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Mar García Puig, escritora: “La maternidad es un tema que debería interesar a todo el mundo” BRAGA Rita Puig-Serra Costa

Mar García Puig, escritora: “La maternidad es un tema que debería interesar a todo el mundo”

Antonia Sepúlveda
Por : Antonia Sepúlveda Periodista en El Mostrador Braga.
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La editora, filóloga y exdiputada española, Mar García Puig, conversó con El Mostrador Braga sobre su publicación más reciente, “La historia de los vertebrados”. En ella narra su experiencia como madre de mellizos y en paralelo el inicio de su carrera política.


“El 20 de diciembre de 2015 me convertí en madre y enloquecí. […] Ese mismo día, España votaba en las primeras elecciones en las que participaba un nuevo partido […], y la esperanza del cambio planeaba sobre la jornada. Al anochecer, cuando yo contaba contracciones en la sala de dilataciones, el país contaba escaños. Y ambas cuentas confluyeron en una nueva vida para mí, porque uno de esos escaños iba a ser mío. El mismo día del nacimiento de mis hijos, me convertí en diputada del Congreso”, inicia el libro La historia de los vertebrados.

En su obra, Mar García Puig, editora, filóloga y ex diputada española, narra aquel día que marca el comienzo de una profunda exploración de la maternidad, la locura y las expectativas sociales. Mientras enfrenta la ansiedad y el peso de representar a sus electores, García Puig nos sumerge en un viaje que entrelaza arte, literatura, mitología y la evolución de la medicina. A través de su historia personal, nos invita a reflexionar sobre las luchas universales de las mujeres que han sentido la presión de la cordura y sobre aquellos hombres que, respaldados por la tradición científica, los mitos y la política, han silenciado sus voces. 

-¿Cómo fue el proceso de investigación para este libro, especialmente al adentrarte en los archivos médicos de mujeres que padecieron “locura” posparto en el siglo XIX?

El proceso de investigación para este libro comenzó de manera casi terapéutica para mí. Tras experimentar una crisis de ansiedad posparto, mi refugio natural fueron los libros. Comencé a buscar respuestas en la literatura para entender lo que me estaba sucediendo. Fue entonces cuando descubrí que durante el siglo XIX, en la época victoriana en Inglaterra, hubo una especie de epidemia de mujeres que desarrollaban trastornos mentales después de dar a luz. Este hallazgo me llevó a investigar los archivos del famoso manicomio de Bedlam en Londres, que cuenta con archivos impresionantes, muchos de los cuales están digitalizados. Aquellos que no estaban disponibles digitalmente me fueron proporcionados por las archiveras con las que colaboré. Al adentrarme en estos archivos, sentí que estaba explorando vidas que habían sido narradas por otros, principalmente desde una perspectiva masculina de la época. Aunque los historiales médicos estaban escritos con una cierta distancia y a menudo reflejaban estigmas sociales de la época, encontré en ellos una nueva perspectiva sobre mi propia experiencia y lo que me estaba sucediendo.

-¿Cómo trabajaste el respeto hacia estas mujeres, considerando que a menudo eran etiquetadas de manera despectiva como “enfermas mentales” o “locas”?

-Una de mis principales preocupaciones al escribir este libro era evitar cualquier forma de paternalismo o juicio hacia estas mujeres. No quería ser quien las “rescatara del olvido”. Mi enfoque fue siempre mantener un profundo respeto y empatía hacia ellas. Una de las cosas más gratificantes que me han dicho sobre el libro es que he logrado transmitir ese respeto. Los archivos eran tan ricos en detalles y contexto que permitían que estas mujeres hablaran por sí mismas en cierta medida, a pesar de que mi interpretación siempre está presente. Quería que sus vidas tuvieran protagonismo por sí mismas.

-¿Cómo te ayudó tu formación como editora y filóloga a combinar tu propia historia personal con extractos históricos y opiniones de expertos sobre la locura posparto?

-Encontré una fuerte conexión entre la feminidad y la idea de lo monstruoso, especialmente cuando una mujer experimenta trastornos mentales después del parto. Al enfrentarme a los estigmas de ser una “mala madre” o una “madre loca”, me sentí como un monstruo. No podía ser la madre perfecta que veía en otras mujeres y en las expectativas sociales. A través de la lectura y la investigación para este libro, descubrí que no estaba sola en sentirme así. La literatura me ayudó a comprender que la “monstruosidad” que sentía me conectaba con muchas otras mujeres. Esta investigación se convirtió en una forma de terapia para mí, incluso más significativa que la terapia psicológica tradicional. Me ayudó a desentrañar cómo se han construido a lo largo del tiempo los ideales de la “madre perfecta” y la feminidad, y cómo estos han influido en las expectativas y presiones que sentimos las mujeres al convertirnos en madres.

