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Nuria Labari, periodista y escritora española: “Donde no hay aborto, no hay democracia” BRAGA

Nuria Labari, periodista y escritora española: “Donde no hay aborto, no hay democracia”

Antonia Sepúlveda
Por : Antonia Sepúlveda Periodista en El Mostrador Braga.
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En “La mejor madre del mundo” nos encontramos frente a una protagonista de 35 años que es estéril, no obstante, gracias a la inseminación in vitro logra ser madre. Cinco años y dos hijas después, siente que lo ha ganado y perdido todo. “La maternidad más que como un deber ser, puede ser vivida o entendida como un lugar de privilegio y quienes no lo pueden vivir, pues pueden tener derecho a un duelo y entender también cuando las maternidades no son posibles. La maternidad no es un derecho, por eso la maternidad subrogada debe ser simplemente un delito”, comentó la autora en conversación con El Mostrador Braga.


La periodista y escritora española ha escrito para diversos medios y ha publicado varios libros entre los cuales destacan Cosas que brillan cuando están rotas y El último hombre blanco. Asimismo, fue galardonada con el Premio de Narrativa de Caja de Madrid en 2007 gracias a su título Los borrachos de mi vida.

En La mejor madre del mundo, publicado en 2019 por Penguin Random House España y recientemente editado en Chile, la protagonista —una mezcla entre la realidad de la propia autora y la ficción— escribe un ensayo en forma de diario y autobiografía en donde revela las verdades más crudas acerca de la maternidad.

-En el libro hablas bastante sobre el duelo que se vive al ser madre, el perder la libertad y autonomía en pos de los hijos, ¿cómo normalizar ese sentimiento y no caer en un criticismo desmedido?

-Yo creo que no hay por qué ser crítico, o sea, a lo mejor simplemente es nombrar qué es lo que sucede y volver a recuperar la maternidad como un estado de ambivalencia, y también como un lugar de conocimiento y de pensamiento. Lo que pasa es que la maternidad tenía privados todos esos sitios, porque es solamente un cliché. La maternidad se ha construido como una mentira; la verdad es que yo no soy creyente, pero es como afrontar la muerte con el cliché de que vamos a ir al cielo o no sé, simplemente no tiene que ser desolador nombrar la maternidad como es o atreverse a nombrarla, porque cada maternidad será distinta, pero al menos sacarla de ese cliché. A todas las mujeres se nos ha hablado durante mucho tiempo como de un manual de instrucciones dirigidas a las madres; hoy en 2023, aún se parece mucho a un manual de instrucción de una muñeca, hay una infantilización muy extraña en ese cliché de la niña que pasa de un muñeco de plástico a la mujer con un hijo, que habitan en un universo simbólico que es, tristemente, además de falso, muy parecido.

-Hoy vivimos en una sociedad, tal como lo plasmas en el libro, en donde la mujer ya no es educada netamente para ser madre, sino que la maternidad es realmente una opción en la mayoría de los casos, exceptuando aquellos países que no tienen acceso a la interrupción voluntaria del embarazo. ¿Cómo podemos generar ahora espacios de co-crianza en donde ambos progenitores trabajadores compartan las labores de crianza y cuidado? 

-Quizás cambiar la propia idea de familia; esto ya ha cambiado, pero de nuevo el cliché es tan poderoso que no se actualiza a la realidad. No siempre hay dos progenitores, no siempre son un hombre y una mujer; cada vez hay más familias monoparentales, cada vez hay diversas maneras de ser madres y de ser padres, nunca ha habido tantas como hasta ahora, y ese es un cambio que en toda la historia de la humanidad se está produciendo en el presente. En ese sentido, nunca antes un ser humano perdía el derecho a ser hijo de la madre que lo parió hasta ahora, o sea, hay cosas que nunca jamás en la historia habían ocurrido, y dentro de esas, que son de todo índole, es que las familias son completamente distintas; hablar de los dos progenitores que trabajan ya me parece muchísimo, pero dentro de eso yo tiendo a pensar mucho que el mundo es como lo imaginamos, y que nuestra vida también es como la imaginamos y la crianza también, entonces, lo que imaginamos es que los hijos son un asunto que deben de cuidar sus padres, pero esto para empezar no es así. Yo creo que los hijos son de todas y de todos, es decir, la educación de mis hijas depende de mí, pero también depende mucho del colegio al que vayan, y ese colegio depende del país en el que vive y de lo que decida hacer el país o lo que decidimos entre todos. Lo mismo sucede con el cuidado de los mayores, también debe ser tarea de todos, es decir, en cualquier sociedad que vivamos deberíamos preguntarnos qué voy a hacer yo con los dependientes, esa es la pregunta, los dependientes son mis hijas, también son mis padres, a lo mejor soy yo la que necesito cuidado y los que necesitan cuidado son un asunto de todas y de todos, pero esto no está visto así, porque además en el caso de los niños tienen una peculiaridad y es que ellos son la futura fuerza de trabajo que nos va a sostener; ya no es solo un asunto de los padres. Puede haber gente que no tiene hijos, pero los hijos de otros estarán pagando su pensión. Tenemos un compromiso como sociedad y estamos tristemente construyendo una sociedad de abandono de niños, niñas y mayores. En Madrid hay un montón de niños que se llaman “niños llave”, que vuelven a casa con su llave en el cuello porque no hay nadie que los reciba; sus padres están trabajando, no hay nadie, entonces, existe esta tan buena idea de sacar a las mujeres de casa para masculinizarlas al máximo convirtiéndonos en varones sin ninguna igualdad, porque a ellos nadie los trae a cuidar. Es una idea necesaria, pero uno de sus efectos perversos es el abandono de las personas que necesitan cuidado porque no se ha producido una igualdad verdadera, porque quienes se encargaban de los cuidados han dimitido de esas labores y no se han repartido

