Con mi amiga Natalia empezamos un proyecto que bautizamos como “Equality el podcast” para hablar de igualdad de género en el mundo laboral, y lo hicimos porque como dos mujeres muy feministas pensamos que podíamos invitar a otras y otros a ser un poco más feministas.
En ese camino estudiamos, nos sumergimos en la data, hablamos y analizamos la problemática con expertas, y después de atravesar parte de ese recorrido en una de nuestras reuniones de coordinación, mi amiga y yo, dos mujeres muy feministas, concluimos que somos feministas de cartón.
Pero ¿por qué nos sentimos así? Simplemente, porque no cumplíamos con todas las características de una perfecta feminista que ha sorteado el patriarcado y que ha logrado quebrar las brechas de género en su propio mundo. Porque somos parte de alguna o de muchas de esas estadísticas sobre desigualdad de género que nos incomodan y dan rabia. Porque no cumplimos con todas las recomendaciones que hay que seguir para que el mundo laboral no nos deje atrás.
Y fue ahí que nos cuestionamos:
¿Somos feministas de cartón cuando creemos firmemente en la corresponsabilidad, pero no logramos que el trabajo en casa esté completamente equilibrado?
¿Somos feministas de cartón cuando no refutamos un estereotipo de género? Cuando, por ejemplo, de los 20 comentarios diarios cargados de machismo y que refuerzan los roles de género no rebatimos un par de ellos por cansancio.
¿Somos feministas de cartón cuando practicamos una religión? Cualquiera de ellas ya que todas son lideradas por hombres y consideran roles con estereotipos de género.
¿Somos feministas de cartón cuando nos cuesta priorizar la carrera profesional al tener hijas o hijos pequeños?
¿Somos feministas de cartón si no somos de izquierda o no comulgamos con algún pensamiento político más afín al feminismo?
[cita tipo=»destaque»] Lo importante es creer en la igualdad de género, estar consciente de esas condiciones sociales que propician la desigualdad, y tratar de reducirlas. Ser feminista no es despojarse de todo el patriarcado (una misión imposible), ser feminista es hacernos conscientes de esas amarras, elegir batallas y tratar de deconstruirnos. [/cita]
Pues la verdad creo que no hay un tipo de feminista perfecta. No pienso que se deba cumplir una lista de requisitos para tener el “permiso social” de llamarse feminista. Si fuera así no habría ninguna mujer que pudiera denominarse como tal. De hecho, si no sucumbimos ante algunas de las dimensiones de la desigualdad de género es que no vivimos en esta sociedad. Sería algo tan ingenuo e irreal como que alguien afirmara que no le afecta en nada el calentamiento global o que no se vio afectada con la pandemia.
La escritora Chimamanda Ngozi Adichie en su charla TED “El peligro de la historia única”, plantea que no debiese haber una única forma de contar la historia de una persona o de un pueblo dado que eso puede generar estereotipos engañosos. Pues bien, en esa línea yo opino que no debiese haber una única forma y camino para ser feminista, todo lo contrario, puede haber tantas formas de serlo como mujeres hay en el mundo.
Lo importante es creer en la igualdad de género, estar consciente de esas condiciones sociales que propician la desigualdad, y tratar de reducirlas. Ser feminista no es despojarse de todo el patriarcado (una misión imposible), ser feminista es hacernos conscientes de esas amarras, elegir batallas y tratar de deconstruirnos.
Pero este no es un trabajo individual. Ser feminista puede ser una decisión individual, pero terminar con el patriarcado es una decisión y trabajo colectivo. La escritora británica Caitlin Moran en su libro Más que una Mujer propone que si todas las mujeres, con las múltiples diferencias que tenemos, nos uniéramos en un único sindicato con una consigna común “que el mundo sea más igualitario para hombres y mujeres” tendríamos muchas más probabilidades de lograr un cambio profundo.
Por eso creo que necesitamos a todas las feministas, a las que no quieran ponerse esa etiqueta porque creen no cumplir “los requisitos”, y a las que se sienten profundamente feministas. Comparto con Moran el sueño del sindicato de mujeres, pero para ello hay que ampliar las fronteras del feminismo y unirnos muchas más para empujar la lógica, pero descabellada idea de la igualdad de género.