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La escuela como centro de inclusión: no más selección por género Yo opino

La escuela como centro de inclusión: no más selección por género

Si bien en sus orígenes, el sistema educativo se constituyó de manera diferenciada entre hombres y mujeres, eso no es razón en el siglo XXI para sostener el mismo sistema, considerando los efectos negativos que tiene la segregación por género para una sociedad que demanda mayores grados de igualdad y libertad. En este sentido, llama la atención que el colegio público que más destaca por su calidad educativa, aborde una discusión de estas características en base a información que ha sido rebatida y demostrada como poco sustantiva por décadas.


En las últimas semanas hemos visto cómo se tomó el debate educacional, la posibilidad de que el Instituto Nacional pudiese comenzar a abrir sus puertas a estudiantes mujeres. Fueron semanas largas de discusión dentro de sus aulas y espacios  para que la comunidad institutana resolviera cerrar  de portazo la opción de incluir mujeres en las aulas del emblemático establecimiento.

Esta discusión no es un hecho aislado. Hace más de un mes estuvo en las noticias la lucha de la joven trans Arlén Aliaga quién solicitó el ingreso al Liceo 1 Javiera Carrera, tras abandonar el Liceo Manuel Barros Borgoño apuntando que existía bullying de parte de los funcionarios una vez que realizó su transición de género. El tema de fondo en estos casos es la inclusión en los colegios públicos y cómo diversas manifestaciones de movimientos sociales como el llamado Mayo Feminista muestran que Chile está cambiando y que tarde o temprano habrá que hacerse cargo de ello.

En el caso del Instituto Nacional, la resistencia al cambio no se hizo esperar. Es cosa de leer algunos de los argumentos en contra de ser colegio mixto centrados en la naturalización de que las diferencias biológicas entre hombre y mujeres -como la forma del cerebro, del cuerpo o la cantidad de fuerza física- implicaría un trato social diferenciado.

[cita tipo=»destaque»]Hoy estamos en un momento histórico, donde la idea de acabar con los establecimientos educacionales monogenericos no parece descabellada, sino lo más acorde a los tiempos. La educación pública debe reflejar la sociedad que está formando. Por ello, erradicar la idea de que mujeres y hombres necesitamos formación diferenciada es urgente, de manera de no sólo terminar con la selección por género, sino también con el trato desigual en la formación e incentivos a mujeres y hombres. [/cita]

Este argumento, es el mismo que ha dado origen a un sin número de desigualdades y supuestos roles que debemos cumplir mujeres y hombres. Como, por ejemplo, la idea de que por el sólo hecho de ser las mujeres las que nos embarazamos, debemos asumir la responsabilidad de cuidar, no sólo a los hijos/as, sino que asumir ese rol en cualquier espacio social, mientras los hombres son los responsables de la producción y el sostén económico de las familias.

Llama la atención que el colegio público que más destaca por su calidad educativa, aborde una discusión de estas características en base a información que ha sido rebatida y demostrada como poco sustantiva por décadas. Si bien en sus orígenes, el sistema educativo se constituyó de manera diferenciada entre hombres y mujeres, eso no es razón en el siglo XXI para sostener el mismo sistema, considerando los efectos negativos que tiene la segregación por género para una sociedad que demanda mayores grados de igualdad y libertad.

Por eso, seguir insistiendo en un colegio monogenérico, da cuenta de un problema más profundo, que es el para qué educar. En el caso del Instituto Nacional, llama la atención que tanto estudiantes como docentes, apostaron por abrir los espacios del establecimiento, mientras los padres de esos estudiantes se negaron al cambio. Más allá de la postura de los apoderados, la experiencia de los estudiantes se resuelve en el aula, en el cual son ellos y los/as docentes, quienes constituyen el día a día del proceso educativo en sí y  en dicho ejercicio práctico de enseñanza/aprendizaje han decidido que pasar a un colegio mixto no solo responde a una necesidad propia del establecimiento, sino del aporte que puede hacer por la educación chilena.

Un país que apuesta por un mayor nivel de igualdad entre hombres y mujeres, requiere por lo menos, de la disposición de inclusión de diversos actores, como los establecimientos educativos, la sociedad civil y Gobierno de turno. Un primer paso, es comprender la necesidad de superar los estigmas que tradicionalmente han sido utilizados para respaldar formas de discriminación hacia las personas feminizadas.

Hoy estamos en un momento histórico, donde la idea de acabar con los establecimientos educacionales monogenericos no parece descabellada, sino lo más acorde a los tiempos. La educación pública debe reflejar la sociedad que está formando. Por ello, erradicar la idea de que mujeres y hombres necesitamos formación diferenciada es urgente, de manera de no sólo terminar con la selección por género, sino también con el trato desigual en la formación e incentivos a mujeres y hombres. Lo que debe asociarse a políticas públicas, que abran la discusión sobre la educación pública que requiere el país, para toda la población.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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