Yo opino
Este 19 de noviembre los chilenos y chilenas acudiremos una vez más a las urnas, para elegir a quién dirigirá el país en los próximos 4 años. Elegiremos, también, a Cores y a buena parte del Congreso que debutará con más parlamentarios y con una ley de cuotas por primera vez vigente en esta elección. Las expectativas siempre son altas. Pero, sin duda, está latente la amenaza de la abstención.
Sabemos que la participación de la ciudadanía en procesos electorales en Chile ha disminuido sistemáticamente desde finales de la década de los noventa, alcanzando en las elecciones municipales de 2016 su mínimo histórico desde el retorno a la democracia. Somos la nación con más abstención del mundo (36%), solo superada por Madagascar (38%), y esa es una mala señal de cara al domingo.
De ahí que un consorcio conformado por destacadas organizaciones de la Sociedad Civil, convocadas por el PNUD, nos unimos en torno al proyecto de participación electoral #AhoraVota, para realizar un llamado para que todas y todos expresen su opinión en el espacio republicano más importante: las urnas.
El desafío no ha sido fácil, considerando que entre quienes se abstienen de votar están los jóvenes de las grandes ciudades en condiciones de vulnerabilidad. Y no porque a ellos nada les importe, sino porque la distancia de la política y sus instituciones con la ciudadanía se ha acrecentado; las campañas en general carecen de épica y hoy a las personas les cuesta ver claramente de qué manera su voto se puede transformar en una respuesta concreta y eficaz a los problemas que le inquietan o directamente le afectan.
Otro grupo que ha ido creciendo en abstención son las mujeres mayores de 40 años en centros urbanos. Resulta paradójico considerando que recién hace 65 años ellas conquistaron uno de los más importantes derechos civiles y políticos, cuando pudieron elegir por primera vez Presidente en 1952.
Desde entonces, sin lugar a dudas, las mujeres han ido ganando espacios y oportunidades para participar y contribuir en la conducción política de nuestra sociedad, pero su representación en los cargos de elección popular, en el Ejecutivo y espacios estratégicos de toma de decisión sigue siendo escasa. Sin ir más lejos, en el Congreso solo representan un 15,8% y habrá que ver después del 19 de noviembre, cuánto se logró aumentar. Habrá tiempo para analizar, también, el comportamiento de los partidos políticos en la nominación y distribución de las candidaturas, así como las reales oportunidades que ellas tuvieron de ser electas.
Con pocas mujeres en la política no es de extrañar, entonces, que con los años su participación ciudadana y, por ende, en las urnas, haya bajado.
No obstante, con #AhoraVota hemos querido insistir en que, si todas y todos votan, mejora nuestra democracia y nuestro país; en que el voto acelera el cambio, por ello es necesario votar; en que cada voto vale igual, más allá de los estudios, trabajo u origen; en que si muchas mujeres votan, es más probable que más de ellas estén representadas. En suma, si quieres cambiar las cosas, y votas, contribuyes al cambio.
Desde el espacio que ocupamos en la sociedad civil, sostenemos que, junto con promover la mayor representación de mujeres en el Congreso con la ley de cuotas para las candidaturas parlamentarias, es clave darle un impulso decidido a su participación política y ciudadana en un sentido más amplio.
No hacerlo nos mantendrá atrapados en la gran paradoja que supone ser más de la mitad de la población, pero estar prácticamente excluidas del sistema político, de los espacios de poder a los que tanto nos cuesta acceder y, peor aún, ser tratadas como una mayoría minorizada. Esto, sin duda, ha contribuido a la mantención de condiciones de desigualdad que no nos permite convertirnos en un mejor país y en una mejor democracia.
El proyecto #AhoraVota se conecta directamente con nuestra labor de promoción y fortalecimiento de liderazgos y empoderamiento de las mujeres en el ámbito económico-laboral y político. Desde ComunidadMujer, estamos convencidas de que las mujeres debemos estar presentes en la toma de decisión del país, participar de los procesos cívicos y políticos, porque al poner nuestra experiencia y opinión sobre la mesa contribuimos a enriquecer y sumar miradas, a mejorar políticas y prácticas y a avanzar en derechos fundamentales. Votar es parte esencial de ese ejercicio de ciudadanía.