¿Qué significado tuvo para ti descubrir el concepto de “pensamiento materno” de la teórica feminista Sara Ruddick? ¿Cómo lo abordaste en relación con el mandato de la maternidad sobre las mujeres?

-No conocía el concepto previamente, pero al investigar sobre la maternidad y los mandatos asociados a ella, me enfrenté a una contradicción. Por un lado, quería evitar el esencialismo materno, esa idea de que las mujeres son inherentemente más aptas para la vida o la bondad, que veo como una trampa patriarcal. Por otro lado, reconocía que el acto de cuidar despierta una conciencia sobre las necesidades básicas y la vulnerabilidad. Descubrir cómo Ruddick formulaba este concepto de “pensamiento materno” de una manera que evitaba el esencialismo patriarcal fue liberador. Ella logró destacar la importancia del trabajo materno y sus consecuencias, sin limitarlo a las madres biológicas o a las mujeres en general. Para mí, este descubrimiento ayudó a reconciliar discursos aparentemente contradictorios sobre la maternidad en el feminismo. También me permitió valorar la voluntad en la decisión de cuidar, subvirtiendo la idea del instinto materno como algo intrínseco a ser mujer, pero sin menospreciar la importancia de los cuidados y lo que estos despiertan.

-En el libro mencionas una escena en la que experimentas ansiedad al ver a tu pareja cuidar de tus hijos, cuestionando si él tiene el “instinto maternal” que se nos ha impuesto a las mujeres. ¿Crees que este instinto maternal impuesto por el patriarcado también afecta a las mujeres a pesar de nuestros esfuerzos por desafiarlo?

-Sí, definitivamente. A pesar de todo el conocimiento teórico y por mucho que una lea sobre el tema, estos mandatos patriarcales nos afectan. Recuerdo una situación frustrante en la que mis hijos preferían el contacto con su padre en lugar de conmigo, lo cual me parecía antinatural y me generaba una gran frustración. Esto también me confrontó con la culpa materna. Aunque escribí un libro cuestionando cómo la culpa ha sido utilizada para subyugar a las mujeres, al final del libro dediqué un momento de perdón a mis hijos, mostrando mis propias contradicciones y reivindicando esas emociones conflictivas. La culpa puede ser un ciclo vicioso: te sientes culpable por sentir culpa, y así nunca logras liberarte completamente de ella. Es importante reconocer de dónde venimos y cómo estos mandatos patriarcales continúan afectándonos, a pesar de nuestros esfuerzos por desafiarlos.

-Durante tu tiempo como parlamentaria, enfrentaste desafíos para conciliar tu vida laboral con el cuidado de tus hijos, ¿por qué crees que persisten estas barreras, incluso en el ámbito político donde se supone que se legisla para cambiar estas realidades?

-La falta de conciliación entre la vida laboral y el cuidado de los hijos es un problema que se extiende a todos los ámbitos profesionales, incluido el político, donde precisamente se legisla sobre estas cuestiones. Es una contradicción que vicia la promulgación de leyes. La política tiene un papel ejemplarizante y las imágenes de mujeres políticas que logran conciliar pueden cambiar muchos imaginarios. Sin embargo, cuando fallamos en esto, enviamos mensajes contradictorios desde las instituciones que deberían defender la conciliación. Es peligroso y contraproducente para el cambio que estamos buscando. Aunque yo tenía ciertos derechos como parlamentaria que otras mujeres no tienen, creo que es esencial no caer en el victimismo y reconocer que la falta de conciliación afecta a todas las mujeres y a la sociedad en su conjunto.

Dentro del libro, se aborda no solo la depresión postparto, sino también la ansiedad, que es algo menos discutido en el contexto de la maternidad. ¿Por qué crees que la ansiedad no recibe la misma atención y reconocimiento que la depresión postparto?

-La depresión postparto ha recibido más atención y reconocimiento debido, en parte, a conceptos como el baby blues, que se refiere a una tristeza marcada pero temporal después del parto. Esta tristeza es más aceptada socialmente que los síntomas que se acercan a la manía o a una forma más “bestial” de locura, que enfrentan un mayor estigma. Aunque la ansiedad está ganando más visibilidad y se está hablando más de ella, todavía existe un estigma significativo en torno a los trastornos mentales más graves como la psicosis, la esquizofrenia o la bipolaridad. Muchas mujeres pueden hablar abiertamente sobre la depresión y la ansiedad, pero cuando se trata de trastornos mentales más severos, los juicios continúan siendo muy duros y las etiquetas pueden resultar estigmatizantes. A pesar de los avances, todavía queda mucho trabajo por hacer para destigmatizar y reconocer la variedad de experiencias de salud mental que pueden surgir durante y después del embarazo.

