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Síndrome de la abeja reina: dinámicas de poder en el mundo laboral BRAGA Créditos: Pexels

Síndrome de la abeja reina: dinámicas de poder en el mundo laboral

Natalia Mora Olavarría
Por : Natalia Mora Olavarría Periodista en El Mostrador Braga
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Algunas mujeres en puestos de liderazgo reproducen patrones masculinos, compitiendo con sus colegas femeninas. Este fenómeno refleja la relación entre género y poder en el ámbito laboral. La psicóloga Anabelle Matamala analizó para El Mostrador Braga las posibles razones detrás de este concepto.


El síndrome de la abeja reina es un concepto que se utiliza para referirse a un patrón de comportamiento que resulta dañino. Aunque no se utiliza en ámbitos clínicos, ni se refiere a un trastorno, este término se utiliza cuando las mujeres que ocupan cargos altos dentro de organizaciones públicas y privadas, tratan a las mujeres que trabajan por debajo de ellas de manera más crítica que a sus homólogos masculinos.

El término se acuñó por primera vez en 1973, por los psicólogos G. L. Staines, T. E. Jayaratne y C. Tavris, en el artículo Queen Bee Syndrom. Según la tesis de García-Velasco para Doctorado en psicología de la Universidad Complutense de Madrid, los primeros autores que hablaron sobre este fenómeno, “lo definieron como mujeres antifeministas, con una actitud de militancia en contra de otras mujeres, negando la existencia de discriminación femenina”.

Además de esto, según el concepto, las mujeres suelen atribuir su éxito personal y profesional a méritos propios, sin haber necesitado ningún tipo de ayuda y prefiriendo estar rodeada de hombres a la hora de trabajar.

Se han realizado muchos estudios para determinar la causa de estos comportamientos. Un artículo del Wall Street Journal informó que “las mujeres que lograron el éxito en entornos dominados por hombres a veces se oponían al ascenso de otras mujeres. Esto ocurrió en gran parte porque la cultura patriarcal del trabajo alentó a las pocas mujeres que llegaron a la cima para obsesionarse con mantener su autoridad”.

En la mayoría de los casos, en un esfuerzo por ser socialmente más aceptadas dentro de puestos autorizados en el lugar de trabajo, las mujeres tienden a exhibir rasgos de liderazgo “masculinos”. 

Ante esto, la psicóloga, Magíster en Educación y Diplomada en Estudios de Género, Anabelle Matamala, mencionó que la “masculinización” que ciertas mujeres adoptan cuando llegan a posiciones de poder, se relaciona con la construcción sociocultural que existe respecto a los estereotipos de género.

“Muchas veces las mujeres, cuando llegan a puestos de poder, para validar sus conocimientos, su experiencia y su expertiz profesional, tienden a repetir estos patrones estereotipados que se asocian a los hombres”, señaló Matamala y agregó que “esas mujeres, que también han crecido bajo un sistema patriarcal, tienen interiorizados ciertos esquemas cognitivos en donde ellas piensan, sienten y creen que es la forma de mantenerse en esos espacios de poder”.

Anabelle Matamala Yañez, psicóloga, Magíster en Educación, Magíster en Fitoterapia y Diplomada en Estudios de Género.

En Chile, en marzo del 2023, los ministerios de Hacienda y de Economía, Fomento y Turismo, la Fundación ChileMujeres y la OIT, publicaron el cuarto reporte de indicadores de género en las empresas en el país. En él, se mencionó que la participación de mujeres en directorios de empresas aumentó de un 13,2% en 2021 a un 14,7% en 2022 y las mujeres directoras representaron el 56% de los directorios de las 29 empresas públicas del país.

Aunque esta cifra demostró mejoras, la participación de mujeres en directorios de empresas continúa siendo baja en comparación a la de los hombres y ello se replica en gran parte de los puestos de poder y liderazgo.

La dinámica relacional que se da en algunas mujeres que se encuentran en posiciones de liderazgo las lleva a pensar que, por defecto, el resto de féminas son sus rivales o personas a las que se debe dominar, siendo este el enfoque del síndrome.

Según Anabelle Matamala, una de las razones por la cual esta dinámica se produce viene de “esta gran violencia estructural, sistemática, patriarcal y sexista, en donde las mujeres hemos sido criadas para competir entre nosotras. Ese es uno de los pilares del patriarcado”, sintiendo la necesidad de competir, dado que son pocas las mujeres que llegan a esos cargos.

La principal área en la que se desempeña la psicóloga tiene que ver con el estudio de los fenómenos socioemocionales y cómo el patriarcado y sus distintos tipos de violencia inciden en el desarrollo emocional y psicológico de las mujeres. Por lo mismo, afirma que “se siguen naturalizando roles de género sesgados y estereotipados, en donde se invisibiliza la sensibilidad. Por eso muchas mujeres prefieren adoptar una posición más ruda, crítica y directa, pero sin medir las consecuencias emocionales y psicológicas que pueda tener eso para con otras mujeres”.

Por otra parte, también se hace presente la meritocracia respecto a los puestos de liderazgo. “Cuando estas mujeres llegan a estas posiciones, replican esta idea de meritocracia, de que si a mí me costó, entonces a las demás también les tiene que costar. No se practica la sororidad para poder entender que este es un sistema opresor que está sobre todas, no sobre algunas.”, mencionó Matamala.

La relación con el poder

Las mujeres que están muy masculinizadas, que les ha tocado enfrentar mucha violencia machista y la han naturalizado, presuponen que para poder mantener su lugar y su puesto de trabajo tienen que tender a estas conductas más masculinizadas, porque además así son más validadas por sus pares”, explicó la psicóloga. 

Esto se ve reflejado en el tipo de liderazgo que llevan a cabo las “abejas reinas”, quienes, según la tesis doctoral de García-Velasco, desarrollan un liderazgo centrado en las tareas, al igual que sus compañeros hombres. 

“Los hombres poseen un liderazgo centrado en tareas y las mujeres en personas. Las abejas reinas se identifican con los hombres y los prefieren para trabajar. Con lo cual, se va a seleccionar el modelo tareas-personas, suponiendo que como las abejas reinas se identifican con los hombres, tendrán un liderazgo centrado en tareas”, se señala en la tesis.

Con respecto a los hombres que se encuentran en espacios de trabajos con mujeres que replican estos comportamientos, Matamala aseguró que “los hombres se sienten también mucho más cómodos con colegas que también tienden a repetir y perpetuar esa creencia de que una vez que tengo el poder, este es jerárquico y me permite tener un trato diferenciado sobre otras personas”.

Un cambio estructural

La presencia de las “abejas reinas” no es casualidad, sino que la confluencia de factores que componen una sociedad machista y patriarcal llevan a estas mujeres a adoptar comportamientos como los mencionados para proteger su posición.

“Esto es un problema multifactorial y por eso es que decimos también que la violencia patriarcal es una violencia estructural, en donde los distintos agentes socializadores tenemos que hacernos cargo de esta problemática a nivel país, a nivel social, a nivel individual y a nivel Estado”, señaló la psicóloga.

Finalmente, Matamala expresó que “es una cuestión estructural sobre la cual debemos seguir trabajando para seguir cambiando patrones y creencias limitantes que están instaladas a causa de este sistema patriarcal, que nos ha mantenido en la competencia y en la segregación socioemocional, y que junto con el capitalismo no ayuda a disminuir estas brechas generacionales y limitantes”.

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