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No es extraño que tengamos calor con un billón de soles Astronomía

No es extraño que tengamos calor con un billón de soles

Un estudio intentó calcular la cantidad de luz que recibimos originada fuera de nuestra galaxia, en estrellas que han estado activas desde hace miles de millones de años.


Un astrofísico australiano y nueve colegas han respondido a una pregunta de importancia galáctica para quienes toman sol en la playa: ¿Cuánto de mi quemadura de sol puede atribuirse a estrellas fuera de nuestra galaxia?

La buena noticia es que los veraneantes que no se cubren la piel reciben 10.000 millones de veces por segundo fotones originados fuera de la Vía Láctea.

La mala noticia es que eso representa sólo una billonésima parte de lo que el sol aporta.

Las mediciones, publicadas en la revista Astrophysical Journal, son parte de un mayor esfuerzo por comprender cómo se mueven la materia y la energía en el universo y por qué el cosmos tiene esta estructura. El estudio lo condujo Simon Driver que pertenece al Centro Internacional de Investigaciones sobre Radioastronomía de la Universidad de Australia Occidental.

El estudio buscó calcular la cantidad de luz que recibimos originada fuera de nuestra galaxia, en estrellas que han estado activas desde hace miles de millones de años. Es difícil porque la única forma de calcular la «luz extragaláctica de fondo» es desde lo más profundo de la Vía Láctea. Es como estar bajo un farol de calle encendido y tratar de medir la cantidad de luz que dan todas las otras luces.

Esta señal de luz es nada menos que «el producto de los procesos astrofísicos dominantes, que han tenido lugar durante los últimos 13.000 millones de años, en términos de distribución de energía». Es decir, cómo la materia ardiente de las estrellas dispara la luz.

La investigación se basó en una sorprendente variedad de conjuntos de datos desde la luz de alta energía en el espectro ultravioleta hasta la infrarroja de baja energía. La información provino de una lista de observatorios espaciales: Hubble, Spitzer y Herschel y varios grandes telescopios terrestres.

Gran parte de la luz cambia mientras viaja, protegiéndonos un poco de la irritante luz UV. Las partículas de polvo en las galaxias distantes impactan sobre los fotones UV hasta lograr que la luz se vuelva visible o consiga intensidad IR.

“Las mismas galaxias nos brindan una loción bronceadora natural con un factor de protección solar equivalente a 2”, dijo en un comunicado Rogier Windhorst de la Universidad del Estado de Arizona.

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