-¿Cómo es esta realidad en España? Ustedes cuentan con un Ministerio de la Igualdad reconocido mundialmente por sus lideresas. ¿Qué leyes de apoyo existen hacia las madres? 

-Debería haber medidas de apoyo desde luego, y las que hay ni se acercan a todas las que se necesitan. En España nos faltan muchas plazas en guarderías públicas, falta adaptar espacios públicos. El mundo es como nos lo imaginamos, entonces una de las labores más interesantes que ha hecho el Ministerio de la Igualdad no ha sido tanto, pero sí que ha trabajado mucho la conciencia del cuidado, especialmente ha hecho campañas dirigidas solo a hombres. Hace un tiempo hizo una campaña dirigida al “hombre blandengue”, porque tenemos aquí un señor que hacía bromas con que “los hombres no tenían que ser blandengues ni cuidar”, entonces, algo que sí está pasando, y que el ministerio ha trabajado mucho, es incorporar a los hombres a las labores de cuidado, que por otro lado, están encantados muchas veces de incorporarse porque ese espacio también es un espacio simbólico y es un espacio de ternura del que los hombres han sido expulsados por el hecho de serlo. En España hace 10 años si un hombre tenía un hijo tenía derecho de paternidad de tres días, eso es menos que Navidad o que un festivo, y ahora tiene cuatro meses de baja y tiene lactancia exactamente igual que una mujer. Eso también es importante, qué está pasando con el compromiso que tienen los padres con sus hijos y el vínculo que establecen desde pequeños; ese cambio es fundamental, hoy hay muchísimos más padres cuidando.

-¿Y qué sucede con la ultraderecha emergente con partidos como el VOX en España? ¿Qué derechos están en juego respecto de la maternidad y cuidados?

-Ahora mismo además estamos en un momento de amenaza de estos grupos que han conseguido el poder en algunos territorios. Como siempre hace la extrema derecha están intentando implementar una política de control del cuerpo, entiéndase desde el derecho a la muerte digna que les obsesiona hasta el control del cuerpo de las mujeres, que es el primero que se controla, por supuesto nuestros derechos reproductivos y desde allí hay un control absoluto, es la manera más eficaz de control de las mujeres. Desde esos dos lugares también se incorporan el derecho a la determinación de género, cualquier cosa que pase por el cuerpo es una fórmula de control del Estado y del poder, y la extrema derecha lo ejerce contra nosotras de forma absolutamente violenta. No tiene nada que ver con el aborto en sí ni cuestiones religiosas o éticas; es una cuestión netamente de control absoluto y de negarnos el derecho a decidir. Por eso ahora aceptan, por presión de la derecha, que si vas a abortar tienes que pasar por un examen psiquiátrico y psicológico para saber si estás realmente segura o si te envían a casa a reflexionar. Siempre hay un control sobre la voluntad de la mujer ligada a su cuerpo.

