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Griegos desempleados resueltos a trabajar limpian los baños de Suecia


Durante los 17 años en que se desempeñó como vendedor de productos farmacéuticos en Grecia, Tilemachos Karachalios trabajó de traje, condujo un auto de la compañía y tuvo una cuenta de viáticos. Ahora, luego de abandonar su país debido a la crisis económica griega, limpia escuelas en Suecia.

“Era un muy buen trabajo”, dijo Karachalios, que tiene 40 años, haciendo referencia a su vida anterior. “Ahora limpio m… sueca”.

Karachalios, que dejó a su hija de seis años a cargo de sus padres, es uno de los miles que huyeron del desempleo griego récord de 24 por ciento y de las medidas de austeridad que amenazan el crecimiento. La cantidad de griegos que solicitó autorización para residir en Suecia, donde hay más empleos y una economía estable, casi se duplicó respecto de 2010 y llegó el año pasado a 1.093 personas. Se estima que el ritmo se incrementará nuevamente este año.

“Trato de sobrevivir”, dijo Karachalios en una entrevista en Estocolmo. “Aquí las cosas son difíciles, muy difíciles. Preferiría estar en Grecia, pero no tenemos trabajo”.

Grecia se encuentra en el quinto año de recesión y se estima que la economía se contraerá 6,9 por ciento este año, al igual que en 2011, según la Fundación de Investigaciones Económicas e Industriales de Atenas. Desde 2008, la cantidad de desempleados ha aumentado más del triple y alcanzó en junio un récord de 1,22 millones de una población total de 10,8 millones.

“En Grecia no había futuro”, dijo Ourania Michtopoulou, que se trasladó a Suecia con su esposo en 2010 luego de que ambos perdieran su empleo en la industria textil en Tesalónica, donde llevaban una vida cómoda y tenían casa y auto. “Aquí puedo esperar que pase algo bueno, tal vez no para mí, que tengo 48 años, pero para mis hijos”.

Incertidumbre

La familia ahora vive hacinada en un pequeño apartamento. El esposo de Ourania, Nikos, trabaja para un paisajista, mientras que sus hijos adolescentes luchan con las clases de sueco.

“No fue fácil para ellos”, dijo. “Mi hija me dijo muchas veces: ‘Odio Suecia. Quiero volver a casa’”.

Karachalios, por su parte, bajó entre 9 y 13 kilos (20 y 30 libras) desde su llegada a Suecia. Tiene las manos percudidas. En lugar de traje y corbata, ahora usa jeans y botas de trabajo. Los trajes quedaron en Grecia.

“Uno puede planificar, organizar y hacer planes para los siguientes 10 o 20 años, pero no sabe qué le deparará la vida”, dijo.

En Grecia, Karachalios ganaba entre 2.500 y 3.000 euros (US$3.143-US$3.772) por mes, después de deducidos los impuestos, En Estocolmo, gana 80 coronas por hora en una empresa de limpieza. Sobre la base de una semana de 40 horas de trabajo, gana alrededor de US$1.907 por mes.

Lo que más lo preocupa es la incertidumbre de no tener un empleo estable ni un futuro predecible.

“Estoy cansado de todo esto”, dijo. “Quiero cerrar los ojos y despertarme dentro de 10 años”.

Los inmigrantes de la Unión Europea que llegan a Suecia pueden buscar trabajo e instalarse si pueden sustentarse o tienen familiares en el país. Si bien el índice de desempleo es de 7 por ciento, encontrar trabajo puede ser difícil si los recién llegados no hablan sueco, dijo Arto Moksunen, director de Crossroads, un grupo de Estocolmo sin fines de lucro que desde marzo de 2011 ha ayudado a 3.000 migrantes.

Konstantinos Fraggidis, que preside la asociación cultural griega en Estocolmo, dijo que recibe entre 10 y 15 correos electrónicos por día de griegos que consultan sobre las condiciones para trabajar y vivir en Suecia. “Se percibe que esos jóvenes están desesperados”, dijo Fraggidis.

Cansancio

Al terminar su día de trabajo, Karachalios vuelve a la habitación donde vive, se prepara una comida simple y se va a dormir. Luego de cinco meses en Estocolmo, su vida ya tiene una rutina. Los fines de semana limpia su habitación, lava la ropa y duerme. Casi siempre está cansado y tiene pocas personas con las que hablar. Lo compara con su vida en Grecia, donde pasaba los fines de semana conversando con sus padres mientras tomaban café y jugando con su hija.

“Quiero morir en Grecia”, dijo. “Quiero que mis huesos estén en Grecia”.

Este mes se reanudan las clases, lo que significa el fin del contrato de limpieza de la compañía. Karachalios encontró otro trabajo temporario de limpieza y también pensaba distribuir diarios, un empleo de medio tiempo que le reportaría 7.000 coronas (US$1.038) por mes. Se trata de un empleo que exige tener un vehículo, por lo que gastó el poco dinero que tenía –unas 3.000 coronas- en comprar uno, que se detuvo apenas 3 kilómetros después, con lo que Karachalios quedó en la miseria y analiza volver a Grecia.

“A los 40 años resulta muy difícil aceptar que la vida va a ser así”, dijo Karachalios.

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