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Basilea se convierte en Babel mientras reglas contradictorias afectan seguridad bancaria


El primer acuerdo de Basilea sobre regulación bancaria global, que se adoptó en 1988, tenía 30 páginas y se basaba en aritmética simple. La última actualización, conocida como Basilea III, llega a las 509 páginas y comprende 78 ecuaciones de cálculo.

La complejidad ilustra lo que pasó en los últimos cuatro años conforme los gobiernos que inyectaron US$600.000 millones para rescatar bancos en problemas durante la peor crisis financiera desde la Gran Depresión, ideaban formas de lograr que el sistema bancario global fuera más seguro. Esos intentos se han visto obstaculizados debido a leyes contradictorias, pautas contables divergentes y reglas en conflicto que adoptaron los países para proteger sus intereses, todo lo cual ha generado nuevos riesgos.

“Son como autos chocadores”, dijo Karen Shaw Petrou, socia gerente de la firma de análisis de Washington Federal Financial Analytics Inc., haciendo referencia a las nuevas regulaciones bancarias. “Por sí sola, cada una podría lograr cosas buenas, pero chocan entre sí una y otra vez. Eso podría hacerlas inútiles o, en el peor de los casos, perjudiciales”.

Si bien las mayores exigencias de capital, los límites a la operación de los bancos por cuenta propia y otras reglas han reducido el riesgo, también han aumentado mucho la complejidad de la supervisión, según dos decenas de organismos reguladores, banqueros y analistas que entrevistó Bloomberg News. Incluso si es posible instrumentar las nuevas regulaciones, no llegan a garantizar la seguridad, dijo Robert Jenkins, un miembro de la comisión de política económica del Banco de Inglaterra.

‘Accidentes catastróficos’

“Imaginemos que hasta 2007 las normas viales permitían que camiones cargados recorrieran las calles urbanas a 160 kilómetros (100 millas) por hora”, dijo Jenkins en una entrevista. “Luego de una serie de accidentes catastróficos, se decide reducir el límite de velocidad a 120 kilómetros por hora en las zonas escolares. ¿Se ha endurecido las reglas? Sí. ¿Se las ha endurecido lo suficiente? No”.

Una razón por la que los camiones han desacelerado es que los 27 países representados en el Comité de Supervisión Bancaria de Basilea acordaron en 2010 exigir a los bancos que reservaran más capital, o dinero de accionistas, para absorber pérdidas. Decenas de países, entre ellos los Estados Unidos, han establecido otras regulaciones o aprobado leyes para reducir el riesgo, y entidades crediticias de ambos continentes han incrementado el capital y mejorado su calidad a partir de la crisis.

La negociación de la mayor parte de los derivados, un opaco mercado de US$639 billones, debe pasar por cámaras de compensación centrales donde las transacciones se respaldan con garantías. La regla Volcker, parte de la Ley Dodd-Frank de 2010, la regla Vickers que propone Gran Bretaña y una versión de la Unión Europea bautizada en homenaje al gobernador del Banco de Finlandia Erkki Liikanen buscan separar las operaciones de riesgo de las demás. Siete países han creado mecanismos de resolución para un cierre ordenado de sus mayores entidades crediticias si éstas quiebran, según la Junta de Estabilidad Financiera, que tiene sede en Basilea, Suiza.

De todos modos, el sistema financiero global sigue siendo vulnerable. Sólo 11 de los más de 100 países que se comprometieron a adoptar las últimas reglas de Basilea cumplieron con el plazo del 1 de enero para iniciar su instrumentación. Los Estados Unidos y la Unión Europea, cada uno de los cuales elaboró propuestas de 700 páginas, aún las están debatiendo.

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