-A raíz de lo mismo que comentas, en el libro hablas sobre la experiencia del aborto y cómo se somete a la mujer a ese examen psiquiátrico

-Si bien la protagonista del libro no necesariamente soy yo, yo sí he abortado voluntariamente. Es complicado, no lo recibí como una agresión muy grande, porque no me pusieron muchas trabas a mi voluntad y sobre todo lo que más agradecí y defiendo es que, por supuesto, nadie más debería tomar esa decisión, es decir, esta es una decisión de la mujer y la madre sin ningún derecho de quién más está implicado en ese embarazo, porque el único cuerpo que está implicado, el único cuerpo que está en riesgo, el único cuerpo que va a cambiar, es el nuestro. Lo de hacernos un test para ver si estamos en nuestros cabales, es curioso, porque no nos hacen un test para otros asuntos, pero sí es verdad que cada vez tienen mucha costumbre, sobre todo ginecólogos varones, del no realizar intervenciones quirúrgicas anticonceptivas, por ejemplo, hace poco me contaba una amiga que se fue a ligar las trompas y su ginecólogo le dijo que no porque está muy joven, entonces, en general, el control del cuerpo de las mujeres no es solo una cuestión ginecológica, es aún más profunda. Así como también nos recetan muchísimos más fármacos antidepresivos que a los varones, y se detectan muchísimas menos cardiopatías en mujeres porque cuando nos quejamos de algún malestares nos meten fármacos “por locas”. En cualquier lugar que afecte al cuerpo de la mujer hay una sensación de que debe ser controlado por otro y esto es un mecanismo inconsciente, pero a la vez es un control que funciona la inversa, porque en España se suicidan muchísimos más hombres que mujeres debido a que a ellos nunca nadie les da un triste ansiolítico, porque salvo que lo pidan de rodillas se conocen menos hombres deprimidos. La pérdida de estos derechos está vinculado absolutamente con la democracia, es decir, para mí, donde no hay aborto, no hay democracia, porque no es una cuestión menor, está relacionado con los derechos fundamentales de las mujeres.

-Nombras que la maternidad cambia el pasado, ¿qué momento o pensamiento específico te llevó a esa reflexión o conclusión?

-Sí hay un cambio en el pasado porque crea un vínculo distinto con tu lugar en el mundo. Tu dirección temporal es casi una flecha como los diagramas de historia, donde se van poniendo los numeritos y quizás crees o imaginas que vives en una dimensión temporal que es lineal, pero tener hijos te sitúa de pronto en una dimensión temporal mucho más circular, te conecta con el origen, pero también te conecta mucho con tu madre, con tu abuela, te hace entender de una forma y te hace encarnar lo que vivieron tus antecesoras, te hace encarnar ese círculo, te hace formar parte de otra forma de ese círculo y eso te lleva también a imaginar el tiempo de otra manera. No es que te cambie el futuro, es que cambia la línea con la que construyes el tiempo.

-En alguna parte del libro hablas sobre la lástima que sientes por los hombres por no poder dar a luz, ¿pero qué sucede con aquellas mujeres que se extirpan el útero por endometriosis, cáncer o incluso las propias mujeres trans?

-Es verdad que hay una potencia en el cuerpo de las que podemos ser madres, que tenemos ese viaje increíble, y ese viaje increíble es un privilegio; lo que haya podido escribir en ese sentido, es que la maternidad más que como un deber ser, puede ser vivida o entendida como un lugar de privilegio, que ha sido entendida, vendida y explicada como un lugar de pringada, total tiene mucha parte de pringada también, pero no es solamente un lugar de sacrificio, ni de devoción y de amor incondicional, también es un lugar de privilegio, y efectivamente quienes no lo pueden vivir, pues pueden tener derecho a un duelo: los hombres pueden tener derecho a duelo, las mujeres que desean un hijo y no pueden tenerlo tienen derecho a ese duelo, y hay que abrir un espacio a ese duelo y entender también cuando las maternidades no son posibles, hablo también de ese lugar de privilegio porque la maternidad no es un derecho, por eso la maternidad subrogada debe ser simplemente un delito, pero sí es una potencia que cuando se consuma, pues es puede ser un lugar de goce, de privilegio y de reconocimiento de ese poder de dar vida que se ha celebrado muy poco, se ha entendido muy poco, y además después se ha malinterpretado para tratar de convertirlo en un derecho, lo que no es. 

-Cuéntame un poco más sobre esta reflexión sobre la Diosa Madre y Diosa Vehículo.

-La maternidad es justamente esa ambivalencia, es un tema que me parece tan absolutamente literario porque hay otro momento que es una imagen que me gusta del libro, que es cuando dice “la maternidad es algo que te convierte en océano”, porque antes eras una gota en el mar, sin entender nada, sin sentirte parte de algo más grande o sin sentido, sola, y es verdad que la maternidad te convierte en océano, y también es verdad que ya dejas de ser esa gota. Entonces, es un poco estas dos cosas: la gota anhela ser océano y el océano quisiera poder regresar o evaporarse un ratito, entonces al final es ese baile.

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