El feminismo ha introducido nuevos modelos de maternidad, pero a veces estos modelos pueden parecer restrictivos o inalcanzables, generando sentimientos de culpa si no se siguen. ¿Cómo enfrentas estos modelos hegemónicos en tu día a día y las contradicciones dentro del propio feminismo respecto a la maternidad?

-El feminismo, aunque ha aportado nuevas perspectivas sobre la maternidad, a menudo nos presenta con modelos muy concretos y restrictivos. Se nos pregunta qué modelo de crianza elegimos, cuando la realidad es que la mayoría de las madres simplemente hacemos lo que podemos en las circunstancias y tiempos que nos impone la sociedad. No tengo claro el modelo de crianza que he elegido, y creo que estas “fórmulas” son a menudo poco realistas y distantes de la experiencia de la mayoría de las madres. Por un lado, se nos habla del apego y de cómo deberíamos criar a nuestros hijos de una manera específica, lo que puede generar culpa si no cumplimos con esas expectativas. Por otro lado, si decidimos quedarnos en casa con nuestros hijos, como han hecho muchas madres en el pasado, podemos sentir que traicionamos las luchas feministas. De esta manera, a veces reproducimos el mensaje del patriarcado de que nunca seremos lo suficientemente buenas como madres. Creo que es importante reconocer estas contradicciones y trabajar para construir modelos de maternidad más inclusivos y realistas dentro del feminismo, que no nos hagan sentir culpables por nuestras elecciones individuales.

Hablando de la culpa materna, me gustaría que me explicaras sobre el concepto de “madre asmatogénica” y cómo llegaste a él. ¿Cómo lo visualizas en el día a día y en tu experiencia personal?

-Mi interés por el concepto de “madre asmatogénica” se despertó a través de mi fascinación por la obra de Marcel Proust y su relación atípica con su madre. En la correspondencia entre Proust y su madre, así como en sus escritos, encontré una obsesión por el daño que él creía haber infligido a su madre, que contrastaba con el énfasis que los biógrafos ponían en la naturaleza “asfixiante” de su madre. El concepto de “madre asmatogénica” fue acuñado por un psicoanalista a principios del siglo XX y se refiere a una madre que, de diversas formas, ahoga a su hijo. Esto puede manifestarse de manera literal o simbólica, como en el caso de una madre ausente que lleva a su hijo a buscarla desesperadamente. Lo que me llamó la atención es cómo este concepto puede atribuir a la madre la responsabilidad de problemas de salud como el asma, y cómo refleja la presión constante y contradictoria que se ejerce sobre las madres: nunca parecen hacerlo “bien”. Este enfoque unilateral, que culpa a la madre, omite la complejidad de las relaciones y la posibilidad de que la relación entre madre e hijo sea bidireccional. Además, me hizo reflexionar sobre cómo la sociedad y la literatura suelen juzgar a las madres sin considerar suficientemente las experiencias y responsabilidades de los hijos. Es una muestra de cómo la culpa materna puede ser un fenómeno cultural y psicológico complejo que afecta tanto a las madres como a los hijos, pero que a menudo se reduce a estereotipos simplistas y perjudiciales.

-¿Por qué crees que hablar sobre la maternidad está tan en boga en la sociedad actual? ¿Qué proyecciones haces del tema para las futuras madres y generaciones más jóvenes que todavía no tienen hijos?

La maternidad es un tema universal que ha influido en nuestra sociedad y cultura a lo largo de la historia, independientemente de si eres madre o no, hombre o mujer. Por fin estamos reivindicando este tema como un asunto literario y universal que puede abordarse desde diversas perspectivas, incluyendo la incomodidad, la ambigüedad y la ambivalencia. Esto es similar a cómo se han abordado otros temas universales en la literatura, como el amor romántico o la amistad. Mi preocupación es que, al haber tantos libros sobre maternidad, se está comenzando a percibir como un tema saturado, cuando en realidad hay una gran diversidad de enfoques literarios, temáticos y estilísticos en los libros sobre maternidad. La maternidad es un tema que debería interesar a todo el mundo, ya que es una experiencia universal que forma parte de la historia del arte, la política y la sociedad en general. En España, y probablemente en otros lugares también, percibo un cierto cansancio con ciertos temas que se consideran “demasiado recurrentes”. Sin embargo, la maternidad es un tema que ha estado presente desde siempre y que debería haber sido abordado de manera más amplia y diversa mucho antes. No es un tema exclusivo de las madres y no debería limitarse a nuestros “foros” o “rincones”. La maternidad es un tema que ha llegado para quedarse y que debe ser reivindicado como un aspecto fundamental de la experiencia humana, que puede y debe ser explorado desde múltiples perspectivas.

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