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Los orgasmos y la nueva candidata Historias de sábanas

Los orgasmos y la nueva candidata

Matea Briceño
Por : Matea Briceño Matea Briceño Ciudadana de pie, patines y bicicleta, trabajo en el servicio público al que llegué por mérito y vocación. Soy joven, profesional, amo la política y muchas veces creo que el poder me seduce después de mi jornada ;) #ChileCambióLasMujeresTambién #SoyDonante #UnaMujerUnCalzónRojo
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Estuve desaparecida un rato, por las penas de amor o como quiera que se llamen esas cosas a esta edad.

Lo bueno, me quedé con el departamento en Vitacura y los recuerdos. Pero nada que un buen orden, 3 carretes, miles de inciensos y quizás un pinche nuevo, no puedan hacer olvidar. Ahora puedo salir a correr a cualquier hora, obsesionarme con el trabajo, llevar todo a un siguiente nivel, irme a Tongoy por el finde largo y seguir los batidos detox que sugirió Mía Astral.

Lo malo, fue justo en el matrimonio de mi mejor amiga y la frase fue «es que yo no he involucrado tanto amor en esta historia como para querer casarme», sentenció #ElPololo, convertido ahora en #UnEx mientras bailábamos Open your Heart de Madonna.

Y con lo que detesto salir a comprar, hice terapia de shock cambiándole el look al depto y sobre todo a la cama.

Lo insospechado. Al salir de una reunión en el Registro Civil, uno de los convocados no encontró nada más ocurrente que mandarme un WhatsApp, escalar unilateralmente en la conversación, comentar lo linda y atractiva que le parezco, preguntarme por mi parte favorita del cuerpo para agregar que le encanta la literatura erótica (me quedé sin comentarios). No sé si ahora la dinámica virtual es así o francamente qué le ocurre a este hombre – seudo desconocido- que cree que puede establecer un diálogo así conmigo. Pero lo que más me cargó fue que terminé cuestionándome si proyecté algo impropio, típico de la cultura patriarcal en que vivimos donde la culpa judeo-Cristiana recae en las mujeres y por cierto muy ad hoc con este finde.

[cita tipo=»destaque»] Entonces sucedió, eso mismo que llevaba cada vez pasando menos, pero curiosamente se sintió mucho mejor, más fuerte, más delicado, con una conexión y precisión de movimientos, manos y besos, de la que no tenía recuerdos. Algo así como el mejor sexo que tuvimos durante todo nuestro tiempo juntos, claro justo al final. [/cita]

A una semana, o menos, del gran quiebre en el que he llorado muy poco y mientras botaba las últimas sabanas en las que me había acostado con #UnEx, me llegó otro WhatsApp insospechado, de un abogado que siempre he admirado; un gordito ñoño pero más seco y mateo que yo (agreguemos que más viejito también, ha aprovechado su ventaja etaria) para ofrecerme trabajar con él. Tal cual.

Esa noche dormí en mis sabanas nuevas, envuelta en un millón de cojines que invitaban a olvidar lo que había ocurrido en esa cama, justo después del matrimonio, donde el silencio abundaba más que los vestigios de espumante y vodka en nuestros labios. Entonces sucedió, eso mismo que llevaba cada vez pasando menos, pero curiosamente se sintió mucho mejor, más fuerte, más delicado, con una conexión y precisión de movimientos, manos y besos, de la que no tenía recuerdos. Algo así como el mejor sexo que tuvimos durante todo nuestro tiempo juntos, claro justo al final.

Obviamente esa noche soñé con eso y el cambio de artículos no ayudó en nada. Bueno según el feng shui era para dejar ir el amor anterior y por consiguiente estar disponible espacialmente para uno nuevo.

Al día siguiente, almorcé con el abogado ñoño, el cual no encontré en ninguna parte, porque en la mesa había un atractivo colorín medio chasconcito que dijo: “Matea, ¡hola!”.

Quedé unos segundos en shock, me sentí flechada como una adolescente, hasta me puse nerviosa y le coqueteé. Al terminar, ¡le toqué la corbata! Y le dije que su polola tenía buen gusto para elegirla, sólo para saber si existía una mujer en su vida. Después de eso hemos hablado todos los días, ya estamos trabajando juntos. Y es un hombre bien complicado, hay que decirlo. Trabajar con él es una relación en la que sin darme cuenta ya estoy involucrada, pero aún no ocurre nada hot entre nosotros, pero ojo ¡aún! Ya les contaré más.

Por otro lado me sigue dando vuelta esa última vez con #UnEx en la que despegué al menos 4 veces, cuando en promedio era 1. ¿Será una fuerza final propia de los quiebres?

No sé, como en la centro izquierda, que a medio morir aún se llaman Nueva Mayoría, funcionan o, al menos, generan cierta expectativa sobre qué harán en las presidenciales. Hay un lazo con un candidato que abriga, pero no calienta: Guillier. El PS decidió llevarlo, el PPD se quedó sin Lagos, la Goic ya está lista como candidata de la DC, el desenlace del conglomerado ya está dicho. Pero no es el mismo para toda la izquierda y con ello arremete Frente Amplio con un llamado más erótico, cargado de ideas, juventud, fuerza, energía que nunca antes se había visto en sector, la posibilidad de ser más y no una minoría llena de consensos.

 

Lo que no sabemos es si -al igual que Jesús este finde- resucitarán a los 3 días y pasarán a la historia con Beatriz Sánchez o son la mejoría de la muerte, esa tierna estadística que tienen los enfermos terminales, que muchas veces los hace sentir mejor y esperanzados, aun cuando el diagnóstico es claro: Piñera sigue liderando las encuestas (la historia de amor se acabó con #UnEx a pesar del último polvo), pero el repentino aumento de Sánchez por sobre Goic y Meo, en menos de una semana, nos sigue haciendo desear que su tumba esté vacía este domingo según la Cadem, que los algunos hombres encuentren los huevos que les faltan, que la derecha no vuelva al poder y que la vista al mar que tengo ahora me reponga un poquito mi corazón roto. Amén.

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