuticas. Una de ellas, realizada en otros laboratorios del mundo, consiste en la estimulación de los núcleos del tálamo, estrategia que ha mostrado efectos positivos en un grupo reducido de pacientes.
En relación a los avances mundiales, Rivera explica que sí se han detectado señales y áreas cerebrales que se encienden, al realizar una pregunta o emitir un tipo de sonido. “Si uno hace que la persona en estado vegetativo imagine que está jugando tenis, por ejemplo, entonces se activa la corteza premotora.
En el caso de BNI, al interior del Laboratorio de Neurosistemas, dirigido por el Dr. Pedro Maldonado, los estudios no sólo apuntan a indagar en las respuestas de la red neuronal de estos pacientes, sino también a poder generar estrategias de intervención de acuerdo al análisis clínico particular del individuo. No obstante, Rivera comenta que estos proyectos se han visto postergados, debido que la Ley de Derechos y Deberes de las Personas en Atención de Salud (ley 20.584), obliga en los adultos a contar con el consentimiento informado previo y personal para participar de una investigación biomédica, “situación que claramente no es posible en personas con esta condición”. Esta situación ha detenido la tramitación de los proyectos por parte del comité de ética. Esto, a pesar de que la ley 20.120 sobre la Investigación Científica en el Ser Humano, establece los mecanismos para que el representante legal pueda autorizar la participación en una investigación, que en este caso los beneficia directamente.
“Quisiéramos avanzar en esta línea de investigación, pues con ello podríamos contribuir a la rehabilitación. Tal vez aun no logremos la recuperación del paciente ni reconstruir ciertas redes neuronales lesionadas, pero sí pensamos que con nuestros avances podremos ayudar a entregar al sistema, aquellos elementos de actividad necesarios para que, por sí solo, éste pueda reenganchar ciertas redes neuronales”.
Ante este escenario, el kinesiólogo realiza un llamado a promover y clarificar las herramientas y normativas que permitan la investigación biomédica en éstos y otros pacientes en condiciones similares, con el fin de aportar un grado de arena a la ciencia mundial y a la recuperación de ciertas funciones en el cerebro. (Por: Carolina Todorovic. Agencia Inés Llambías Comunicaciones).